Por Miralys Sánchez Pupo
“Lo que queremos es que los niños sean felices, como los hermanitos de nuestro grabado; y que si alguna vez nos encuentra un niño de América por el mundo nos apriete la mano, como a un amigo viejo, y diga donde todo el mundo lo oiga: “¡Este hombre de LA EDAD DE ORO fue mi amigo!”.
José Martí. “A los niños que lean la edad de Oro”, 1889.
El Maestro en la magna obra dirigida a las y los más pequeños en calidad de seres humanos y humanas con capacidad para aprender y comprender sus roles para el futuro de sus respectivas vidas personales y países expresó “para los niños es éste periódico, y para las niñas, por supuesto. Para eso se publica La Edad de Oro: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy… Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan cómo piensan, y lo digan bien”.
Desde la introducción hasta la última página de la obra, el Maestro describió con amor su mensaje a los destinatarios de los que reclamó recibir las cartas escritas por niñas y niños como muestras de las cosas que ya habían golpeado las puertas de su curiosidad. Sólo así lograrían para el futuro conocimientos de cómo se vivían antes y después en la necesaria preparación para ascender en el futuro como dignos ciudadanas y ciudadanos de sus respectivos pueblos y la humanidad.
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