Escenas de un Duelo

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Por Luciana Maloberti

Escena 1

Él la deja. Con su abandono ella siente que le ha quitado todo. Ella todavía no sabe la magnitud que aquello tiene, por las dudas no mira a ningún lado, no quiere darse cuenta aún. Hay oscuridad detrás, cada vez más densa oscuridad. Ojos mojados, boca semi-abierta. Fatiga. Todavía no se dio cuenta que la ilusión, la protección, el dormir cálidamente, la sonrisa amorosa, se había ido. Se deslizaba, se diluía y no volverían. El supuesto firmamento, crujió. Ella está inmovilizada. No llorará.

Escena 2

Se prepara para salir de viaje. Quema los mapas, ya aquellos no sirven, la habían confundido tanto. Muchachita solitaria, construirá un muro muy muy pesado, grande, duro, con el cual logrará que en apariencia la veas saludando con una sonrisa y una copa de vino en su mano. Jamás sospecharían de lo que sucedía en su interior. No entiende cómo pasó. No miraría detrás. Dolor y soledad. Pero que nadie se atreviera a tocar su alma, mordería su mano. No había que hacerle eso a ella, tan chica… ¿Dónde estaba su amor? ¿Por qué nadie la reclamaba? Llueve en la ciudad.

Escena 3

Viaja a otra tierra. Se enfrenta a la luna, víboras, bosques oscuros, al río, a la naturaleza selvática, a los zorros. Grita a la noche, siempre le temió, ahora no, se reconcilia con ella. El sol la hierve. Se comportaría como una más en la selva, sin miedos. Sus pelos crecían. Antes la cautela era su amiga, ya no. Se iba desnudando a su vez. Una vez quitados los temores se le veía su carne. La protección y el cobijo de aquel hombre le había tapado una parte, la parte más salvaje, mas indomable, ahora se junta a una tribu, ahora comía carne con sus manos, alrededor del fuego. La amistad emergía por el solo hecho de nadar en el mismo río. Pacto con la luna, con soles, mares y estrellas. Viaje a miles de miles de años. Ya delante del fuego, bajo la luna se había olvidado de él y del dolor, se convierte en mujer. La piel se curtió, la vista se agudizó.

Escena 4

Vuelve a la ciudad. Subtes, colectivos, ruidos, corbatas, humo y papeles la atraviesan. La ciudad la toma, la ensucia, no tiene escapatoria. Un taco la golpea. Se marea, cae dentro de una botella de vino, la pollera le tapa la cara. Por la mañana dice “¡Maldigo tus manos, por eso pasaré por muchas otras hasta que borren de mi cuerpo tus huellas!”. Llueve en la ciudad.

Escena 5

No puede olvidar la promesa de amor y fusión. Se cae frecuentemente. Tampoco nunca olvidará el pacto con la luna. Se ve a la mujer caminar.

 

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