Teatro. Tiper Tap. Mecanógrafas tituladas
Tiper-Tap, ópera prima de Natacha Córdoba, cruza géneros y temporalidades, para construir un mosaico con diferentes versiones del mismo debate: el rol de la mujer argentina en el mundo del trabajo. Gaia Rosviar, Yamila Ulanovsky, Victoria Orquin, Romina Michelizzi y Florencia Sacchi componen a cinco empleadas de una empresa de copismo en la Buenos Aires de los años 40, que luchan por fundar el primer sindicato femenino de mecanógrafas, alentadas por el clima de un peronismo en pleno crecimiento. El lema de la compañía, “velocidad, eficiencia y discreción”, se hace eco en las obreras, como un mantra de la alienación primero y cada vez más como denuncia, a medida que se organizan y empoderan contra la explotación, simbolizada en la figura del supervisor, que interpreta Rafael Walger.
El tipeo rítmico de las máquinas de escribir, junto al piano en vivo de Gerardo Amarante, acompañan diálogos y canciones con temáticas que atraviesan la impecable estética de época lograda por la puesta en escena, y reclaman su vigencia, en una sociedad en la que sólo el 31% de las mujeres accede a cargos jerárquicos, con desigualdades salariales de género de hasta el 20%.
La investigación del crimen que sucede durante la representación de la obra es el disparador que derriba la cuarta pared con el público, interpelado por el guardia de seguridad, a cargo de Emiliano Samar. En el proceso, las actrices del aquí y ahora ponen en evidencia las problemáticas denunciadas por sus personajes. La desigualdad en el acceso a las fuentes de trabajo, la inequidad salarial, los estereotipos y las presiones estéticas son la centralidad subyacente en las múltiples historias que se entrelazan en escena. Los flashback y saltos hacia adelante en la trama, logrados a partir del uso de recursos como la proyección cinematográfica, la fotonovela -curada por el fotógrafo Salomón Malec-, y el radioteatro, ponen en primer plano la transversalidad histórica de estas problemáticas y su actualidad.
Natacha Córdoba, su directora, cuenta cómo fue el proceso de ver surgir, finalmente, su ópera prima.
La obra fue escrita hace más de diez años, ¿Qué te motivó a trabajar con esta temática en ese entonces?
La obra la escribí en el año 2004. En ese momento había pocas audiciones y poco trabajo en general después de la crisis del 2001, así que pensé en el espectáculo que a mí me gustaría hacer, de qué me gustaría hablar y en qué código. Así comencé a delinear ese deseo. La temática surgió de la necesidad de hablar de lo femenino en el mundo del trabajo.
Y la profesión que elegiste para sintetizar ese concepto también es muy representativa del trabajo femenino: las mecanógrafas.
La idea de las mecanógrafas surge ya hace muchos años, cuando estudiaba teatro y trabajaba en una oficina donde se llamaba a una mecanógrafa para transcribir y llenar formularios. Cuando la computadora se hizo más popular y esos trabajos ya dejaron de hacerse, esta mecanógrafa a la que yo observaba, con su método, prolijidad y profesionalismo, se quedó sin trabajo. Siempre pensé que me gustaría hacer algo con eso, con esa historia: el sonido de la máquina, su café humeante, su feminidad etc. Así que comencé a investigar sobre la mujer y la mecanografía y situé la obra en su momento de auge, en una época donde la mujer todavía no tenía voto.
¿Y por qué un musical?
Lo que tiene que ver con lo rítmico surge del sonido de la máquina de escribir y de la búsqueda de desarrollar de manera metafórica el ritmo desenfrenado de trabajo. Las canciones responden a la estética de una época del cine argentino, donde las escenas musicales eran muy habituales.
Después de tantos años, ¿Por qué elegiste estrenarla ahora?
La obra es compleja para producirla en teatro independiente, por la cantidad de actores, los tiempos de ensayo y el costo de escenografía y vestuario de época, y no contaba con los recursos económicos y humanos para ponerla en marcha. Ahora recibí el apoyo de gente que lo hizo posible, que aportó su trabajo con el fin de que se haga la puesta y de compartir el trabajo. Es un grupo del cual estoy orgullosa: Oscar Córdoba, Sandra ligabue, Salomón Malec, Ana Clara Urich, entre otros, para las realizaciones; y el equipo de cinco actrices y dos actores con los que trabajamos durante un año entero. También contamos con un entrenamiento de canto a cargo de Melina D’angelo, un trabajo musical exquisito a cargo de Gerardo Amarante y con Tony lestingi que acompañó el proceso de entrenamiento y montaje. Gracias a que se pudo reunir este equipo en cooperativa, pudimos poner Tiper-Tap en escena.
Es innegable la vigencia que recobra la obra hoy ¿a qué crees que se debe?
Hay cosas que, a pesar de los años, no logramos como sociedad que se modifiquen. Se sigue luchando por sostener derechos adquiridos y que la mujer sea reconocida por sus capacidades y no por su imagen, por ejemplo, lo que prime ante la mirada de aquel que tiene el poder o la posibilidad de darle un empleo. Esa es una lucha que representa la obra, y que tiene total vigencia.
Tiper Tap. Mecanógrafas tituladas
Teatro La Máscara
Sábados 20 hs.
Piedras 736 CABA
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