Por Gabriela Guevara
Extraño impulso que me hizo volver sobre mis pasos
que me llevó a ese rincón frío rodeado de este peculiar perfume,
aposento donde descansan tus manos que antes me acariciaban,
tus labios que solían darme respuestas y contarme historias.
tu mirada… mi rincón de paz.
Extraño arrebato que colmó mis ojos de lágrimas, mi pecho de nostalgia
que posteriormente a tocar la fría roca tras la que tu cuerpo inerte descansa
me hizo sucumbir al suelo para finalmente liberar mi llanto
y ese sinfín de “Te extraño”.
Hoy los recuerdos inexplicablemente se hicieron presentes,
tus manos parecieron rozar mi rostro una vez más
para limpiar mis ojos y tus labios besar mi frente, como yo lo hice aquel día en que tu cuerpo agotado de batallar decidió descansar.
Tu voz diciéndome “Adiós” es la causante de mi odio a esa palabra y el vacío que me dan las despedidas. Tu mirada clavada en mis ojos es esa estaca en mi pecho al saber que ya no volvería a perderme en la profundidad de esos ojos verdes…
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