Por Manuela Carballo del Río
¿Cuánto es el tiempo que cada uno tiene de permanencia en la vida? Ella salió de vacaciones como tanta gente con su linda familia, su pareja, y la luz de sus ojos la niña, de dos años recién cumplidos, disfrutando juntos de caminatas, almuerzos meriendas cenas en la feliz, como muchos la llaman, el verano es corto y las ansias de compartir la felicidad con sus padres toman el camino de la costa para encontrarse en el mismo mar con toda una familia y amigos que los esperaban alegres, tuvo noche en su último chapuzón cuando se dispuso a salir sintió una molestia en los ojos, a partir de eso se desencadeno todo, suceso de molestias, traslados a hospital perdida de sentido vomito todo vertiginosamente ante el asombro de sus familiares, ¨tenemos que trasladarla” fue el anuncio, a dónde la pregunta ingenua de los presentes. Este hospital no tiene la tecnología para estos casos.
¿Qué casos? Salió del mar envuelta en agua cristalina que refresco por unos instantes su figura plena de vida y alegría, sonriendo al sol, cómplice silencioso de la tragedia que ya se estaba instalando en su cuerpo, todo giro a una velocidad que ningún cronometro pudo registrar, las preguntas: ¿quieren donar los órganos? ¿De quién? ¿Por qué? Su cuerpo ya no tenía vida… se le escurrió como el agua, como la arena, como los rayos del sol que ya se ocultaron ante tanto dolor y desconcierto.
Será un sueño, cuando despierte, otro día de playa, ¡ojala no llueva! Para aprovechar, la nena lo pasa bien, contenta con las dos abuelas, la bisabuela, los tíos, la nona. Quiero, despertar, sentir en la boca del estomago esa opresión que me anuncia que algo muy malo está pasando. No, no lo quiero sentir quiero estar en la playa, quiero jugar con mi hija, quiero malcriarla, más tenerla entre mis brazos y dormirme con ella, pero nada silencio oscuridad, donde están todos donde se fue mi mamá por qué no está a mi lado, me dan ganas de gritar pero la voz no sale, no se escucha, nada silencio, tengo mucho miedo, ¿me quede sola? ¿Y esa pregunta, de la donación? ¿Qué puedo hacer? ¿Quién responde por mí? Ojala acepten, que tengan la fuerza de conceder las partes que darán vida, entregarlas a quien los esté esperando, porque entonces yo seguiré viviendo, latiendo, respirando, en otras personas.
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