Por Sebastián d’Albuquerque
Si el amor tuviera objetos no sería más que la sublimación de la que habla el barbudo lector de mentes; y entonces ahí sí sería verdad que tendría dirección o tiempo. Sería eso que pensamos cuando de amor no supimos nada. La unión obligada de una subjetividad alienada. El pecho negado de la madre, el arrebato en la caricia del consejo del padre, los brazos sofocantes de ella, cuando mi estómago ya estuvo lleno y sería también cada golpe expiador de él, cuando la pisada era aprendizaje; susurrando eternos, en eterna dependencia, al amor su destino. ¿Y cuánto de distinto hay en eso con la posesión, el título nobiliario, la mercancía o la producción?
Pero es tanto más que eso, nuestra síntesis insuperable, que es el final de la dialéctica y el fin de comprenderla. La del observador que es lo observado. Una vista que al fundirse los ojos en el cuadro, ya sin ver no deja ni restos del marco.
Porque de amar, sería amar dar, sin esperar ser amado; para ser amor. Y de ser amado, sería ser amado recibir; para dar, también, ese ser amor a otro que ama, para que no tenga que amar a algún otro de este lado. Para que ser amado sea amar y no esperar. Y el amor sería amor y libertad. Y entonces no sería yo un quién te ama porque te necesita. Y sería entonces yo un quién te necesita porque te amo, por el mismo amor que sin forma de amar es amor dando forma. Amor dándole forma al amor que somos en condición humana, sería.
Imagen: “Cuando el amor toma vuelo” Marcos Villalva
el amor, es simple tan simple que se siente sin pretensiones mas que las que el si mismo exije, sin formas sintácticas, fonológicas y literarias, es o no, no medio amas, solo amas y punto las razones las da Freud la mas valida es la de cada quien. sin formaciones en lo contrario, mas que la que indica que termino, que se acabo que no hay que esta vació . es o no. así de simple es el amor.