La Carpa de las Dignas Rabias

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Por Camila Parodi

 

A poco más de un mes de la carpa villera, instalada en el obelisco con el objetivo de visibilizar la histórica lucha por la urbanización de las villas, han pasado ya seis recambios de huelguistas, como así también diversos artistas, militantes y transeúntes a dar su apoyo. Y aún así ningún funcionario público, de quienes se esperan respuestas concretas, se atrevió a mostrar la cara.

Con todos los preparativos en marcha, las y los huelguistas se prepararon para su última no-cena. Ayer ingresó un nuevo grupo. Pero no fue un día más (nunca lo fueron) saben que es especial porque se cumple un mes de aquel día en el que, de manera casi inesperada para el cotidiano citadino, se ubicó una enorme estructura de lona azul y blanca en pleno centro de la capital; donde las y los primeros huelguistas de la Corriente Villera armaron en tiempo récord, el inmenso rompecabezas para dar inicio a esta nueva experiencia de visibilización villera, de la cual ya grupos diversos han sido parte.

De esta forma, cansadxs de seguir viviendo en el olvido, vecinxs nucleados en la Corriente Villera dan así a conocer esa realidad que no se quiere mostrar. La vida villera es puesta en escena para reclamar por sus derechos, para todo el que pase por tan transitado lugar. Con esta permanencia, se rompió con la noción naturalizada de ilegalidad en el trabajo y la vivienda, la cual no dejaba margen al reclamo. Y así mientras aumentaba la población villera, en relación directa con la especulación inmobiliaria y los inaccesibles costos de vivir en la ciudad, disminuía el presupuesto asignado a la urbanización en las barriadas. Y no se necesita saber mucho de matemáticas para entender que esa simple ecuación da como resultado la decisión política de unxs pocxs que negocian con la vida de unxs muchxs.

Pero eso es historia y hay mucha sabiduría hacia adentro de esas paredes de lona como para permitir que se sigan haciendo cálculos con la vida digna. Por ello, la trinchera de la carpa villera no da brazo a torcer y, mientras lxs politicxs siguen escondiéndose, aumenta cada vez más el movimiento popular en las calles y en las carpas, con estudiantes y organizaciones sociales que también pasan el reclamo villero por su cuerpo.

Con esta experiencia se refleja cómo es el verdadero pueblo organizado, que decide en asamblea y hace de su palabra una acción, un gesto, una lucha. Se transmite de esta manera a lxs vecinxs que con la organización se genera la alternativa y esto no se comunica sólo con la carpa y sus huelguistas: se comunica permanentemente con los voluntariados comunitarios en los barrios, con el compañerismo y el diálogo en instancias que exceden a esta situación.

Es en este ambiente, que http://secured.onlinegambling2014.com se nos presenta como hostil, en el que se cocina lo nuevo y eso es, precisamente, más allá de la falta de respuestas, lo que fortalece a lxs compañerxs y, a su vez, lo que motoriza para expandirlo a lxs demás. Y si bien se nos presenta como novedad, porque siempre se intenta obstaculizar, la organización popular trae muchos años de historia en Nuestramérica que, particularmente, viene de la mano del rol protagónico de las mujeres, también siempre negado. No es casualidad, como se escuchó decir alguna mañana en la carpa, que la mayoría de las huelguistas sean mujeres y quienes están al frente tratando de generar el cambio. Son las mujeres quienes han atravesado la barrera de lo privado para convertirla en lo comunitario, en tiempos de ollas populares, comedores y piquetes.

Y así por ejemplo en este caso, mientras algunas mujeres se encuentran en huelga por los derechos de lxs villerxs, en particular por una mejor vida para sus hijxs, otras se encuentran en los territorios manteniendo el orden y cuidando de lxs hijxs de las huelguistas haciendo de la crianza otro hecho de organización colectiva. “A las mujeres las mandan en sus casas y en sus trabajos, por eso cansadas deciden organizarse y pelear” concluye otra huelguista. Es esa disposición de lucha, de necesidad de cambio, lo que se contagia al entrar a la carpa, que la lucha, el compañerismo y el encuentro dignifican.

Es la carpa que convoca y alberga así bajo un mismo techo a vecinxs de distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires con distintas experiencias territoriales, pero una misma realidad por cambiar. Villerxs con diversas formas de vivir y asumir identidades, pero bajo la misma estigmatización a destruir. Compañerxs de múltiples luchas, pero con un objetivo común: la lucha por la vida digna, bajo la carpa de las dignas rabias.

Foto: Camila Parodi

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