Contaminando con Resistencias

Compartir

Por Camila Parodi

 

El lugar de los espacios de las mujeres en la lucha contra el avance del neo-extractivismo.

En estos últimos tiempos hemos visto como el sistema extractivista se ha asentado, a través de nuevas maniobras políticas, sociales, ambientales, tecnológicas, como modelo de dominación en Nuestramérica. A raíz de esta expansión es notable el surgimiento de nuevas estrategias y formas de resistencia que surgen en el campo popular y, particularmente, dentro del feminismo.

Si bien este modelo no es novedad en nuestro territorio y, por el contrario como sabemos, la historia de América se caracteriza por haber sido sede del saqueo colonial en los auges de la modernidad, donde a través de la utilización del discurso del “desarrollo” como credo, se legitimó esta lógica sacrificial como única forma de “progresar”. En el presente, podemos hablar de un Neo-extractivismo en términos de Eduardo Gudynas, donde el prefijo no alude específicamente a la novedad del accionar de este modelo ya que, como decíamos, tiene siglos a cuesta en América, sino a su nueva manera de estructurarse para seguir siendo aceptado como única opción.

Nos encontramos entonces, ante una realidad poco explorada, en la que este extractivismo no puede ya ser cuestionado con los mismos argumentos de años atrás, debido a que el mismo no es sostenido actualmente por gobiernos conservadores, sino por administraciones que contradictoriamente lo defienden y revalidan desde la lucha contra la pobreza. Es decir, desde la utilización discursiva de dicho modelo como única forma para “erradicarla”, donde se genera un vínculo de supuesta retroalimentación sin salida, en la que el extractivismo aparece como la única manera de generar fuerza de trabajo. Como explica Gudynas (2009) ésta es la mayor contradicción de los gobiernos de la nueva izquierda que, si bien invocan un progresismo estatal e incluso aluden a un “socialismo del siglo XXI”, en los hechos están derivando en un capitalismo benévolo.

Por lo que no es casualidad que ese “progresismo extractivista, primarizador y exportador” (Borón, 2012) sea indiferente y hasta reticente a temas tales como la problemática ambiental, el papel de los pueblos indígenas o los reclamos de nuevos movimientos populares como el feminismo y que, a su vez, justifique este accionar a través de un discurso que menosprecia, sectoriza y divide estas luchas de manera tal que sigan siendo vistas como salvajes, insignificantes y hasta caprichosas, con la astucia a su vez de criminalizarlas por subversivas y rebeldes.

Desde este marco, ha surgido hacia adentro de los movimientos sociales la necesidad de reconstruir la estrategia con el cuerpo en las resistencias, las cuales deben ser abonadas desde la unidad y fraternidad así como proponen las cosmovisiones del buen vivir y del feminismo comunitario, entre otras. Teorías que encuentran su sentido y proyección como una alternativa hacia la descolonialidad de poder (Quijano, 2000) donde se eche por tierra, en su conjunto a la estructura de dominación capitalista-colonial-patriarcal que ejerce a través de múltiples violencias directamente sobre nuestro Territorio Cuerpo -Tierra (Cabnal, 2009).

Es en estas resistencias que encontramos una participación protagónica de las mujeres, la cual si bien posiblemente tenga su origen en el rol patriarcal de conservación de la vida -asignado y asumido- históricamente por las mujeres. Paradójicamente, ha sido genuino a la hora de fortalecer la lucha por la recuperación y defensa del territorio cuerpo-tierra siendo que el modelo actúa directamente sobre las mujeres en todos sus sentidos. Donde el extractivismo funciona, el patriarcado se asienta demostrando como hemos dicho, que no son más que dos caras de una misma moneda.

Ante esta estructura de poder que se asienta, crece cada vez más la sororidad entre las mujeres que, organizadas, encuentran nuevas formas de construir un poder popular descolonizado y por ende, necesariamente despartriarcalizado. En particular desde la propuesta del feminismo popular y comunitario que se propone integrar la lucha histórica y cotidiana de nuestros pueblos como garantía del espacio concreto territorial donde se manifiesta la vida de los cuerpos, tomando un lugar central a la hora de pensar estrategias de acción.

En lo específico de la Argentina, dichas estrategias se hacen cada vez más visibles no solamente ya desde organizaciones y asambleas dedicadas particularmente a la lucha por los bienes comunes, sino que se ha extendido la discusión a espacios de encuentro más amplios, como lo es el Encuentro Nacional de Mujeres donde hasta hace unos años tanto la cuestión de la lucha indígena como la ambiental quedaban relegados a pequeños grupos. Y que por el contrario, actualmente ha comenzado a ser parte central de lo reivindicativo, hasta llegar al punto de la elección de la provincia de San Juan como sede del XXVI Encuentro, por su lucha contra la megaminería con el compromiso de visibilizar y ponerlo en la agenda como prioridad política de los movimientos.

En este sentido, hacia adentro del encuentro se ha acentuado el lugar del taller Mujer y Medio Ambiente, donde desde el diálogo de todas mujeres en resistencia se ha logrado avanzar en el posicionamiento político que esta lucha ocupa, generando un extenso mapeo de los lugares donde el modelo ha avanzado a través de la mega minería, basureros, agrotóxicos, fraking, desmonte, represas o el mono cultivos siendo resistido por las poblaciones con diversas estrategias “de hecho” como bloqueos, corte de rutas, acampes, movilizaciones y escrache; y con accionares “de derecho”, es decir mediante la vía legal.

Si bien esa instancia de intercambio de experiencias es muy enriquecedora hacia adentro, otro gran paso del encuentro ha sido la salida a la calle ya no sólo en la gran marcha del domingo, sino en nuevas marchas, escraches y charlas destinadas específicamente al debate de la soberanía de nuestros territorios dejando esta vez, en evidencia a la empresa Barrick Gold y a los funcionarios políticos partícipes en el negocio de nuestros bienes comunes. Como así también reforzando la unidad y la solidaridad latinoamericana en la radio abierta de las feministas en resistencia.

A través de esos intensos momentos de encuentro, hemos logrado visualizar un panorama integral de las diversas resistencias populares que se realizan en el cotidiano ante el avance de este modelo. Así, surge la necesidad de construir una proyección común que fortalezca la unidad de los movimientos sociales. Este año será el turno de la provincia de Salta, donde nos encontraremos en la digna rabia contra la impunidad con la que se produce el monocultivo. Diciendo una vez más que nuestros territorios-cuerpos, no se tocan, no se venden, no se violan!

Foto: Camila Parodi

Commentarios de Facebook

0 comentarios

Ceres Elementos Naturales
borde gris top
Contenido relacionado
Contenido relacionado
Las marcas del fuego

Las marcas del fuego

La crisis climática genera más frecuentes y más extensas temporadas de incendios forestales, y la Patagonia es una de las regiones más golpeadas. En marzo de 2021 una tormenta de fuego en Chubut cambió la vida de miles de personas. Andrea Depetri es una de ellas