Destruir

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Editorial

Por Revista Furias

 

Luego de las recientes y numerosas denuncias públicas de abusos perpetrados por varones a niñas, adolescentes y mujeres adultas, se desangelan los ídolos, los impunes y los intocables. Al igual que se comprobó científicamente que los abusos que cometen los curas de la iglesia católica en niñxs conforman un patrón psicosocial, los abusos en el rock responden a las mismas características: una sistematización y un aprendizaje cultural interno del cómo hacerlo. Finalmente, las mujeres encuentran sus estrategias para evadir esta cultura de la violación y se concentran en lugares visibles y espacios públicos para poder ser escuchadas.

Las voces de esas mujeres fluyen en medios y herramientas masivas y virales de difusión. Se conforman grupos femeninos autogestionados. La verdad se abre paso y ya no es posible silenciarlas ni desacreditarlas.

Estas denuncias derivaron en una serie de cuestionamientos que tienen que ver con la producción artística. Es importante que nos preguntemos si se puede juzgar a unx autorx por su obra o por su vida privada. Creemos que es una tarea que debemos hacer. Hay una responsabilidad, no se puede decir cualquier cosa cuando hablamos de libertad de expresión. Esta no es cualquier cosa. Juzguemos a Nabokov, a Bukowski, ¿por qué no hacerlo?, ¿qué dogma no permite hacerlo? El mismo acto que sacraliza e idolatra, idiotiza y no permite hacer una lectura oblicua de la situación. Hay que destruir a los ídolos. Hay que analizar las grandes catástrofes de la cultura. El infantilismo que promueve el rock se condice con las estrategias que alimentan su imaginario y su modo de producción. El rock nace hace casi 80 años como un anhelo de libertad en los campos de algodón de Estados Unidos. Los resultados son todas las influencias que tuvo el capitalismo y la heterosexualidad como régimen político en el mismo: La cultura de la violación, el cuerpo femenino como cerdo sodomizado.

Este es un llamado a que aporten más testimonios. No importa cuántos años hayan pasado. No importa que las evidencias físicas ya se hayan borrado, ya que el abuso no prescribe. Necesitamos hablar, curar una herida de tamaño social.

Imagen:  Cómic de Gilbert Hernández

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