La caldera

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Autocuidado y feminismo.

Por Nadia Beherens

 

Una vez leí que al feminismo se viene a trabajar. Lo leí cuando ya habían pasado varios años de poner el cuerpo sin cuidados.

 

No podría estar más de acuerdo con esa idea, pero me hubiese gustado leer acerca de nuestras reparaciones. Organizar y asistir a encuentros y reuniones. Madrugar y trasnochar. Y quizá lo más importante: preocuparse por la realidad. Todo a la par de nuestros trabajos con retribución monetaria.

 

Hace unos años empezaron a aparecer en mi cuerpo señales de que todo no andaba bien. Era una mezcla de síntomas que la medicina tradicional y occidental no pudo decodificar o más bien, sus emisaries de guardapolvo blanco. Las cosas que dieron en la tecla para mejorar tuvieron que ver con el cuidado de la mente. Darle un respiro, permitirle reorganizarse. Todos mis síntomas eran físicos y tenían que ver con inflamaciones e irritaciones.

 

En paralelo a una terapia psicológica adecuada para la depresión y ansiedad que me fueron diagnosticadas, fui mejorando con el ingreso de productos naturales para el aseo cotidiano. La mayoría de los productos que utilizaba y existen contienen parabenos, sulfatos, alcohol, colorantes, conservantes, espumantes y metales entre otros elementos que conforman un simple shampoo, por empezar. Estos elementos son comunmente rechazados por nuestro sistema inmune y producen un efecto inflamatorio y hasta micosis como respuesta. Ya que son acumulativos y se depositan en los tejidos, con el paso del tiempo pueden ser cancerígenos. Con la piel irritada al extremo y en zonas sensibles, trabajar, moverse, vivir se hace difícil. En la búsqueda por reemplazar estos productos, encontré emprendimientos feministas autogestivos y no especistas* que producen shampoo y acondicionador sólido. jabones, talcos, aguas de limpieza facial, óvulos, pomadas, pasta de dientes, desodorante y todo lo que necesito para el día a día.

 

Al ritmo de la crisis económica y sistémica que nos atraviesa, las redes de autogestión feminista que se vienen caldeando en los últimos años se vuelven vitales para seguir poniendo el cuerpo. Estxs brujes que en sus calderas alquimizan hierbas naturales y las vuelven ungüentos para nuestro bienestar, recuperan con su trabajo y conocimiento toda una cultura subterránea que el capitalismo y la industria nos había quitado. Siempre hay tiempo para reparar y es momento de darle lugar como una tarea más.

 

*Recomiendo por haber usado: Cremas Querés Medicinales, Aquelarre Cosmética y Tierra & Esencias.

 

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