El día después de mañana

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Proyecto de Ley de despenalización y legalización del Aborto

 

Por Paula Daporta*

 

Líneas de fuga, de acá en más. Casi como destellos de lo que se viene gestando.

El miércoles 13 de junio se votará, puertas adentro del recinto de la cámara de Diputades de La Nación, el proyecto de ley para la despenalización y legalización del aborto. Y eso marcará vidas. Pasadas y de las que vendrán. Decisiones. Allí se volverá sobre argumentos y demás cuestiones. Discursos elocuentes y aplausos. Indignaciones. Abucheos y tanto de lo demás.

Afuera se seguirá jugando desde otras lógicas. Las que se han sabido ir construyendo durante estos años, pero sobre todo meses. Intensos y poderosos. Se viene la vigilia. El cuidado. El artivismo de artivismos. Las rondas. Los mates. Los abrazos. Los pañuelos. En suma: el folklore de la construcción de los movimientos feministas populares.

Puertas adentro, entonces, tendrá su corolario un proceso que se edificó en las calles. En la lucha. Y en cada pañuelo atado al cuello, muñeca o mochila. Lo público y lo privado de nuestras vidas entrecruzándose, estallando. Política pública y experiencia vivida. Que sea ley, lo que atravesó -en la privacidad de los tabúes, pero haciéndose eco en las calles y aunando generaciones- nuestro camino. Cuerpes gestantes de todas las edades.

legalización del aborto

El 13 de junio se votará en el recinto de la cámara de Diputades, el proyecto de ley para la legalización del aborto. Y eso marcará vidas.

Mucho ya dicho, y mucho por decir en las próximas 48 horas.

Pero, ¿qué pasará el día después?

Cabe preguntarse cómo marcarán estos hechos a nuestra generación; pero sobre todo y más todavía, cómo marcará a la de elles. A esta generación de pibxs que –pañuelo en mochila- se gestaron en esta lucha. Que van a haber experimentado un proceso de conquista de derechos con un puño en alto. Un proceso que tal vez las excede y que, por lo mismo, las transciende, en ese grito arrollador y furioso en el que gritan por elles, pero también gritan por les que no tuvieron voz. Incluso por aquelles que hoy no se sienten representadas por algo que dicen no ser. Microrresistencias que decidieron encarnar.

Pañuelo como símbolo. Verde como bandera. Mirada y gesto cómplice como contraseña.

¿Cómo será la vida de esta generación que va siendo así, sabiéndose poderosa y -mucho mejor aún- sabiendo que la utopía es algo más que el horizonte que nos mueve?

Tal vez no lo sepan todavía, pero el horizonte ya lo alcanzaron.  

Para muches, elles hoy son la utopía hecha cuerpa colectiva.

¿Cuál es el techo? Ya no hay techo. Porque lo dieron vuelta todo.

Porque se va a caer.

Se está cayendo.

 

*Para Lo Menos Pensado

Ph: Florencia Di tullio

 

 

 

 

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