Entrevista a Laura, Estefanía y Eva, tres mujeres detenidas en manifestaciones
*Por Martina Altalef
El primer día de este marzo feminista, una semana antes del Paro Internacional de Mujeres 2018, me reuní con Laura Arnés, Estefanía Cámera da Boa Morte y Eva Luna Lillo, tres mujeres que fueron detenidas en Buenos Aires por distintos operativos represivos mientras se manifestaban. Las causas que les impusieron se caratularon con una serie de figuras jurídicas que incluyen daños, lesiones, atentado, resistencia a la autoridad e intimidación pública. Conversamos sobre las condiciones específicas de la detención de manifestantes mujeres, nos juntamos para reflexionar y compartir recomendaciones, complementarias a los materiales que están circulando – Ver cuadro con recomendaciones de la CORREPI-, lo que sucede es que en su mayoría, estas recomendaciones están generizadas en masculino y dejan afuera a mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, transgénero, transexuales sin orientaciones con perspectiva de género. Esta charla pretende acercar otras voces, que la vivieron en carne propia.
¿En qué estado se encuentran hoy las causas que les impusieron? ¿Qué derechos quedan suspendidos durante el curso de la causa?
Laura: A las detenidas del 8 de marzo de 2017, nos sobreseyeron la semana pasada, pasó un año. Teníamos miedo de marchar con la causa abierta. En teoría no se suspende ningún derecho, pero tenés que andar con mucho cuidado, no deberías volver a caer detenida. No dejé de manifestarme, pero intenté acomodarme en ciertos lugares de las marchas e irme antes del final. Las que sí tienen muchos problemas son las migrantes.
Estefanía: Les detenides del 14 de diciembre todavía tenemos las causas abiertas. Yo sé que este 8M hay muchas actividades de las que no voy a poder participar. Me da terror, pero voy a marchar, por supuesto. También tengo cuidado con lo que publico en redes. Todo esto me rompe el esquema. Deberíamos ser libres para expresarnos de manera artística, para hacer cualquier tipo de intervención. Es nuestro día. ¿Cómo va a llegar el mensaje si no se escuchan nuestras voces? Es simple: las paredes se limpian, las pibas no vuelven.
Eva: Para las migrantes hay un miedo extra. Tengo compañeras extranjeras que dudan a la hora de marchar. Las podrían deportar. También tenemos las causas abiertas. Dos días después de mi detención, el 18 de diciembre, sufrí calumnias por mi filiación política. Ciertos medios televisivos nefastos y vinculados con los servicios de inteligencia exhibieron mi nombre completo, mi número de documento, la foto de mi cara que figura en el DNI que tramité meses antes (lo cual demuestra que ahí actuó inteligencia), junto a la leyenda “agresora”. Sin ningún tipo de pruebas. Esa es una forma de violentar mis derechos, un modo de condenar con información falsa, que crea una opinión pública y nos lleva a tener que demostrar que somos inocentes. Se invierte la lógica y somos “culpables hasta demostrar lo contrario”.
¿Pudieron o decidieron disponer de elementos de protección o medidas de cuidado antes y durante las manifestaciones en las que fueron detenidas? ¿Cuáles? ¿Consideran que en sus trayectorias políticas previas a la era macrista pudieron formarse en este sentido?
Estefanía: Yo soy apartidaria, por eso hasta hace poco no recibía mucha información acerca de cómo cuidarme. La primera vez que vi a la Gendarmería actuar de manera semejante fue el 8 de marzo de 2017, mientras bailaba en tetas con muchísimas mujeres. Y acá quisiera aclarar una cosa: ese baile era un quilombo, pero un quilombo con valor positivo. Para nosotres, el quilombo es algo positivo. Eran las reuniones que teníamos lxs afrodescendientes, sin nuestros esclavizadores, en las que podíamos entrenar, organizarnos, hacer fiestas. Las mujeres que bailamos en la catedral armamos un quilombo positivo, que luego fue reprimido brutalmente por camiones hidrantes de la Gendarmería. Pero recién ese 14 de diciembre entendí la importancia de llevar limón, pañuelos, muda de ropa. Gracias a eso no me afectaron tanto los gases y pude ayudar a otres.
Laura: En 2001 yo militaba en un partido de izquierda en el que aprendíamos hasta qué baldosas estaban rotas en la plaza. Pero tengo la sensación de que en los años posteriores a ese momento tan terrible nos olvidamos de muchas cosas. Mi primer recuerdo de violencia en el último tiempo es en el ENM de Mar del Plata 2015, la primera vez que reprimieron con balas un Encuentro Nacional de Mujeres. Esa vez vi cómo desde adentro de la catedral tiraron las vallas y salieron personas armadas. Y lo que más me desesperó fue ver a las compañeras corriendo de modo muy desorganizado. Nadie sabía qué hacer porque hasta entonces no nos pasaba. Volvimos a buscar esa información previa, que sobre todo traían los partidos de izquierda, para marchar. Nosotras no llevamos limones ni nada, sí bufandas. No queremos tener agravantes encima. Siempre determinamos un punto de encuentro muy lejos, a diez cuadras. Y alguien que no va a la marcha se queda de pie con todos nuestros teléfonos, documentos y nombres.
Eva: Nosotrxs también, tenemos un pie con datos de todxs y contactos de abogadxs. Llevamos limones y pañuelos. Gracias a eso pudimos recibir ayuda y ayudar a otra gente. Lo que más me sirvió de mi militancia previa es el soporte emocional y el conocimiento de los riesgos que existen y de los derechos que hay que exigir. De la mano de compañerxs que tuvieron experiencia en 2001. También la experiencia política del campo popular me ayuda a prever ciertas posibilidades objetivas y a preparar mi subjetividad psicológicamente.
¿En qué agrupaciones, organizaciones, instituciones pudieron apoyarse a partir del momento en que las detuvieron y hasta el presente?
Estuvieron presentes María Rachid, el CELS, Defensoría del Pueblo, PROCUVIN, María del Carmen Verdú, CORREPI.
La detención de más de veinte personas entre las que se incluye Laura, el pasado 8 de marzo, fue inaugural en tanto significó un reposicionamiento (en sentidos de agencia y al mismo tiempo de vulnerabilidad ante la represión) de las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, transexuales, transgénero como sujetos políticos en su más amplia definición. ¿En qué instancias de la secuencia represiva sufrieron modos específicos de violencia por ser mujeres?
Laura: Yo creo que gozo de ciertos privilegios. Mi color de piel, mi clase social, mi nivel de formación, mi edad. Igual dijeron cosas horribles sobre mí. Es muy duro leer los comentarios de la gente. Son situaciones de extrema exposición y vulnerabilidad. A mí me golpearon bastante, en el hombro, en la cabeza, y tengo la clavícula lastimada hasta hoy. El médico que me revisó me dijo que si no me salía sangre no tenía nada. Ya detenidas nos requisaron dos veces: una en la comisaría (donde estuvimos juntas en una celda común) y otra en la alcaldía (donde nos separaron en celdas individuales, celdas buzón en las que no ves nada). Yo creo que pasé por la requisa más leve. Me planté desde el principio. Sin hacer lío, intenté poner límites en los lugares más absurdos. Ahí entendí un montón de teoría que había leído. Estaba tratando de rescatar un resquicio de yo, de subjetividad, en esta instancia de tanta violencia. Es central conocer nuestros derechos para exigirlos. Y si no los cumplen, poder registrarlos y cuando te liberan poder denunciarlos. Es importante saber que no te pueden hacer desnudar, que la requisa completa es ilegal. Tenés que levantarte la ropa de arriba, volver a cubrirte, bajarte la ropa de abajo, volver cubrirte. No te pueden tocar las tetas, sí te pueden hacer sacar el corpiño. Pero a una de las compañeras migrantes le hicieron una requisa completa, la hicieron agacharse contra una pared y le metieron los dedos para ver si tenía droga. Solo a ella y por ser migrante. Esto es ilegal y clasifica como tortura.
Estefania: En mi caso hubo ciertas circunstancias diferentes a las que cuentan Laura y Eva Luna porque la fuerza que actuó el 14 de diciembre fue la Gendarmería y parecían no estar preparados para una detención de este tipo. Nos dejaron en una sala grande en la que la parte masculina y la femenina estaban divididas por una silla. Cada tres horas cambiaba la guardia. Dependiendo de quién estuviera de turno nos separaban o no, y por momentos nos daban los celulares. A través del modo en que trataban a Damiana ahí adentro me hacían notar los privilegios que tienen las personas blancas y de clase media: el médico legista la revisó en seguida, la dejaron hacer llamadas desde su propio celular. A ella le permitieron usar el baño de mujeres, a todas las demás nos hicieron usar el de hombres. Después supimos que en realidad la habían manoseado obscenamente al detenerla y que esas imágenes habían trascendido muchísimo. Y no les quedó otra que tratarla con ciertos privilegios. Además, una de las chicas que detuvieron conmigo tuvo un ataque de pánico. Traté de calmarla y apenas salió del ataque me separaron de ella y no pude hablarle más. Ella pedía llamar a su psiquiatra y no se lo permitieron. A mí no me golpearon, pero a todes les que estuvieron detenides conmigo, sí. En la calle y a un par adentro también. Sobre todo a las personas en situación de calle que agarraron ese día.
Eva: Eso es una injusticia total. Uno de los requisitos para que te liberen es la presentación del DNI y la comprobación de un domicilio. En ese sentido las personas en situación de calle no son sujetos de derecho. Es terrible. En mi caso, entregué el DNI en el que figura la dirección de mi casa, donde vivo sola. El oficial me pidió un teléfono para confirmarlo, entonces presenté los datos de mi mamá. Él no podía creer que yo, una mujer joven, viviera sola. Antes de eso, en la plaza, para detenerme me golpearon, cuatro mujeres de la policía sin identificación me tiraron contra el piso. El oficial varón que dirigía el operativo las arengaba para que me pegaran y gritaba “Yegua, ahora vas a ver lo que es el rigor”. Me cortaron la respiración con una rodilla, no podía respirar. Por eso me llevaron a la carpa del SAME, donde había mucha gente con heridas de bala de goma, sangrando. Otra cuestión es lo que pasó con Lorena, mi compañera que es abogada. Vio el momento en que me precintaban, se presentó como mi abogada y preguntó por qué me llevaban. Le dijeron que se callara porque la iban a levantar a ella. No se calló y, en efecto, la tiraron al piso, le hirieron la cara y la llevaron conmigo. Con el carnet de abogada en la mano. La agarraron entre cinco efectivos varones y mujeres. Le decían “negra de mierda”, “ahora vas a ver”, “te vamos a romper el culo” y una serie de amenazas dirigidas a su cuerpo, en torno a la violación. Las policías mujeres. Esa desgracia nos dio cierta protección a todxs lxs que estuvimos detenidxs en la Comisaría 15 de la Policía de la Ciudad con Lorena. Nos contaba qué derechos podíamos reclamar, nos indicaba cómo proceder. Por eso supimos que podíamos negarnos a firmar el papel donde redactan los cargos.
Estefania: Yo firmé en desacuerdo. Ese papel no tiene valor legal, pero es lo primero que te leen cuando abren la causa.
Laura: A mí me obligaron a firmarlo y no me dejaron leer qué decía. Me dijeron “no querés firmar, no te vas”. No tiene ningún valor incriminatorio, pero es bueno saber estas opciones.
¿Qué acciones, medidas, actitudes las ayudaron a transitar la detención? ¿Cuáles de ellas son específicamente necesarias para las mujeres en situación de detención?
Eva: En mi caso, sabía que tenía que cuidarme de que me metieran cosas en la mochila. Sabía que era recomendado no llevar mochila, pero la tenía conmigo porque decidí llevar limones para protegerme en caso de que gasearan. Para el Juez Bonadío tener limones ya es motivo para criminalizarte. Te pueden allanar tu casa.
Laura: Una de las detenidas del 8 de marzo de 2017 tenía que tomar medicación por VIH y no la tenía encima. Por suerte logró que se la acercaran y que le permitieran tomarla. Yo tengo mucha miopía, uso lentes de contacto y no puedo pasar muchas horas sin sacármelas. Les dije a los policías que si no me dejaban entrar los líquidos podía lastimarme los ojos y ellos iban a ser los responsables. Quise compartirlos con otra chica y no me dejaron. Es bueno tratar de tener con nosotras este tipo de cosas que necesitamos para que su falta no nos genere un extra de ansiedad. No es seguro que te dejen entrarlo, pero es una precaución. Otra cuestión específica de nuestros cuerpos es la menstruación. Necesitamos higienizarnos con cierta regularidad. No te dejan pasar tampones a la celda, tienen la obligación de darte, pero yo escuchaba a una chica gritar “por favor, estoy menstruando, quiero una toallita” y no sé si se la alcanzaron. Además a muchos celulares les robaron las memorias. Entonces si te detienen y tenés tiempo, podés intentar guardar o tirar la memoria.
Los medios que han dado difusión a sus testimonios hicieron fuerte hincapié en la arbitrariedad de sus detenciones y les han dado lugar a las tres para explicar con énfasis que sus modos de manifestarse fueron pacíficos, que ejercían el derecho a la protesta y reclamaban por diversas justicias. En el contexto actual de criminalización de la protesta en sí (y no de ciertos modos de protestar), ¿cómo podemos articular las calificaciones de razzia y de detención arbitraria?
Laura: Yo traje la noción de razzia cuando fui liberada, en una entrevista que me hizo Crónica y luego se replicó en otros medios. Detenciones arbitrarias hubo siempre en la Argentina, pero es una figura que efectivamente apareció con mucha fuerza durante el último año. Nosotras habíamos marchado, pero cuando nos levantaron salíamos de comer una pizza, horas después. Fue una razzia como las que ya no había, o las había en lugares invisibilizados. No es una figura que se use tanto, pero politiza mucho y liga nuestras detenciones a un contexto de represión muy fuerte. La razzia es una detención arbitraria que busca generar miedo, que implica a cualquier persona que se encuentre en determinado lugar.
Y en ese punto la represión intenta quebrar el sujeto colectivo de la lucha, ¿no?
Laura: Totalmente. Es cierto que el concepto de “detención arbitraria” es muy neoliberal. Se detiene a un individuo que luego tiene que demostrar que no hacía nada malo. La razzia es hacia todxs y hacia ningunx en particular. Para mí no son cacerías, que es otra palabra que apareció con mucha fuerza. Conceptualmente no me gusta esa palabra. En la cacería hay algo puntual, hay un animal y un sujeto empoderado como cazador, que procura un blanco muy puntual. En este caso no. La orden es para que vacíen, se lleven todo, arrasen. La razzia arrasa.
Estefania: Sí, en mi caso también fue razzia. Levantaron a todes les que estábamos por ahí, incluso gente que estaba caminando por esa zona del centro, ajena a la marcha.
Eva: Yo creo que está totalmente planificado y no es solamente eso. En nuestro caso televisaron durante una hora un ida y vuelta de piedras. Ahí se produjeron nuestras detenciones, que son arbitrarias y al mismo tiempo son una cacería. Y se ligan esas dos cuestiones, se crea una mentira sobre las personas que en efecto fuimos detenidas. No es inocente que en ese contexto detengan a personas en situación de calle, que quedan detenidas durante más horas. Los medios también juegan con eso: quiénes son lxs detenidxs, cuántas horas pasan en la comisaría. Tampoco es tan al boleo la detención. De quienes estuvimos detenidxs el 18 de diciembre, que somos alrededor de ochenta, solo hay videos que evidencian a dos tirando piedras. Hay una intencionalidad, la mayoría de los que tiraban piedras no estuvieron detenidos. Ya en la comisaría me leyeron mis derechos, sin antes decirme por qué estaba detenida. Tuve que insistir para que me dijeran por qué me habían llevado. Y entonces una policía mujer me respondió “vos estás acá porque estabas en un lugar en el que no tenías que estar”.
La figura de la desaparición, que tiene una carga importantísima en nuestro contexto nacional, continental, aparece en amenazas que pronunciaron los efectivos en sus detenciones. Pero como mujeres y feminidades en general, las torturas sexuales aparecen como un miedo muy específico.
Laura: Es interesante cómo en los últimos años aparecieron investigadoras que visibilizan las torturas generizadas de la dictadura. En ciertos espacios ahora se escuchan denuncias de mujeres como sujetos diferenciados que pueden sufrir violencias específicas. También las trans, las travas, por su puesto. Se va desarmando una figura de sujeto universal para estos casos. Es cierto que el miedo al asalto sexual está presente, es constante, y tal vez no es tan primario en los varones en general.
Estefania: De hecho las travestis, las mujeres trans son las que más dieron pelea y denunciaron las violaciones en contextos de detención y encarcelamiento. Ellas exigieron que el Estado se hiciera cargo de garantizar sus derechos para no ser violadas en las cárceles, por varones privados de su libertad o por los propios policías. Pero es cierto que también cuando me detuvieron pensé en Santiago Maldonado y en un falcon verde.
Eva: A mi compañera le hicieron muchísimas amenazas correctivas, disciplinatorias, en torno a la violación sexual. Conmigo hubo chicas detenidas a las que levantaron por estar en el centro. Ellas tenían una postura distinta en la situación de detención. Como militantes, nosotras estábamos más armadas para hacerle frente a todo eso. Intentábamos levantarles el ánimo, tranquilizarlas. Es bueno, si se puede, hablar, gritar y comunicarse con lxs demás, preguntarles los nombres, dónde viven, cómo están, si algún familiar o amigx podrá acercarse a la comisaría. Para reportarlo ante abogadxs. En una radio me preguntaron si yo tenía pesadillas después de lo que me pasó. Lo que siento y pienso al respecto es primero, que nosotras tres tuvimos más garantías que los compañeros y compañeras detenidxs-desaparecidxs. Estamos acá gracias a ellxs y reivindicamos su lucha. En la celda buzón, sola, para no volverme loca, pensaba en las Madres. Hebe contó una vez que cuando las detenían en las rondas de los jueves las metían en celdas con cadáveres. Si ella sigue peleando después de haber vivido todo lo que vivió, yo tengo que ser fuerte.
Por último: a la hora de narrar y renarrar testimonios como los de ustedes, que han vivido experiencias absolutamente aterradoras, creo que debemos procurar extremo cuidado para no reforzar la efectividad de la represión, para no meter más miedo. Lejos de afirmar que debamos silenciar nuestras voces y esconder las violencias sufridas, quisiera preguntarles ¿qué herramientas han encontrado este último tiempo para construir modos de comunicación de plena resistencia?
Laura: Yo quedé muy afectada subjetivamente, con mucho miedo. Durante casi un mes no pude salir sola a la calle ni dormir sola. Estuve acompañada 24 horas, todos los días. Eso tiene que ver con mi subjetividad de clase media, de chica cuidada, a la que agarraron inesperadamente. Lo que te deja marcas es que en ese momento vivís en carne propia el poder del estado, que es absoluto. Porque si en ese momento deciden hacer algo distinto a lo pautado por la ley, lo van a hacer. Después se verá qué pasa. Es una instancia de vulnerabilidad extrema. Tenés que exigir que se cumplan tus derechos, pero es un momento de estado de excepción prácticamente. Entonces, el miedo también puede ser inteligente, porque tiene que ver con protegerse. No un miedo que te inhabilite, pero sí la precaución. Cada unx vive estas cosas de manera personal. Yo me pregunté qué cosas valieron y valen la pena. Es una pregunta tramposa, pero te puede despertar mucho. Tener la certeza de que hay un equipo preparado para estar por vos el tiempo que sea necesario es central para la resistencia. Parte del mensaje ahora es que puede pasar. Es terrible, no hay que sacarle valor, pero sí le tenemos que sacar peso. Una vecina me dijo “En los setenta nos pasaba todo el tiempo. Y en los noventa también”. Y es verdad. Hay que sacarle peso y no importancia. Y transmitir la experiencia. Comunicar en las aulas, en los espacios de trabajo. La lucha no es solo la marcha, a la que hay que ir siempre, pero que tiene algo de escenográfico. Es muy importante lo que hacemos en lo micro, en el cotidiano. A mis alumnxs les cuento todo lo que aprendí en cada clase. Por ejemplo, “lesiones” es daño a una tercera persona. Si te denuncian por lesiones, hay que averiguar si la persona que sufrió la supuesta lesión querelló personalmente. Si no lo hizo, esa carátula cae. También hago mucho hincapié con qué se lleva a las marchas. Mi aprendizaje de este año es la construcción de redes de afecto. No me refiero a ese afecto banal y posmo que está de moda, sino a redes más profundas de compromiso afectivo. No solo la información y la organización política, sino ver cómo tramar mejor nuestras relaciones con las otras, los otros, les otres. Mientras estaba detenida, esa noche, lo único que me daba tranquilidad era saber que había gente, no necesariamente mi familia, que iba a estar ahí.
Estefania: Yo uso mucho Telegram, porque se puede gestionar qué queda registrado. Y también el boca en boca, creo que eso es muy poderoso. Cada vez que puedo, cuento todo lo que aprendí, cómo proceder, doy consejos: no vayas sola, llevá limones y bicarbonato, si hay que correr no te desesperes, pautá un punto de encuentro. Muchos de esos consejos los recibí de las mujeres anarquistas. Después tuve que recurrir a una psicóloga que trabaja con temas de lesa humanidad porque quedé con bastantes cicatrices. A mí me hicieron muchos comentarios sobre desaparecides, me hablaban de por qué estaba ahí y de mis conocides. También me pregunté qué vale la pena. Y me prometí que voy a seguir saliendo, no les voy demostrar que tenemos miedo. Es difícil, pero el poder lo tenemos entre todes, el pueblo en sí mismo. El sábado 16 de diciembre tuve una jornada con las mujeres afrodescendientes y de las treinta que éramos en la mesa, cinco habíamos caído detenidas en diferentes países. Ahí dije bueno, algo hice bien. Y el 18 también marché.
Eva: Yo laburo en una gráfica. Hicimos unos afiches en solidaridad con compañerxs anarquistas. Esa solidaridad entre las orgas, los compañeros y las compañeras que pasaron por detenciones es elemental. Esta pregunta me parece fundamental, antes no me la habían hecho y me quedé con muchas ganas de hablar de esto. Cómo procesar lo que nos ocurrió. Milito en una organización política y social, en la que está integrada la gráfica en la que trabajo, desde los dieciséis años. Yo construí un lazo político y afectivo con mis compañerxs. Tres de ellxs estuvieron detenidos el mismo día que yo y uno estuvo desaparecido durante 10 horas, no sabíamos adónde lo habían llevado. Como militantes sentimos la responsabilidad de no quedarnos en el miedo. Además, siento que te amedrentan cuando hacés las cosas bien. No tenemos que olvidar eso. Esto nos pasó porque las tres estábamos en el lugar donde teníamos que estar.
Laura, Estefanía, Luna: ¡gracias por compartir su lucha!
Marzo feminista 2018
Recomendaciones de CORREPI si vas a marchar: INDISPENSABLE: Llevá Documentos, teléfono con carga de batería y crédito. SUBE con carga, aunque tengas movilidad propia 1) Hacelo en grupo, no andes sólo. Si no tenés organización, escribí a algún espacio de confianza para ver si podés sumarte a su columna. Muchas organizaciones tienen criterios estrictos de seguridad, si marchás con esos espacios, respetalos ya que no son un capricho las indicaciones. 2) Llevá pañuelo para taparte la cara si lanzan gases. Si no es necesario taparte la cara por ningún motivo, ni ninguna función que estés cumpliendo, guardalo, no lo uses sin motivo. 3) Llevá limones, para aplicar en caso de que lancen gases lacrimógenos. 4) Llevá una muda de ropa -remera, sobre todo- por si te marcan. La policía y los cuerpos de infantería utilizan marcadores de pintura con los que te señalan y disponen a detener. Estar marcado es el único fundamento que necesitan para llevarte, independientemente de lo que estés haciendo. Cuando puedas, fijate de no tener marcas. Si las tenés, no te separes de la multitud ni entrés en pánico, porque podrías ser un blanco fácil para que te carguen. 5) Si no vas, podés ser pie telefónico para quienes movilicen. El pie telefónico es quién registra quienes van y atiende que TODXS regresen a sus destinos. Si llegara alguien a quedar detenido, comunicarse urgente con organizaciones antirrepresivas y de DDHH. Si vas, buscá alguien que pueda atender tus datos para informar ante cualquier eventualidad. Si tenés algún inconveniente de salud, también avisalo al pie telefónico por cualquier evento que ocurriese. 6) Llevá ropa cómoda y calzado adecuado para movilizarte. Ropa holgada es más sencilla de agarrar en las corridas y con ojotas es más fácil tropezar. Con lo anteriormente señalado, collares, aritos , piercings pueden lastimar en caso de choques o detenciones. Por lo que es recomendable prescindir de ellos. 7) No llevés elementos que puedan conllevar a dificultades para la soltura en caso de detención. Un porro o un elemento cortante pueden demorarte la salida en caso de caer detenido, independientemente del uso que se le adjudique. Tampoco llevar cuadernos, agendas ni anotaciones personales. 8 ) En las marchas masivas con un despliegue represivo considerable, es recomendable no marchar con niñxs atendiendo el grado de exposición e hipótesis de conflicto presente. Para comunicarse con CORREPI: María del Carmen Verdú: 11 4417-0659 Carla: 11 2483-5122 Román: 11 6254-8989
*Agradezco la colaboración de Lisa Buhl y de Bar La Tribu por habernos alojado tan bien para llevar a cabo esta entrevista.
Ph.: Florencia Di Tullio
Gran entrevista, gracias Martina por escribirla y a las compañeras por la buena disposición. Es tremendo lo que vivieron, todes les agradecemos sus reflexiones al respecto, que nos ayudan a protegernos.