Por Karina Fuentes y Paula Daporta
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Reconocer a Norma Gilardi. Su vida. Sus andanzas. Digna del rodaje de una película. Película que lucha por la dignidad del ser y hacer.
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La vida de Norma nos reconoce a nostrxs en los caminos de lucha. La lucha por la diversidad pero en diversidad. Lucha con toda su potencialidad de reconocer las múltiples formas de atrincherarse y dar batalla. Así en mayúscula. LUCHA por aquello que soñamos despiertxs.
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Sueños y luchas colectivas que nos tejen y enredan.
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Norma, como gusta decir, es una institución, cuyos cimientos se amalgamaron en un hacer que la volvió referente en el mundo del espectáculo pero sobre la historia del movimiento LGBT. Supo brillar en las tablas cuando la dictadura ejercía su poder omnipresente. Supo de las comisarías, donde la democracia la encontraría de la mano de las contravenciones, propias pero también ajenas, cada noche que había que salir a buscar a una compañera.
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Norma y la película de su vida supo de la formación de ALLIT (Asociación Lucha por la Identidad Travesti y Transexual) y de la primer Cooperativa Textil de Trabajo Travesti y Transexual Nadia Etchazú. Supo, de la mano con tantx, del ajetreo de la lucha por la Ley de Identidad de Género.
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Norma ha sabido abrir caminos. En yunta con Lohana Berkins, buscando como hacer más vivible la existencia de tantxs. Supo de la fragilidad de eso que llaman vida, cuando de corridas llevaba a sus compañerxs al Hospital Muñiz, una y otra vez, exigiendo que lxs atiendan. Cuando esas estadísticas de expectativas de vida trans eran algo más que un número y se convertían en una compañera más que ya no estaría.
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Norma supo soñar despierta para volver a las tablas mientras limpiaba la sala de un teatro, que en sus memorias encabezaba.
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Norma ha sabido estar ahí donde la lucha cotidiana y el porvenir lo necesitaban. Norma supo y sabe cómo seguir andando y construyendo. Norma sabe que el camino lleva precisamente por el lado del reconocimiento. Pero no al de su trayectoria. Sino el reconocimiento de las marcas de un sistema heteronormativo, patriarcal y capitalista que estigmatiza el cuerpo e identidad de ella y de sus compañerxs. “Repara es Reconocer” suele andar diciendo por ahí hoy en día, mientras agita el Proyecto de Ley Nacional de Reparación Histórica de Personas Travestis y Trans Víctimas de Violencia Institucional.
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Norma ha sabido bien de la mano tendida. Esas manos que tejen trajes de mostacillas y lentejuelas. Manos que tejen solidaridades. Manos que tejen sueños. Realidades. Luchas. Las Manos de Norma que tejen Futuro.
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El 29 de diciembre de 2017, Norma recibió después de 40 años, el “Reconocimiento a la Trayectoria Teatral y Militancia”. El próximo 17 de febrero, a las 19 horas le entregarán el premio Memoria Trans, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (Ex Esma). Allí mismo se puede recorrer la muestra “Esta se fue, a esta la mataron, esta murió” hasta Marzo de 2018.
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Ph: Karina Fuentes
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