Por Camila Parodi
Relmu Ñamku fue acusada por defenderse del avance de una empresa petrolera en su territorio con piedras. Un cuerpo de mujer con sangre indígena en la que se configura la opresión extractivista, patriarcal y colonial. Un cuerpo seleccionado para el sacrificio en pos de la continuación y perpetuación de las lógicas de un sistema. El hecho no es la piedra, y nunca lo fue, la criminalización a un cuerpo de mujer, a una comunidad es la disciplina con la que se advierte temor a quienes se atreven a rebelarse. En un diálogo abierto a un mes de su absolución, Relmu Ñamku reflexiona sobre su caso y nos comparte su análisis.
Para comprender el caso judicial primero es necesario entender el contexto y desde el comienzo del juicio iniciado contra la Comunidad Winkul Newen el día 26 de octubre, así lo manifestó la defensa. “La comunidad se encuentra en la zona centro de la provincia de Neuquén donde la explotación petrolera y minera está a flor de piel” aclara Ñamku al iniciar el diálogo “somos víctimas de este sistema que se está instalando en nuestro territorio,durante décadas hemos resistido al avance de esta explotación”.
La referente recuerda, “veníamos de un proceso judicial muy duro, fuimos judicializados por enfrentarnos a esa explotación en el año 2012, donde atravesamos muchos desalojos e inspecciones, la militarización del territorio y la detención para que la empresa pudiera ingresar a la comunidad sin justificar y sin la previa consulta que tenemos y que debe estar garantizada por el Estado”. El caso por el que se la acusó inicialmente dató a partir de ese año si bien, la comunidad ya contaba con denuncias previas ante el avance extractivista en su territorio, en ese marco la referente expresó “nosotrxs en ese año resistimos un desalojo, que estaba previsto con topadoras y policías para ingresar a nuestro territorio que se encontraba cerrado por un alambrado sobre la ruta, la empresa llegó y quiso avanzar sobre ese alambrado y nosotrxs resistimos, y lo hicimos con piedras, en cinco minutos logramos que todos esos vehículos se fueran” sin embargo el triunfo duró poco en la comunidad ya que “a las pocas horas quedamos detenidos por dos días debido a que una oficial de justicia aparentemente había sido herida por el impacto de una de las piedras en su camioneta” , aclara.
A partir de ahí comenzó la causa que, “inicialmente fue bajo la carátula de ´lesiones´ y después cuando la justicia lo toma y comienza a verla la transformó y caratuló en ´tentativa de homicidio con alevosía´ y pedían quince años de prisión para mí a quien acusaban de haber tirado esa piedra y para los otros dos hermanos que los acusaban por ´daños´” manifestó. Ñamku recuerda que se trataron de “tres años de mucha presión tanto para mi y toda mi familia como así también para nuestra comunidad y el conjunto del pueblo mapuche”. Pero advierte, “como comenzamos a ver que este plan se iba a extender a todo el mundo, logramos que sea una preocupación de todos los pueblos originarios y organizaciones ya que lo que veíamos era que con esta causa lo que se pretendía era instalar la acusación a las luchadoras por el territorio como juicio testigo”.
En esa línea se llevó a cabo este juicio que aparte, de estar montado como un circo en el predio lindero a los tribunales de la ciudad de Zapala “tenía un condimento especial” según la referente mapuche ya que “se trataba de un juicio por jurado que si bien es algo nuevo se va a transformar en el código penal de todo el país como figura, nos impusieron el juicio por jurado como si nuestro caso fuera de extrema gravedad para lo que se suele utilizar esta forma, sin embargo nuestros abogados solicitaron que este sea intercultural donde la mitad de ese jurado sean mapuches”.
Pero Relmu no se detiene demasiado en el desarrollo del juicio, ni en las violencias y falsas acusaciones que tuvieron que atravesar durante los diez días que duró, y enfatiza “por suerte logramos salir absueltos, el veredicto fue no culpables y para nosotros fue toda una victoria no sólo para la comunidad sino para todxs”. Una causa que se hizo colectiva gracias al “acompañamiento de muchas organizaciones y por distintas comunidades de nuestro pueblo que se encuentran atravesadas por la misma problemática” inclusive recuerda que a partir de la repercusión “los fiscales salieron al día siguiente de la finalización del juicio a decir que el jurado había sido presionado porque la comunidad había montado un circo de pueblos originarios y organizaciones de derechos humanos”.
“Si bien nada es gratis y fue mucha presión la vivida desde el 2012” advierte Ñamku, “tambíen es para nosotrxs un orgullo saber que el único negocio petrolero que se encuentra parado por la lucha es el de nuestro territorio”. Durante tres años la comunidad fue “demonizada como lxs violentxs para tratar que lleguemos solxs al juicio sin embargo, fue todo lo contrario porque lo que nos acompañó todo el tiempo fue la solidaridad” reflexiona felizmente y continúa “este caso supo trascender porque ya no se trataba de Relmu Ñamku ni por la Comunidad Winkul Newen, era por todxs eso es un triunfo de los pueblos que demostramos que, cuando está en juego algo tan grave como la libertad y la vida producto de la defensa de la naturaleza logramos fortalecernos”. Sin embargo, como era sabido, la lucha no termina acá y Ñamku advierte “vienen tiempos duros, donde nos vamos a tener que seguir encontrando en las calles y si bien para nosotrxs no es nada nuevo creemos, con la experiencia del juicio, que necesitamos una mejor organización para resistir de otra manera”.
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