Sin clientes, no hay trata
Por Camila Parodi
No podemos disociar el tema prostitución y consumo del cuerpo de las mujeres como mercancía de la construcción social de los géneros en sí, es decir de lo que significa, en consecuencia, en nuestra sociedad binaria el ser mujer o varón.
El hecho histórico de que se ponga el eje en la víctima-prostituida y no en el victimario-prostituyente es la manifestación explícita de una naturalización de roles y corporalidades, en la que nos parece “normal” que la mujer sumisa y débil sea violentada y hasta esclavizada, encubriendo estos discursos patriarcales a través de mitos tales como que la prostitución es el trabajo más antiguo de la humanidad o que hay mujeres a las que les gusta. Sin cuestionar demasiado de esta manera al varón, a ese macho trabajador que no puede satisfacer sus “instintos y necesidades sexuales naturales” por lo que recurre al consumo de la prostitución, como un servicio público en el que él elige ser prostituyente, pero donde la mujer prostituida no es libre de elección.
Esta realidad que nos ocultamos acciona como una olla a presión, se conoce lo que sucede pero lo escondemos hasta que no se puede más y explota de manera “sorpresiva”, claro que de sorpresiva no tiene mucho ya que son muchos los años de silencios cómplices y de mujeres violadas, calladas y esclavizadas que pasan en nuestra sociedad para que en algún punto de inflexión como sucedió en las últimas horas en la que la justicia sexista, también prostituyente, tucumana absolvió a lxs trece acusadxs por la desaparición de Marita Verón, luego de diez meses de juicio, donde explotó, y a la vez unxs cuantxs, explotamos…
Porque una vez más jueces cómplices reglamentaron la prostitución y la corrupción, y esto no se limita al fallo solamente sino al sistema de representaciones creadas luego de él, en el que prostituyentes son legitimadxs ante prostituidas. Se legitimó, una vez más, la industria sexual del cuerpo de las mujeres, donde empresarixs sexuales y compradores negocian y se reparten cuerpos-mercancías, manteniéndose como simples consumidores invisibles protegidos por el mito de ir de putas. Del mismo modo que policías, intendentes, gobernadores y muchxs otrxs cómplices que también recibirán su porción, fortaleciendo así este modelo patriarcal donde la prostitución sigue aún siendo una asociación directa con la sexualidad masculina.
Es necesario ir más allá de esta explosión de vapor que ocurre de vez en cuando en nuestra sociedad ante hechos como el injusto fallo ante la causa Marita Verón, porque así como revienta también se esfuma rápidamente, y mientras tanto, muchas mujeres siguen siendo alienadas de su libertad y de su soberanía sobre el cuerpo. Por eso seguimos y unimos nuestra lucha a los incansables pasos de Susana Trimarco, madre de Marita Verón, al manifestarnos para que ¡ni una mujer más sea víctima de las redes de trata y prostitución! Por la aparición con vida de Marita Verón y de todas las mujeres que las redes de trata se han llevado para ser prostituidas.
Imagen: Marcos Villalva
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