#AbsoluciónParaLuz

Absolución para Luz
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Protagonista de otro caso de (in)justicia heteropatriarcal transodiante

Por Sofía Espul

Luz Aimé Díaz es de Embarcación -Salta-, tiene 24 años, llegó a Buenos Aires en 2017 y al Hotel Gondolín en marzo de 2018. Gracias a Zoe (Presidenta del hotel), pudo quedarse a vivir allí y comenzar sus estudios en el Mocha Celis, donde estaba cursando 7mo e iniciando algunas materias de 1ero cuando comenzó toda esta pesadilla. La acusan de homicidio agravado en grado de tentativa y está presa desde agosto de 2018 pero no hay pruebas en su contra, solo un video filmado por la cámara de seguridad del edificio que la muestra saliendo de allí la noche del crimen. 

Luz es trabajadora sexual. Un día como cualquier otro, fue a la casa de unos clientes que la convocaron para un servicio sexual; eran dos varones en un departamento de Palermo, una vez realizado su trabajo se fue y continuó su vida normalmente. A los dos meses, mientras se encontraba trabajando en la calle en la que habitualmente paraba, la policía se la lleva de una manera violenta y extorsiva diciéndole que tenían un video que la incriminaba, intentando sacarle información que ella desconocía. Quedó detenida en un calabozo durante más de 15 días en condiciones inhumanas y luego la trasladaron al penal de Ezeiza; allí estuvo presa 8 meses hasta que su defensa logró que le den prisión domiciliaria en el Hotel Gondolín. 

Luz posee una discapacidad visual, causada por el ataque de un cliente que se rehusó a pagarle por un servicio sexual y a cambio la golpeó tanto que hizo que perdiera por completo la visión en su ojo izquierdo y el 75% en el derecho. Gracias a que les profes del Mocha Celis y varias compañeras trans se enteraron del caso, Luz logró tener una abogada -Luli Sánchez, también abogada en el caso de Diana Sacayán-, quien será su defensora durante el juicio y quien logró que Luz cumpla prisión domiciliaria en el Gondolín hasta que se realice el juicio. Al día de hoy ya lleva más de 1 año y medio privada de su libertad.

Luz y el Gondolín

El Hotel Gondolín, ubicado en el barrio de Villa Crespo, es un espacio histórico de autogestión, lucha y resistencia del colectivo travesti-trans. Hoy es una Asociación Civil que aloja, brinda contención y educación a chicas travestis-trans.

Hotel Gondolin

¿Cómo llegaste al Gondolín?

Vine al Gondolín en marzo de 2018, acá me trajo una amiga que también es de mi pueblo, después ella hizo sus cosas y se fue a vivir sola. En 2017 me vine, yo soy de Embarcación, me había ido a vivir a Salta Capital pero hablé con mi amiga que estaba acá porque estaba cansada de la policía de allá que me correteaba, te hacen cagar, no te dejan parar en la esquina. Y bueno, ahí me vine acá y trabajaba en Ruta 8 en provincia.

¿Por qué viniste a Buenos Aires?

Por las chicas y porque tenía un contacto acá de chicas de mi pueblo. Empecé a trabajar en Provincia, hasta que surgieron problemas en esa zona, me cansé y me vine acá. Mi amiga le había escrito a la Zoe que es la presidenta del Gondolín para ver si podía tomarme de pupila. Le doy gracias a ella que estoy acá, que me respalda, que nunca me abandonó. Ella sabe la clase de comportamiento que tengo, a veces puedo ser gritona pero no soy de pelear, de hacer quilombo. Acá conocí al director del Mocha Celis, Francisco, y ahí le dí mis papeles y le dije que quería estudiar, que quería hacer bien las cosas. Tenía otras posibilidades, me habían ofrecido droga para vender pero no la agarraba porque no quería caer presa, además no me daba el cuerpo ni la vista. Me dedicaba a estudiar pero me cagaba de hambre, no salía a trabajar por el horario de la escuela, salía solo los fines de semana y la plata me duraba poco.

¿Como es un día acá en el Gondolin? ¿Cómo se organizan?

Es tranquilo, las chicas son piolas, no pelean, se ayudan entre todas; somos como una familia. Venimos mayormente del norte: Salta, Jujuy, Tucumán… vamos rotando entre 40 y 60 chicas. Cuando llegué por primera vez miraba todo, veía cómo era esto, cómo controlaban a las chicas, cómo se manejaban. Acá adentro no hay prostitución, no hay joda, no hay nada. Lo que hagas de puertas para afuera queda afuera. El bardo y la violencia tampoco, una vez que haces bardo… listo, de patitas a la calle. Es una asociación para reparar a las chicas trans, que quieran estudiar o hacer otros trabajos por fuera de la prostitución, si venís con esa idea te quedas, ahora si venís a drogarte, a pelearte, a no estudiar; te corren. Abajo la abuelita Marisa vende comida, sino las chicas se juntan para almorzar y compartir. Son todas buena onda, no me mezquinaron nada, me siguen ayudando, bancando.

De Embarcación Salta, el estigma de ser trans y migrante

A lo largo de la charla Luz menciona varias veces su origen migrante y recuerda sus tiempos en su ciudad natal. Embarcación es una pequeña ciudad del norte de Salta, a unas 5 horas de la capital, allí vive su familia, quienes están al tanto del caso y esperando con ansiedad el juicio. Luz cuenta que se reconoció trans desde muy chica, “yo me vestí sola, no tuve un referente, no tuve madre ni nada”.

¿Quiénes quedaron allá en Embarcación? ¿Seguís en contacto con tu familia?

Sí, no les escribo mucho, ellos están esperando el juicio nomás. Cuando se enteraron ‘ay, lloraban sangre’. Que porqué te fuiste, viste que te dije. Mi mamá no quería que me venga, no sabía ni les avisé nada porque yo estaba en Salta Capital y desde ahí me vine. 

Tengo dos hermanas mujeres y cuatro varones. Con ellos todo bien, gracias a Dios nunca me discriminaron. Los primeros días sí como cualquier hermano que no te quiere ni ver en la calle. Ahora quieren que me vaya allá, me dicen que me van a dar trabajo, ‘vení a cuidar a mi hija, te voy a dar $500’, les digo que $500 me los gano en una noche y ni loca me voy a ir a que me salgan canas allá, dejame acá nomás les digo. 

Luz cumple prisión domiciliaria en el Hotel Gondolin

Mis hermanas siempre me hacían burla cuando iba a trabajar, ‘ya te vas a putear’, sí, voy a llevarte la plata para que comás, sucia (risas). Como todo hermano también me pegaron y todo, pero yo también era rebelde, era una persona de chica muy contestona. Después las cagadas se las mandaban ellos, yo le decía a mi mamá y ella me defendía a mí; uno por el tema de que era marica y dos por el tema de la vista, por eso me defendía mi familia.


Campaña de absolución. Acompañamiento y exposición

Son sus profes del Mocha Celis y sus compañeras del Gondolín quienes iniciaron la campaña #AbsoluciónParaLuz, activaron una cuenta de Instagram y Facebook, encabezaron marchas, crearon una solicitud para juntar firmas en Change.org y demás acciones para visibilizar la injusticia a la que está siendo sometida desde hace casi dos años.

Desde hace un par de semanas Luz recibe en el Gondolin a periodistas y fotógrafes de distintos medios mediante citas pautadas previamente por quienes organizan la campaña y manejan las redes. Se la nota cansada de contar su historia una y otra vez, de posar para la foto, de intentar sonreír, de recibir a estas visitas que la abordan con preguntas, análisis y suposiciones. Luz sólo quiere que todo esto termine, quiere liberarse de la tobillera, poder salir a la calle y seguir estudiando.

¿Cómo te sentís con la campaña para pedir tu absolución que armaron tus compañeras?

Me siento acompañada, me quedo más tranquila porque tengo gente que me apoya, primero no tenía nada. Ahora todo el mundo me conoce. Antes en mi pueblo no me conocía nadie y ahora me conocen todos.

¿Qué le dirías a quienes tienen a cargo tu causa?

Les preguntaría por qué motivo me quieren culpar si no hay pruebas. Yo me hago cargo del video que se ve que estaba apareciendo en la entrada. Les diría que tienen que hacer bien las cosas, a mí porque me ven cara de tonta y marica, que no tengo recursos ni se nada de esto. 

Luciana Sánchez (su abogada) me dice que va a salir todo bien, que me quede tranquila. Como no hay pruebas, no hay nada, la víctima no me denunció ni nada, ni siquiera la conozco y nunca la ví. Pero el que está ensañado conmigo es el fiscal, por ser marica y por chica pobre. Y encima como no soy de acá tampoco… Pero ella dice que hay herramientas para darlo vuelta; no sé en que tengo más fe, si en Dios o en la abogada (risas).

El caso de Luz refleja el accionar de la justicia heteropatriarcal transodiante, al escuchar su historia nos preguntamos cómo puede ser que la fiscalía no haya citado a los dos hombres que se encontraban en el departamento el día de los hechos; ni siquiera averiguaron sus paraderos, no buscaron otras pruebas, otros responsables. Ella es la única incriminada, les bastó con un video en la entrada del edificio para meterla presa y someterla a este calvario. 

Que sea trans, pobre y migrante resultó para la justicia la combinación perfecta para culpabilizarla, violentarla y así ahorrarse trabajo. Total ¿a quién podría importarle la existencia de Luz? Un caso más de criminalización de las personas trans, quienes sobreviven a situaciones de extrema vulnerabilidad y violencia institucional constante y cuya expectativa de vida no supera los 40 años.

#AbsoluciónParaLuz

#BastaDeJusticiaTransodiante

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