Cristián Demaría, el hombre del siglo XIX que reivindicó los derechos de la mujer

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Por Susana Salina

“Me propongo estudiar la condición en que nuestras leyes civiles colocan a la mujer, es decir, los derechos que le conceden y las obligaciones que le imponen; y demostrar por su examen que, encerrando su círculo de acción entre lo más estrechos límites, impiden el libre ejercicio de sus facultades, atentan contra su libertad, que no está en el poder humano menoscabar, sin faltar a los principios absolutos e inmutables de justicia, y son una rémora para su perfeccionamiento, lo que redunda en perjuicio de la humanidad entera, pues la aniquilación o el mutilamiento de una de las partes componentes, importa siempre una perturbación en el orden armónico del todo.”

Cristián Demaría

Fue abogado penalista y juez, un ser inusitado para su época. Ana María Cabrera lo rescató del olvido y lo revivió a través de su obra Cristián Demaría por los derechos de la mujer.

Bernabé, el padre de Cristián, debió exiliarse en España a causa de las diferencias políticas con el gobierno de Rosas. En Madrid, conoció a Rosario, una apasionada por el tango flamenco. Se enamoraron y, en mayo de 1848, se casaron. El 20 de septiembre de 1849 nació Cristián Demaría. Por ese entonces, la Argentina se recomponía de sus etapas turbulentas, el padre de Cristián soñaba con el retorno, y como consecuencia la familia Demaría emprendió el viaje. Rosario estaba muy enferma, tenía tuberculosis, el 20 de julio de 1854 falleció en Buenos Aires. Bernabé fortaleció el lazo con su hijo y no se apartó ni un instante de él.

Cristián, el aparecido

¿Cómo se asomó Cristián a tu vida?

– Apareció cuando transitaba por la trama narrativa de Felicitas Guerrero. Encontré pocos documentos donde lo mencionaban, ocupaba un segundo plano, la figura preponderante era Bernabé Demaría. Mientras buscaba datos sobre él, se me apareció, porque no lo puedo decir de otra manera, el nombre de Cristián Demaría, y con él su tesis doctoral que se titulaba “La condición Civil de la Mujer”, fechada en 1875, ¡no lo podía creer! Comencé a hurgar hasta que la conseguí, cuando la empecé a leer percibí que era un adelantado, no de un siglo sino de dos.

¿Cómo fuiste construyendo el personaje?

– No contaba con muchos elementos, solo con escasos registros y mi imaginación. Lo concebía como un joven delgado, tímido, posicionado detrás de ese padre poderoso, que fue escribano, escritor de teatro y pintor campestre. Sin embargo, a la hora de intervenir, lo hizo de una manera certera cuando Felicitas Guerrero decidió enfrentar a Enrique Ocampo, su asesino, para dejarle en claro, de una vez por todas, que no lo amaba. La pasión silenciosa que Cristián tenía por ella, la hizo manifiesta al momento de defenderla de su homicida. Empujó la puerta cuando escuchó el tiro, y se lanzó contra Enrique Ocampo. Ese hecho, fue un disparador para comenzar a recrear su historia. Además, me enteré que a la hora de escoger una profesión, se decidió por la carrera de derecho. Fui a la iglesia de Dolores. Allí, en las actas de nacimientos, estaban inscriptos sus hijos. En la Corte Suprema nadie lo conocía, y para colmo el archivo estaba en pleno proceso de organización, y tenían todo sin fichar. Fue una tarea dificilísima, aún así, logré localizar los registros sobre las defensas que realizó Cristián. A medida que iba descubriendo sus trabajos, su compromiso en proteger la dignidad de la mujer, me enamoraba cada vez más de su personalidad.

Para la caracterización de Cristián, intenté penetrar en la mirada de un hombre dotado de una particular sensibilidad capaz de captar el tema de la violencia. Trabajé sobre esa temática estudiando y leyendo de bibliografías psicológicas.

La novela histórica

¿Por qué elegiste una obra literaria como la novela para presentar a Cristián en sociedad?

– Porque, por lo general, intento rescatar a personajes desconocidos de la historia. En esos silencios que se deja, se introduce la ficción literaria. Vengo del campo de las letras, lo mío no es la historia, que tiende a la verdad, sino a la literatura que se inclina a la verosimilitud. Por medio de la novela histórica voy reconstruyendo lo que pudo haber sido. Extraigo toda la información posible del contexto de la época, de la vida cotidiana como recetas de cocina. Además, porque concibo a la novela histórica como aquella que invite a una reflexión, abra puertas sobre temáticas que aún siguen vigentes y continúan preocupándonos. Que pueda ser capaz de provocar una inquietud que permita profundizar y actuar en consecuencia por la liberación de la mujer.

Redescubriendo al abuelo

¿Pudiste contactarte con alguien de su familia?

– El proceso de la escritura, es tan mágico, tan lindo por la gente que voy conociendo, por los hechos que se van enlazando. En 1998 una de las nietas de Cristián pasó por la Feria del Libro y compró la novela Felicitas, con la certeza de que otra pavada más habían escrito sobre su abuelo. Mientras viajaba hacia Adrogué, leía el libro, a medida que lo hacía, lloraba. Al otro día, llamó a sus parientes que salieron a comprar la novela donde se resaltaba la figura de Cristián, como el único hombre que salió a defender a Felicitas cuando Enrique Ocampo la mata.

Se acercaron para una de las presentaciones de la obra, charlamos, y ahí se enteraron que su abuelo había hecho una tesis dedicada a la mujer. Cuando les manifesté que estaba escribiendo un libro sobre Cristián, se sorprendieron, porque esperaban que fuera sobre papito Bernabé, el bisabuelo, y no sobre él.

Un hombre atípico

¿Fue un anacrónico?

– Sí, claro. Fue un hombre atípico para su generación. Que alguien, para esa época, se presentara con una tesis sobre La condición civil de la mujer, donde el mal trato era tan común, era algo insólito. Solo basta tener en cuenta algo muy simple, como eran los periódicos de aquel momento. La sección correspondiente a la parte política estaba destinada a los hombres y las novelas folletinescas, a las mujeres. El diario estaba bien diferenciado. A medida que me acercaba a él, por medio de sus trabajos, más me resultaba producto de mi quimera. Tal es así, que dormía cerca de su copia fotográfica, única existente, obsequio de una de sus nietas. Necesitaba tener la certeza que haya sido real, más aún, cuando leí los casos que defendió.

Se omitió tanto sobre Cristián, que cuando busqué en los diarios de la época, no encontré nada, salvo en La Tarde, un periódico local de Dolores, provincia de Buenos Aires, que dedicó unas breves palabras a su muerte: <<El Dr. Cristián Demaría se aleja de los suyos y de sus numerosos amigos dejando entre ellos la impresión profunda que causa siempre la desaparición prematura de un hombre joven aún e inteligente.

Había heredado de los Demaría el carácter, la inteligencia y la honradez.

Fue como magistrado recto y laborioso, sobresaliendo como criminalista, a cuyo estudio se había dedicado con preferencia desde sus primeros años.

Severo e inquebrantable, no hubo influencia de poderosos que hiciera variar su acción de la justicia, y medía con la misma vara y pesaba en la balanza de Themis, tanto al infeliz proletario con al más encumbrado burgués.

Muere pobre a pesar de sus largos años de servicios prestados a la provincia…>>

“Cristián fue una persona sensible y fuerte al mismo tiempo. Su feminismo era humanismo, porque se puso del lado de la mujer y la defendió. Deseo que ocupe el lugar que se merece en la historia. Un modelo para imitar en esta lucha en pos de la mujer digna y respetada junto al hombre, pero sometida, jamás”, concluyó Ana María.

 

 

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