Dossier Especial: Identidad de Género

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¿Qué nos da la identidad?

 

Por Anahí Más

 

Ser varón o ser mujer constituye un hecho sociocultural e histórico porque más allá de ciertas características anatómicas y hormonales no hay nada que determine a ambos sexos; obviamente hay diferencias que se cuelan en todas las esferas de la vida: económica, social, cultural, política, etc.

La identidad de género, a diferencia de la identidad biológica, se trasmite y se aprende de generación en generación con la intervención de distintas instituciones como la familia, la escuela, el Estado, la iglesia, etc. La Identidad de Género es conjunto de características, roles, oportunidades y expectativas que la sociedad asigna a la personas, basándose en sus características biológicas, y que hace referencia a la vida íntima y a la percepción personal respecto del género.

Frente a esto Simone de Beauvoir decía que “en verdad basta pasearse con los ojos abiertos para comprobar que la Humanidad se divide en dos categorías de individuos cuyos vestidos, rostro, cuerpo, sonrisa, porte, intereses, ocupaciones son manifiestamente diferentes. Acaso tales diferencias sean superficiales; tal vez estén destinadas a desaparecer. Lo que sí es seguro es que, por el momento, existen con deslumbrante evidencia”. Una sociedad con dualidad de géneros como dice Simone, pero muchos sectores de las Ciencias Sociales plantean que estamos en un mundo que sociológicamente está a punto de tirar por la borda la idea de dos géneros. Parece imposible reducir todo en varones y mujeres. Ya que la diversidad sexual existe y en la actualidad es cada vez más notable.

Cada grupo humano toma forma, trasmite, enseña e impone ciertos modelos ideales en torno a la feminidad y/o la masculinidad. Indudablemente la imagen social, lo que se ve y cómo lo ven es parte fundamental de la identidad sexual de toda persona. “Si me ves varón seré varón”. “Si me ves mujer seré mujer”. La mente y el cuerpo pueden ir por dos caminos diferentes y ahí está la búsqueda de la identidad sexual y de género. El ser y el sentirse. El ser y el parecer. El ser y la mirada del otro, y la de uno mismo. La sociedad estigmatiza, discrimina, acusa y rechaza al otro que no entra en los parámetros sexuales y de género establecidos. Te impone tu sexo, tu deseo y la imagen de tu cuerpo.

La identidad es uno de los derechos fundamentales de los seres humanos. La identidad de género es, sin duda, el eslabón esencial de este derecho. Esta se construye, se transforma, se refuerza y se reafirma. Ser, pertenecer y reconocerse más allá de lo estrictamente biológico y genético. Si no, transformar el cuerpo a aquello que psicológicamente se es.

 

LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO

La Ley busca asegurar el reconocimiento de la dignidad, la singularidad y del proyecto de vida de las personas trans, así como también promover su integración y el respeto de los derechos humanos. Por otro lado, da lugar a la rectificación registral del sexo y el cambio de nombre. Con estos fines ordena la creación de: la Oficina de Identidad de Género, que tendrá por objeto, un ámbito de consejería y acompañamiento para las personas trans. Las atribuciones de los organismos creados por la presente se enumeran en la Ley.

 

Suplemento Soy de Pag/12 del viernes, 14 de enero de 2011

Violencia en tiempo real

La versión 2011 de los reality shows en el aire de la televisión abierta incluye entre sus participantes a personas trans: Alejandro, en Gran Hermano, y Julieta, en Soñando por bailar, sobre quienes la ignorancia y la transfobia se derraman sin límite. ¿Hace falta agregar algo más a los diálogos transcriptos a continuación?

José María Listorti: – Vos dijiste que sos transexual, y que yo sepa transexuales son las que están operadas. ¿Vos estás operada?

Julieta Biesa: – (breve silencio) Yo soy transexual…

J.M.L.: – ¿Pero estás operada o no? Porque si estás operada es una cosa, si no estás operada es otra, porque en ese caso por más que seas muy linda no entrás en mi gusto sexual. Eso de encontrarse con una cosa ahí…

J.B.: –Tengo una malla abajo del short, si querés te muestro y queda a tu criterio.

J.M.L.: – Ay, son las tres de la tarde… bueno, dale, mostrá, pero tranquila.

(Julieta se baja el short a la vez que es reprendida por Mariano Iudica cuando intenta hacerlo con movimientos sensuales. “Hacelo normal”, pide. La cámara enfoca la entrepierna.)

J.B.: – ¿Y? ¿Qué decís?

J.M.L.: – Que después de un par de fernets no importa nada. Pero yo quiero saber, y algunos chicos supongo que también, si sos de su gusto sexual o no.

 

Este es el show, El Trece.

Alejandro: – Yo nunca jamás me sentí gay…

Emiliano: – Pero vos sos gay.

Luz: – Él no es gay.

Emiliano: – Es homosexual.

Luz: – No es homosexual.

Emiliano: – ¿Qué es homosexual? Que le gustan las personas del mismo sexo. Y el sexo lo tenés definido.

Alejandro: –No, el sexo no es solamente físico.

Emiliano: –Bueno, pero es homosexual. Después hay diferentes ramas de homosexualidad…

Alejandro: –Yo considero que soy trans hasta que me opere, después soy un hombre. (…)

Emiliano: – Vos sos homosexual cuando te gustan de tu mismo género. Y él, actualmente, es género femenino. O sea, vos decís que te sentís hombre, pero no podés decir que no sos diferente del resto.

Alejandro: –Yo no me siento diferente a cualquier otro pibe en la forma de pensar…

Emiliano: – Pero la realidad es que no, la realidad es que no. Yo, la verdad, no te creo, ¡si hasta nuez tenés!

Gran Hermano 2011, Telefe, mientras el videograph decía: “Emiliano y Alejandro no concuerdan”.

Benjamín Saavedra: –Yo no me veo con un travesti en pareja. Yo no podría tener sexo con ella.

Este es el show, El Trece. De un participante de Soñando por bailar, sobre el romance que mantiene con Julieta Biesa.

Viviana Canosa: – (después de haberle pedido a Julieta que dé una vuelta para mostrar su cuerpo) Su marido debe estar diciendo “qué fuerte que está la morocha”. ¡Es travesti! ¿Dónde está Benjamín? Acá, le cuento al público que ellos ya chaparon. ¿Vos tenés novia afuera?

Benjamín Saavedra: –Yo dejé a mi pareja afuera.

V.C.: – Pareja… ¿qué es?, ¿una quinceañera?

B.S.: – Un chico.

V.C.: – ¡Nooooooooo! (al resto) ¿Ustedes sabían esto? Bueno, después de verlo con Julieta lo debían suponer…

Soñando por bailar, El Trece.

El Debate GH: Género Humano

Por Lic. Graciela Ares Otero (*)

Una pregunta que hace frecuentemente la gente, para determinar el género o la identidad sexual de alguien, es: “¿sos hombre o sos mujer?”. Es una pregunta válida, pero a su vez resulta problemática cuando es el único cuestionamiento que nos hacemos. A veces alguien no encuentra respuesta a esa pregunta, y surge un problema; en realidad el problema no es la respuesta, o la falta de respuesta, sino más bien, que la pregunta no este bien formulada. Ante una mala pregunta puede que no haya buenas respuestas, o que se las excluya sin más. La sexualidad no es como ir a la tienda y elegir entre un vestido rojo o uno azul, sos hombre o sos mujer. Pregunta que no deja margen de respuesta muchas veces. Por eso, en los tiempos que corren, cuestionar la pregunta no es un acto ingenuo, más bien es mostrar aquello que no se quiere ver, porque verlo implica asumir que las cosas cambiaron para siempre.

La sexualidad, pensada como hombre o mujer, parece un dato objetivo, como si uno pudiese ubicarse en un casillero que lo determina y que le da identidad. Dejando por fuera lo otro, lo que no encaja. Al hacer esto estamos desconociendo algo fundamental, esencial, que es la subjetividad; o acaso ¿existe un modo, uno y único de ser hombre o ser mujer? La sexualidad no es algo dado, mas bien es algo a lo cual se accede, que se construye. Cada hombre y cada mujer, más allá de tener características anatómicas que los definen, desarrollan su sexualidad de diferentes modos. Por eso no podemos hablar de que existe una única forma de sexualidad, femenina o masculina. Ni tampoco que haya algo que nos determine como tales.

Podemos tomar dos caminos para pensar esta problemática. Caminos que van juntos pero que, cuando hay desencuentros entre ambos, el conflicto es inminente. Por un lado esta la vida íntima, lo que sentimos, lo que deseamos y la percepción personal que tenemos acerca de nuestra sexualidad, de nosotros mismos. Y por el otro está la mirada socio-cultural que también forja identidad, con sus roles, y sus ideales a alcanzar que condicionan; la de ese “otro” que nos limita y condiciona con sus roles impuestos que le otorgan la condición de pertenencia a la “normalidad”.

La identidad sexual pensada desde lo individual, lo singular, desde lo íntimo tiene que ver con procesos psíquicos, inconcientes, que se escapan al conocimiento de la conciencia que es con la que creemos lidiar cotidianamente. Por eso muchas veces no podemos definir ciertas cosas que sin embargo nos pasan. Es como un sueño, uno no elije si soñar o no, pero sueña, y lo que sueña puede ser tan disparatado que no lo entendemos a simple vista pero sin embargo el contenido del sueño tiene que ver con nosotros mismos, aunque la conciencia lo descarte sin mas. Habitualmente nos percibimos por sensaciones, deseos, sentimientos que nos guían en el camino hacia la sexualidad, pero también hay procesos psíquicos, como la elección de objeto de amor (femenino, masculino) y la identificación (ser como), que nos definen en tanto a la sexualidad, y que dependen de la historia singular de cada sujeto, de sus vínculos. Estos procesos forman modelos que se construyen y se repiten a lo largo de la vida, dándonos identidad.

Ahora bien, la historia, la cultura y la sociedad también forjan los caminos para una identidad sexual, con ayuda de sus instituciones que se encargan de transmitirla. El imaginario social supone un ideal a alcanzar, y la percepción socio-cultural que se tenga, favorable o no, dependerá de lograr esos ideales. La sociedad adjudica roles a seguir para ambos sexos, a modo de respuesta de lo que es ser mujer o ser varón. Es la respuesta que encuentra, que tiene, que se forjo, y seguramente una respuesta que se desvanezca con los años. Los roles como tales son dinámicos, como la cultura y la sociedad que los hace ser. Se transmiten de generación en generación, y son aprehendidos. Muchos de estos roles hoy están desdibujados ya que la mujer sale a trabajar y el hombre es quien lleva las tareas domésticas adelante, usando polleras en algunos casos y cremas anti-age para no envejecer. La utopía de lo femenino y lo masculino de antaño fue tomando otro rumbo, hoy ya no podemos desconocerlo. La percepción socio-cultural, la imagen social, el ideal a alcanzar, ya no son los mismos, guste o no.

La dicotomía de base parece engendrarse en lo que se siente y en lo que se debería sentir. Es el desencuentro de los dos caminos aquí planteados, lo singular, propio, íntimo, y lo impuesto, “lo normal”, lo canónico a lo que se aspira. Si ambos coinciden nos enmarcamos en un mundo social adecuado, pero si no, el cuadro no enmarca. Ahora bien, será necesario construir, como sociedad, nuevos marcos para que la gran foto refleje cada identidad. Ya no se puede negar la diversidad sexual, y mucho menos excluirla.

(*)Psicóloga.

Tratame bien

Por Sofía Espul

A lo largo del verano, también antes y seguramente después. En la televisión argentina tuvimos que ver y escuchar hablar, opinar, y juzgar a personas trans. Aclaremos que por propia elección se vieron expuestos a esto, ya que decidieron participar de un reality show (Alejandro, en “Gran Hermano” y Julieta en “Soñando por Bailar”), algunos de ellos de una altísima audiencia que los sigue. Esta exposición hace que diversos medios, y en ellos periodistas y opinólogos de los más variados, se refieran a ellos/ellas en los términos que mejor prefieran. Esto sin importar la implicancia que su forma del decir, su manera de opinar, de catalogar y de juzgar, tenga sobre la audiencia que los sigue.

Si bien es parte del juego televisivo en el que estos participantes decidieron entrar, los medios de comunicación y quienes tienen voz en ellos deberían tener en cuenta la responsabilidad que esto implica y utilizar el vocabulario adecuado para tratar estos temas y a ellos/ellas como personas, con el respeto que merecen.

Podemos analizar los pro y contras de que un reality show elija tener un/una participante trans, las contras serían este “mal” tratamiento de un tema de diversidad de género que aún no es aceptado ni entendido socialmente. Pero lo favorable, ya no queda bien decir “pro”, es capitalizar este “mal tratamiento” para regenerarlo, reformularlo, y enseñar a expresarnos con términos más precisos y menos discriminatorios, para que desde los mismos medios de comunicación no se reproduzca un discurso excluyente y fraccionario.

Es ante esta necesidad de encontrar términos más apropiados e inclusivos que varias organizaciones y académicos se unieron para difundir una “Guía de Identidad de Género para Comunicadoras y Comunicadores”, apoyaron la iniciativa: la FALGBT, el Observatorio de Medios de la UTPBA, el Área Queer de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, entre otros. Comprendido en esta Guía hay un glosario confeccionado con el fin de despejar dudas usuales.

Algunos términos comunes:

Sexo: Clasificación cultural binaria (macho-hembra/ hombre-mujer) de las personas y otros seres vivos de acuerdo a criterios genéticos, biológicos, físicos y fisiológicos. Debe observarse, sin embargo, que los cromosomas, las hormonas, las gónadas, las estructuras sexuales internas y los genitales externos, presentan una diversidad mucho mayor de lo que se cree.

Género: Construcción social (papeles, roles,comportamientos, caracteres, vestimenta y otros usos y costumbres) que puede corresponder a una asignación sexualnormativa (varón/mujer) o a otro tipo de construcción social no normativa.

Orientación sexual: Capacidad de sentir una profunda atracción emocional, afectiva y sexual por otras personas. Según esta atracción esté dirigida a personas de un género diferente o igual al propio, o a ambos, se habla de hétero, homo o bisexualidad.

Identidad de Género: Vivencia interna e individual del género tal como cada personala siente profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momentodel nacimiento. No debe confundirse con la orientación sexual, de la que es independiente,puesto que las personas trans pueden ser hétero, homo o bisexuales.

Expresión de Género: Exteriorización de la identidad de género de una persona, incluyendo la expresión de la identidad o la personalidad mediante el lenguaje, la apariencia y el comportamiento, la vestimenta, las características corporales, la elección del propio nombre, etc.

Trans: Expresión genérica que engloba a travestis, transexuales y transgéneros. Debe tenerse en cuenta que estas categorías no son completamente excluyentes y que por diferentes motivos su significado varía entre países, incluso entre hispanohablantes.

Transgénero: Persona cuya identidad y/o expresión de género no se corresponde necesariamente con el género asignado al nacer,sin que esto implique la necesidad de cirugíasde reasignación u otras intervenciones de modificación corporal. En algunos casos, no se identifican con ninguno de los géneros convencionales (masculino y femenino).

Travesti: En general, persona a la cual le fue asignada una identificación sexual masculina al nacer, pero que construye su identidad de género según diferentes expresiones de femineidad, incluyendo en muchos casos modificaciones corporales a partir de prótesis, hormonas, siliconas,etc., aunque, en general, sin una correspondenciafemenina en lo genital.

Transexual: Persona que construye una identidad de género (sentimientos, actitudes, comportamientos, vestimenta, entre otros aspectos) diferente a la que le fue asignada en su nacimiento. En muchas oportunidades requieren para la construcción corporal de su identidad tratamientos hormonales y/o quirúrgicos incluyendo intervenciones de reconstrucción genital.

Intersex/Intersexual: Persona cuyo cuerposexuado (sus cromosomas, gónadas, órganosreproductivos y/o genitales) no encuadradentro de los estándares sexuales masculinos ni femeninos que constituyen normativamente la diferencia sexual promedio. Tradicionalmente se ha utilizado el término «hermafrodita», hoy desaconsejado.

Homofobia, lesbofobia, transfobia, bifobia: Una percepción o mirada deliberada individual, grupal o social que expresa una visión intensamente negativa acerca de gays, lesbianas, trans y bisexuales. Sin embargo, se desaconseja el uso de estas expresiones, ya que tales «fobias» podrían ser interpretadas como una enfermedad, lo que eximiría de responsabilidad a quien discrimina.

El género también es varón

Por Valeria Tellechea

Cada vez que pensamos en cuestiones de género se nos viene a la cabeza, irremediablemente, la imagen de la mujer. Pues es lógico, ya que es quien ha comenzado con este arduo trabajo de pensar y discutir su lugar en las relaciones sociales. Relaciones que la relegaron históricamente dentro de un modelo encausado en la figura del varón.

Los tiempos no dejaron de correr. Hoy asistimos a un sinfín de posibilidades que complejizan y enriquecen este debate, y dentro de este espectro un grupo de varones decidió sumarse al cambio.
Luciano Fabbri, Mauro Amicone y Cristiàn Prieto pertenecen al Colectivo de Varones Antipatriarcales, un grupo que ha optado por cuestionar su papel hegemónico dentro de la sociedad, y a su modelo, que lo mantiene en vigencia.Desde el 2009, reunidos principalmente en La Plata, en el Centro Cultural Olga Vázquez, desarrollan actividades para buscar esa transformación tanto interna como, bien su nombre lo indica, colectiva.

¿Cómo nace el Colectivo?

Cristiàn: desde el Colectivo, nos conocemos de otras experiencias de militancia anteriores, y compartimos estos intereses para organizarnos. La idea es poder repensar las diferentes masculinidades aunque, obviamente, el trabajo empieza por nosotros mismos.
Luciano: fue un proceso largo que comenzó con nuestras propias individualidades. El hecho de nacer varón en nuestra sociedad determina la manera en que debemos pensar y actuar ante los demás. El problema es cuando no te identifica esa forma del ‘ser macho’, no te sentís cómplice, y es ahí cuando comienza un proceso interno de repensarte.

¿La idea del colectivo es repensar y acompañar ese proceso?

L: en primer lugar tiene que ver con pensar una relación dialéctica interna y un aporte hacia afuera. La idea es visibilizar un debate, salir a cuestionar la idea del varón como sujeto unívoco; el varón no es uno y para siempre, hay algo que hace a nuestra diversidad, a nuestros atravesamientos de género y clase que nos parece interesante discutirlos. Sabemos que esto permite otro debate, el cómo incluir a los varones en las cuestiones de género y el análisis del patriarcado como modelo de reproducción, aun sabiendo que hay muchas dificultades para que los varones decidan militar en contra de sus privilegios.

C: estamos muy acostumbrados a tener el enemigo en frente, pero en las relaciones dentro de una agrupación se dan situaciones de discriminación que tienen que ser trabajadas. Cuestionar y autocuestionarse. Muchas de nuestras organizaciones populares tienen un machismo arraigado y naturalizado.

¿Cómo ven el momento histórico en Argentina en relación al debate de género?

L: nosotros somos resultado de ese momento, donde el debate de género es masivo. Los encuentros de mujeres, la lucha por el matrimonio igualitario, el debate por el aborto, todo esto nos atraviesa. Por ejemplo, el matrimonio no era un eje para nosotros, pero cuando el debate puso en discusión un discurso normalizador y disciplinador de la sexualidad, y donde los sectores conservadores tomaban más protagonismo y se movilizaban, nosotros decidimos trabajar el eje del matrimonio, aun cuando quienes nos definimos como gays, homosexuales, putos, tenemos una postura crítica sobre el matrimonio como institución y la familia patriarcal. El debate nos hizo posicionarnos públicamente, y esto da cuenta un poco del escenario en el que estamos viviendo, con la ley de identidad de género como próximo punto de la agenda de la diversidad y con el inicio del debate sobre el aborto en el Congreso.

Mauro: este momento tiene que ver con una lucha de muchísimos años y detona con un momento de muchos avances, más allá de estar de acuerdo o no, se genera una discusión social que abre un abanico muy interesante.

¿Sintieron algún tipo de resistencia para con el Colectivo?

C: muchas compañeras feministas ortodoxas vieron con miedo que varones se organicen y tomen como bandera sus propias luchas, pero después, a medida que nos van conociendo, esas resistencias se desvanecen o cobran otros sentidos.

L: la confianza se genera desde la práctica; para quien siempre ubicó al varón en el lugar de opresor, y no digo que no lo seamos, por el contrario, nos damos cuenta de esa triste realidad, pero es una sospecha inicial lógica; planteamos que no es solo un discurso políticamente correcto sino que hay una actitud consecuente.

C: y después los varones por excelencia; creo que nosotros mismos, individualmente y como colectivo hemos tenido idas y vueltas porque es un proceso que obviamente genera resistencias.

L: nos pasa todo el tiempo esta idea que entre varones se busca la complicidad machista, entonces frente a los ojos de algunos tipos vos sos un traidor. Pero las resistencias desde afuera nos fortalecen, aunque todavía hay resistencias desde adentro que nos debilitan. Creo que una de las cuentas pendientes como colectivo es poder apropiarnos más del espacio donde realmente lo personal se haga político y donde esas resistencias internas sean herramientas para construir política, y es ahí donde esas enseñanzas del feminismo no nos las podemos apropiar únicamente desde lo teórico sino que nos tienen que atravesar realmente, y en ese sentido es que tenemos un camino muy largo para recorrer. El nudo de resistencia es el asumirte realmente vulnerable.

¿Cómo hacen en el quehacer diario, en el trabajo, en la casa, con los amigos que no participan del Colectivo?

C: desde lo positivo, el hecho de hacerte visible, de que sepan quién sos, lo que haces, dónde militas, también genera un feedback de la gente que te rodea, compañeras que te dicen que actúes de alguna manera en el trabajo, o compañeros que me han demostrado que han tenido una reflexión en algún punto; pero desde lo negativo, desde el prejuicio, siempre existe esa exigencia del otro del deber ser, de pararte en un determinado lugar. Pero después es difícil, personalmente, sentirme desde este lugar de poder sobre otras u otros, esa reflexión me costó individual y cotidianamente, incluso con mi pareja, pero también tiene que ver con poder encontrarle el sentido a esta deconstrucción, ese momento de crisis individual necesario, de poder criticarse determinadas nociones de sentido común y de cómo actuaba antes de poder pensarlo, es ahí cuando uno encuentra una alternativa de no sentirse o reaccionar de determinada manera.

M: en cierta forma visibilizarnos hace a la gente más permeable a discutir estos temas. Gente que no esperabas que te escuchara y con la que ahora podés tener una conversación interesante, sin importar si estamos de acuerdo o no, pero sin confrontar.

Y en relación al lenguaje, ¿creen que hay un proceso que avanza más lento que el resto de los debates existentes?

C: en los lugares académicos el tema ya está mucho más trabajado, pero es toda una labor que tiene que ser realizada conscientemente porque es ‘lo que estamos diciendo’, y se nota, desde las cuestiones más cotidianas, es como se llama a las cosas, el nombrarnos y nombrar a los demás. Hasta que te llames Colectivo de Varones significa muchas cosas, y Antipatriarcales ya ni te cuento, porque ni saben lo que significa en general.

L: y el que lo sabe lo considera una contradicción: ¿varones y antipatriarcales? Pero es cierto, en determinados espacios hay cuestiones políticamente correctas que se van naturalizando y ya hablamos de todos y todas, y se hace tan frecuente que hasta a veces pierde sentido; y en otros espacios donde te das cuenta hasta dónde molesta e incómoda que hables así, se ponen nerviosos, te preguntan por qué repetís; yo no estoy repitiendo, digo cosas distintas, digo ellas y digo ellos, digo todas y digo todos; pero como el oído está acostumbrado a un discurso androcéntrico, masculino, que no nombra a la mujer, que el hecho de nombrarla genera molestia, y ahí te das cuenta del poder de ese discurso.

M: es el simbolismo de la palabra y el peso que tiene en el poder, que está tan naturalizado y se vuelve incómodo al oído. Y se complejiza mucho más cuando sabemos que no solamente tenemos que hablar en términos de varón y mujer, porque hay otras identidades también.

L: es la necesidad de clasificar y definir que no sea ambigua, si ya no somos dos identidades, entonces ¿cuántas somos? ¿En qué se diferencian? Lo más dificultoso es aceptar que la identidad es una construcción singular, modificable, y que en última instancia quien tiene la última palabra es la propia persona para poder elegir ‘decirse’ quien es.

 

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