“La tarea es humanizar el parto institucional”

humanizar el parto
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Entrevista a Graciela Vargas

Por Valeria Tellechea

Con un recorrido de más de 20 años que atraviesa diferentes épocas de nuestra historia, Graciela Vargas es una voz que intenta, en su día a día, mover la aguja en favor de un parto necesariamente respetado.

¿Cómo empieza tu recorrido como obstétrica?

Llegué hasta aquí de alguna forma que, cuando miro para atrás me doy cuenta que se fue trazando un camino que a los 20 años jamás lo hubiera podido dibujar, y digo a los 20 años porque a esa edad empecé a trabajar como nurse en el sanatorio Güemes, ya que en esa época los bebés iban a la nurserie y no a la habitación con las madres. Recién comenzaba la práctica del rooming-in (el bebé con la madre compartiendo habitación) y era en ese momento muy criticado ya que las pacientes que venían con la novedad, las nurses y las enfermeras las maltrataban bastante, se generaba un tema de poder y de disputa sobre ese bebé y, cuando las dejaban con los bebés en las habitaciones era con muy poca asistencia, como para de alguna forma castigarlas porque estaban pidiendo algo que, en ese momento -estoy hablando del año 1979- era alternativo. Vi muchas atrocidades en sala de parto, el primer parto que vi, el día que me enviaron a buscar un bebé, abrí la puerta de la sala de parto y, en ese momento el médico le estaba dando dos bofetadas a una paciente, era una mujer bastante grande de edad, que venía manifestando su sufrimiento y quedé muy shockeada ya que yo ya había sido mamá a los 20 años y nunca me había imaginado que se podía dar ese tipo de situación. Fue allí que decido ser partera para tratar de subsanar, de hacer las cosas de manera diferente y de tratar de convencer que las cosas podían ser diferentes. Luego de la vuelta de la democracia retorné a la universidad y cuando terminé entré en el Hospital de Clínicas, una institución absolutamente hegemónica, un hospital escuela donde hay muchísima resistencia a cualquier tipo de innovación. Había días que me iba descompuesta de la sala de partos, ver mujeres atadas, mujeres violentadas.

Ya sobre los últimos años de hospital sentía que tenía que buscar algo más, incidir, que pueda difundirse y trabajarse en contra de esas barbaridades. Después de la crisis del 2001 ingreso a la Secretaría. Para mi fue fundamental que la VO aparezca en la ley 26485 porque creo que de alguna forma, como toda ley, empieza a traccionar para que las cosas comiencen a cambiar.

Las mujeres que pasan por el momento del parto siempre tienen una “anécdota” para contar, que no es más que violencia obstétrica. ¿Por qué crees que esto sucede?

Creo que está íntimamente ligado a la represión sobre nuestra sexualidad y esto se escucha constantemente en el personal de salud. La típica frase es “bien que cuando lo hiciste te gustaba, ahora no vengas a gritar”, esta constante referencia a que una gestación sale de un acto sexual, parece que habilita cualquier opinión, siempre esa cuestión del entrometimiento y la carga represiva. Digo, el nacimiento de un bebé es la evidencia de la sexualidad, pareciera que el espíritu santo bajó una sola vez… Justamente en relación a esto lo que dice Michel Odent es que el parto debería ser igual al inicio: en una cama, en un clima de intimidad donde no haya otras personas presentes ajenas a esa intimidad necesaria, donde haya poca luz, un clima de armonía, él describe esto cómo los ideales del nacimiento, volver a esa situación que dio inicio a esa vida.

¿Qué establece la ley 25929 -Ley de parto respetado-?

La ley 25929 dice cosas muy sencillas, lo gracioso es que cuando se plantea el tema en los equipos de salud lo primero que dicen es “no tenemos recursos”, cosa que es verdad, de hecho muchas veces no hay siquiera guantes suficientes. Ahora bien, es una ley que no implica ningún recurso, no está pidiendo que haya camillas diferentes, luces especiales, materiales específicos, lo que pide es un cambio de actitud, que la mujer pueda estar acompañada por quien quiera, no es que si no hay un padre tiene que estar sola, sino que pueda elegir con quién estar, que se contemplen incluso las cuestiones culturales, que hay pacientes que no van a querer acostarse y van a preferir deambular, y que pueden hacerlo, o hayan roto bolsa y no que se la hayan roto. Todo lo que actualmente se hace para “asegurar” el parto son cosas que obstaculizan un proceso natural que el cuerpo sabe ya hacer, que nadie tiene que indicarle desde afuera cómo hacerlo, pues todas las mamíferas lo hacen. Pero al parecer, resulta que para parir hay que preguntarle al médico lo que una siente, lo que va a pasar, se perdió ese saber o hay una desconexión tal que te convencen de esto. El último gran obstáculo rutinario es el anestesista en la sala de parto. En los 90’s cuando estaba en el hospital excepcionalmente se llamaba a un anestesista para realizar una peridural, ahora su presencia es de rutina, una persona más en ese equipo dentro de la sala de parto metiéndose en ese momento que no le corresponde. El otro día en Ushuaia un médico dijo “las pacientes vienen y piden cesárea y anestesia”, invirtiendo la carga de la prueba y no porque la medicina hegemónica actual nos pone cada vez más profesionales y nos desempodera de ese saber que tenemos diciéndonos que somos las mujeres las que queremos eso, separando al parto de la cultura, y el parto justamente es una de las manifestaciones más atravesadas por la cultura. Es aprovechar una vez más la situación para violentar a las mujeres.

Además de ese desempoderamiento y la resignificación de un saber que al parecer ya no es tal ¿Cuáles son los riesgos que tiene la institucionalización del parto?

No soy absolutamente contraria a la institucionalización del parto, soy contraria a la deshumanización del parto. A mi me parece que un primer escalón en la solución no es pensar en desaparecer la institución porque lo que vemos y sabemos es que más del 90% de las mujeres atiende los partos en instituciones, sea en hospitales públicos o en clínicas privadas. No se trata de volver al parto domiciliario -que tiene que igual ser una opción, pero no deja de ser una opción de élite- porque sabemos que no va a ser masivo, eso sería continuar tolerando que el parto institucional quede tal cual es y sabiendo que las más afectadas siempre por ese parto institucional cruento, despojado de personalización de la paciente, van a ser las mujeres que no pueden acceder a ese tipo de prácticas. Creo que la tarea es humanizar el parto institucional. Después se verá si a lo largo del tiempo se gana terreno, como ha pasado en Holanda o Alemania hacia un parto atendido en casa de parteras, como lo era en la época de mi generación, o hacia un parto atendido en el domicilio particular de la paciente, a un costo también más accesible; pero creo igualmente que lo primero que hay que resolver es la aplicación de la ley de parto humanizado. Es un tema que lo tenemos que empezar a agitar mucho porque toda ley tiene un peso simbólico y esta ley ha producido resquemores. Las corporaciones se  defienden mucho de estos cambios y la corporación médica no le gusta que le pongan en tela de juicio sus saberes, sus rutinas. Cuanto más puedan saber las mujeres sobre sus derechos eso nos va a ser menos vulnerables a todas, aunque también una mujer puede estar muy bien informada y a la vez eso es causal de castigo, maltratada ex profeso. Por eso la responsabilidad primera es siempre del equipo de salud. Es por ello que hay que trabajarlo desde todas las instituciones posibles, realizar tareas de sensibilización, trabajar sobre todas las áreas de salud para que realmente no victimicen a las mujeres que solo quieren parir.

La ley 25929 sobre Derechos de Padres e Hijos durante el Proceso de Nacimiento establece en sus puntos destacados el derecho de las mujeres:

* A ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pudieren tener lugar durante esos procesos de manera que pueda optar libremente cuando existieren diferentes alternativas

* A ser tratada con respeto, y de modo individual y personalizado que le garantice la intimidad durante todo el proceso asistencial y tenga en consideración sus pautas culturales

* Al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer

* A estar acompañada por una persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y postparto

Dossier Especial – Violencia Obstétrica

Partir del respeto para evitar la violencia – Analía Daniela López 

Derecho a Pujar – Valeria Tellechea 

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