Hasta que la dignidad se haga costumbre

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Por Marina Zato

Entre el 15 y el 16 de mayo se celebraron en Chile las elecciones constituyentes, destinadas a elegir a las 155 personas que van a escribir la Constitución que reemplazará a la actual Ley Fundamental heredada de Augusto Pinochet (1973-1990). Éste, se ha convertido en el primer proceso constituyente con órgano paritario en el mundo. El resultado fue una derrota contundente de la derecha, quedando la fuerza política de Sebastián Piñera con sólo 37 de los 52 escaños necesarios para vetar artículos y para poder tener una influencia real en la escritura de la nueva Carta Magna. Pero además de constituyentes, se eligieron, en este último proceso electoral, concejalías, gobernaciones y alcaldías. Esto incluyó algunas novedades, como la elección de la joven alcaldesa electa feminista de Santiago de Chile por el Partido Comunista, Irací Hassler. 

El antecedente de esta elección fue el histórico plebiscito elegido el 25 de octubre de 2020, donde el pueblo chileno llevó a la victoria la opción “Apruebo” con más del 78% de los votos. La participación había superado el 50%, siendo el mejor porcentaje desde que el voto dejó de ser obligatorio en el país en el año 2012. Con éste, se abrió un proceso constituyente donde se eligió que sea íntegramente ciudadano, encargándose de la redacción de la nueva Carta Magna una convención constitucional compuesta de personas elegidas por votación popular. 

… 

Jeniffer Mella Escobar es abogada, diplomada en DD.HH. y Mujeres y en Familias e Infancias. Definiéndose durante 18 años públicamente como lesbiana y feminista, luchando colectivamente por la erradicación de la violencia y la discriminación, es hoy la única activista lesbiana dentro de la lista de constituyentes que escribirán la nueva Constitución. “Hoy he puesto a disposición de una asamblea territorial de la que formo parte, Autoconvocades por una Nueva Constitución, mi experiencia activista y mi ética profesional para ser una representante ciudadana e independiente de la región de Coquimbo en la redacción de la nueva Constitución”.

Respecto del momento que atraviesa Chile, cuenta Mella que: “Estamos viviendo por primera vez en nuestra historia republicana un proceso constituyente democrático. Esta elección fue un paso que representó un vuelco en la forma de elegir representantes, ocupando el sistema de elección a favor de fuerzas independientes, progresistas y transformadoras. Eso implica un tremendo desafío para aquellas fuerzas que, siendo muy gravitantes en la historia reciente de nuestro país, han sufrido una derrota inapelable. Desafío que espero enfrenten con altura de cara a una ciudadanía que los excluyó de la mayoría del órgano que redactará la nueva carta de navegación del país”.

“La historia la desbordaron en esta oportunidad los, las y les jóvenes, muches de quienes incluso en este proceso no han podido sufragar por ser menores de edad aún. Me sentí muy interpelada por esa juventud que nos obligó a salir a las calles nuevamente, de forma permanente y exigiendo soluciones de fondo, de manera articulada, para llegar a esa huelga nacional del 12 y 13 de noviembre, que demostró que el pueblo de Chile había cambiado y no se conformaría con nada menos que con una modificación al sistema de forma estructural” cuenta Mella. Añade que: “Como feminista creo fundamental el rol de los feminismos y disidencias en esta revuelta, tanto en la forma que se fueron articulando los movimientos participantes y discursos, siempre con la perspectiva feminista horizontal de por medio, con espacios abiertos de asambleas o cabildos, como en los contenidos de no violencia, de cuidado. Y creo influyó muchísimo que durante al menos dos años las mujeres feministas vinieramos tomándonos las calles de manera masiva en nuestras marchas y protestas, siendo un referente importante en esta revuelta social”. 

Entre quienes fueron elegides para la constituyente, cuenta Mella, hay muchas feministas, más que en cualquier espacio de representación política en el país. Apunta a la construcción de una Constitución con garantías fundamentales desarrolladas y ejecutables y con una organización del Estado moderna y transparente. Afirma que:

“Como desafío, espero una Constitución feminista de principio a fin, con principios y valores que nos consideren, con un Estado cuidador que se comprometa con nosotras, con la infancia y adolescencia, las personas con discapacidad y los y las adultas mayores. Con derechos sociales debidamente garantizados. Un Estado descentralizado, con regiones con autonomía”.

Manuel Woldarsky es abogado, músico, divulgador jurídico, defensor de los Derechos Humanos, activista de la cultura vial y constituyente electo, habiéndose postulado como independiente dentro de la Lista del Pueblo. Comenzó su trabajo como defensor el 19 de octubre de 2019, cuando le tocó concurrir a ver a una persona que había sido privada de su libertad en el contexto de una manifestación y que había sido golpeada por personal de Carabineros de Chile. A partir de allí, todos los viernes en que se congregaban protestas en el sector de la “Plaza de la Dignidad”, se paseaba por las unidades policiales del centro de Santiago asistiendo a personas detenidas y heridas. 

“Participé de la protesta social desde un principio, poniendo a disposición mi profesión como una herramienta para asistir a quienes eran detenidos, sufrían represión, sufrían los vejámenes que ha causado Carabineros de Chile. En ese contexto me puse a trabajar en distintas organizaciones de Derechos Humanos, hasta que llegué a ser director del área de operaciones de la Coordinadora de Derechos Humanos de Providencia. Colaboro como divulgador jurídico en organizaciones sociales que necesitan entender cosas vinculadas con el derecho” cuenta Woldarsky. 

“En el mes de octubre de 2019 comenzaron a haber una serie de alzas en distintos servicios. Uno de ellos fue en el pasaje del metro. Con eso también subió el precio de la tarifa rebajada que tienen los estudiantes. Esto provocó una gran molestia en los estudiantes secundarios, que generaron manifestaciones de una creatividad que no se había visto antes, de una insolencia que nos deja a todos gratamente sorprendidos. Chile es un país cuyas conquistas sociales han sido logradas gracias a los estudiantes. La Revuelta de octubre es un ejemplo de eso” sostiene el constituyente. “En ese contexto, donde los estudiantes reclamaban porque no se subiera el precio del transporte, hubo declaraciones muy desafortunadas de parte de ministros, del presidente del metro de Santiago, que terminaron por encender la llama que faltaba y provocaron que el pueblo dijera ´no más´ y se reconociera ese mes como el mes en que inicia esta transformación sin precedentes, histórica y hermosa que estamos viviendo en Chile”. 

Manuel Woldarsky recuerda los comienzos de la Revuelta como un momento difícil, extremo en cuanto al uso de la fuerza por parte del Estado contra quienes eran manifestantes. Cuenta que: “El 19 de octubre, en el contexto en el que me encontraba como abogado, me tocó asistir en horario de toque de queda a un muchacho en la unidad policial y en el camino me encontré con una patrulla militar. Me detuvieron, me pusieron manos arriba, me tiraron al suelo, me pusieron un fusil de guerra en la cabeza. Me tocó presenciar en varias ocasiones estallidos oculares, traumas oculares, de manifestantes en las cercanías al eje Dignidad. Me tocó ver muchas personas heridas, maltratadas. Luego vino el bajón provocado por la pandemia, pero nunca dejaron de existir las protestas. Las oportunidades de buscar la represión el gobierno las tuvo a la palma de la mano y las viene usando desde un principio”. 

Según un informe de Amnistía Internacional, titulado “Ojos sobre Chile: violencia policial y responsabilidad de mando durante el estallido social”, más de 12.500 personas requirieron atención de urgencia en hospital público durante las protestas del año 2019. Al menos 347 personas tuvieron lesión ocular, en su mayoría debido al impacto de balines. Además, la Fiscalía Nacional contabilizó un total de 5.558 víctimas de violencia institucional, siendo 1.938 de estas personas lesionadas por armas de fuego, 974 con lesiones graves y 285 con lesiones oculares. Además, entre las víctimas, 834 eran niños, niñas o adolescentes. Del total de las denuncias presentadas, 4.170 estaban dirigidas a personal de Carabineros. En lo que respecta a violencia sexual, el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile publicó que, entre los meses de octubre de 2019 y marzo de 2020, se detectaron 504 hechos, incluyendo 9 violaciones, 40 amenazas de violación, 102 tocaciones y 353 desnudamientos. 

En el mes de noviembre de 2019, se generó un acuerdo al que llegan las fuerzas políticas con representación parlamentaria, que es el Acuerdo por la Paz y que fue desconocido por la ciudadanía. Cuenta Woldarsky que: “Fue hecho por quienes ostentan el poder político, que en el pueblo de Chile está fuertemente deslegitimado, caduco. Ese acuerdo es el que permite llegar al acuerdo parlamentario para modificar la Constitución y crear un capítulo completo, el capítulo 15, donde se establece la reforma a la Constitución y el plebiscito de entrada y de salida, para efectos de determinar a través de este mecanismo si la mayoría del país quería o no una nueva Constitución y a través de qué mecanismo. El Acuerdo por la Paz ofrecía una alternativa de que fuera una Convención Constitucional, una asamblea constituyente, compuesta sólo por personas elegidas democráticamente o una convención constitucional mixta, donde serían la mitad de los diputados y senadores y la otra mitad por personas elegidas democráticamente. Esta elección iba a ser en abril del año pasado pero, por la pandemia, se trasladó hasta el pasado 25 de octubre, donde el triunfo del Apruebo y de la convención constitucional elegida por la ciudadanía, ganó de una manera lapidaria en una elección cuya participación tampoco tuvo precedentes en la historia de Chile”. 

“La razón política por la que es necesario modificar la Constitución es que vivimos en un país que se dice democrático pero que está regido por una norma constitucional creada por un dictador, un genocida condenado por crímenes de lesa humanidad en contra del pueblo. Eso deslegitima el sistema completo. Las instituciones que rigen hoy día Chile están determinadas por un documento que está manchado con sangre. Es hora de borrar el legado de un genocida y exigir que las riquezas con las que cuenta el país sean repartidas de una manera mucho más igualitaria. La razón social es que este documento no representa a la población, eso es lo que nos dijo la elección del 25 de octubre” sostiene Woldarsky. 

Claudia Jélvez era estudiante secundaria de un liceo municipal del centro de Santiago durante la Revuelta. Estaba transitando su último año. Hoy, estudia en la Universidad el segundo año de la carrera de Trabajo Social y participa, como entonces, de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, en el comité educacional. Formó parte de aquella acción histórica que recorrió el mundo, donde les estudiantes evadiendo los torniquetes del metro de Santiago de Chile, lo que encendería la llama de la Revuelta del 18 de octubre.  

“Chile siempre ha tenido vidas precarizadas en muchos sentidos. Como estudiantes secundarios siempre fuimos conscientes de eso. Tuvimos movilizaciones históricas en 2006 y 2011. Veníamos con esta herencia de la dictadura que nosotros veíamos reflejada en nuestra educación, una educación mercantil, segregadora, con abandono de los establecimientos municipales, abandono de la educación pública por parte del Estado. Las familias trabajadoras precarizadas, especialmente las mujeres. Era un cúmulo de cosas en todos los ámbitos de nuestra vida. Gente muriéndose esperando en la lista de espera de la salud pública. Vidas que se restringen a sobrevivir” cuenta Jélvez. 

“No son 30 pesos, son 30 años”

“En la educación veníamos con un contexto bastante despolitizado, pero siempre dispuesto a la movilización. En ese tipo de liceos había más movilizaciones sectoriales con consignas que siempre han estado latentes, como la educación no sexista. En ese contexto se da el alza del pasaje del metro, donde se sube 30 pesos. De ahí surge la consigna ‘no son 30 pesos, son 30 años’. Esto fue la gota que rebalsó el vaso. Era algo que sí o sí nos tocaba y que iba a significar un costo mucho más grande hacia fin de mes para los bolsillos de nuestros padres, de nuestros abuelos” sostiene Jélvez. “En eso, entre algunos secundarios, de manera autoconvocada, sin seguir a ninguna orgánica, de voz a voz, se empezó a decir de ir a evadir el metro. Mi liceo estaba cerca de otros liceos, era sólo de mujeres. Había otro liceo cerca, sólo de varones, que en esa semana venían a buscarnos e íbamos todos a la salida a evadir el metro. Nunca imaginamos hasta dónde iba a calar este interés de demostrar este descontento.  Fue una dinámica que se hizo durante varios días en una misma semana, hasta que llegó el viernes. Ese día sabíamos que íbamos a evadir y sabíamos que iban a venir más chiquillos y más chiquillas”.

Claudia cursaba el último año del liceo durante aquel mes de octubre. Nunca pensó que ese iba a ser su último día de clases y que lo iba a vivir de esa manera. Cuenta que: “Era un viernes. Justo tuve una clase donde un profesor no asistió. Entonces comenzamos a jugar en ese tiempo libre a saltar torniquetes. Juntábamos dos mesas y empezábamos a ensayar para la salida. Llegó la salida, había mucha gente, comenzamos la evasión y en eso también comenzó la represión, que habíamos visto con potencia en días anteriores. Llegó Carabineros, nos hicieron encerronas abajo, en el metro; hubo detenidos. En ese momento, también, como ya era algo conocido, veían que veníamos y simplemente nos cerraban los metros, entonces nos dejaban abajo o impedían que la gente siguiera saliendo. Las evasiones ya eran bastante grandes”. 

Las evasiones al metro duraron casi una semana. Hacia los últimos días, cuenta Jélvez, era algo conocido por la población. “Ese día, cuando pudimos salir del metro luego de la evasión, vimos que había mucha gente. Con mi grupo nos movilizamos hacia la calle siguiente y vimos que había más chiquillos haciendo cortacalles y barricadas. Ahí yo me movilicé un poco más y supe que estaban al mismo tiempo evadiendo otros metros cercanos. Pensé que iban a cerrar los metros y no íbamos a tener cómo volver a nuestras casas, porque yo estudiaba en el centro, pero soy de la periferia norte de Santiago, por lo que me tenía que movilizar mucho rato para ir y volver. Las calles se veían más llenas. Por redes y por amigas supimos que era algo que se estaba haciendo simultáneamente, pero no tenía más información”. 

“Nos dispersamos y empezamos a volver a nuestras casas. En eso, tomo un micro, llego a casa, prendo la tele y veo que la ciudad entera se estaba incendiando. Fue super chocante, me impacté mucho. Vi que los otros metros estaban en lo mismo, que todos los secundarios más cercanos estaban en eso y que era algo que prendió, que detonó y se replicó también en la periferia de la ciudad, generalizándose mucho más” añade. “En eso entra la prensa, entrevistando a la gente sobre cuánto tiempo llevaban esperando micro, cuánto demoraban, buscando generar rabia en la gente frente a la movilización de los secundarios, pero se escuchaban mensajes de estar de acuerdo, de considerar que el alza del pasaje era un abuso, que la vida así ya no puede más, que los estudiantes están sacando la cara por los demás. De manera muy explosiva y rápida se fueron generando estas jornadas de manifestaciones. Mucha gente empezó a sumarse a eso, a acompañar, ya no importaba si lo empezaban los secundarios, la gente comenzaba a participar. Veíamos cada vez más imágenes por redes sociales de metros quemados, explosiones, muchas barricadas. A la noche, se decreta estado de excepción, toque de queda y militarización de las calles”. 

Los feminismos han cumplido un rol fundamental en este proceso histórico de lucha que atraviesa Chile desde la Revuelta de octubre de 2019. Cuenta Claudia Jélvez que: “El feminismo también registra, desde el 8M de 2020, una de las movilizaciones más grandes después de la dictadura. Pero además, ya no eran sólo movilizaciones sectoriales, sino un pueblo que se reencontró en las calles, donde pudimos mirarnos, mirarnos en nuestra diversidad, encontrarnos con las demandas de otros sectores, entendiendo lo plurinacional, lo feminista, que toma mucha más potencia de la que tenía. Movilizábamos y veíamos muchísimos pañuelitos verdes, donde dábamos cuenta de que existimos, que estábamos demostrando nuestras demandas programáticas. Vimos que juntes, juntas y juntos tuvimos esa potencia, donde ya no éramos sólo estudiantes luchando por demandas estudiantiles, o feministas aparte, o pueblos originarios, sino que las luchas se veían reflejadas en las calles con múltiples expresiones”. 

“Espero que cuando la pandemia cese podamos salir de nuevo a las calles y reencontrarnos con nuestras demandas que siempre han estado. Los movimientos sociales siempre han construido sus demandas, siempre han construido programáticamente y eso se ha visto en este tiempo, donde en la Revuelta hemos salido con demandas concretas; sabemos lo que buscamos. Han resultado electas voces de esos movimientos sociales y eso me puede esperanzar de que quizás hay cosas concretas que podemos obtener” concluye Jélvez. 

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