Juicio por Marita Verón

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Por Mariana Ladino

‘’Calma, paciencia, facultad de saberse contener y de no proceder sin reflexión”, son los atributos de la espera segúnla Real Academia Española. Definición que designa al que aguarda, la difícil tarea de mantenerse racional, de pensar, de no perderse en las emociones, en ser esclavo del tiempo que pasa, sin piedad.

Susana Trimarco espera a su hija Marita Verón, quien fue secuestrada en la provincia de Tucumán el 3 de abril de 2002, cuando se encaminaba haciala Maternidadlocal para hacerse un chequeo. De acuerdo a los testigos, fue captada por una red de prostitución que se extiende desde Tucumán hastaLa Rioja. Desdeese día, su madre se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la trata de personas.

El 8 de febrero pasado se inició el juicio por su secuestro y desaparición, el cual tiene lugar en el  tribunal de la Cámara PenalII, integrado por los jueces Alberto César Piedrabuena (presidente), Emilio Andrés Herrera Molina y Eduardo Antonio Romero Lascano. Pero Trimarco sigue esperando: “Ojalá Dios ilumine la mente y el corazón de los jueces para que podamos saber dónde está mi hija”, afirmó minutos antes del comienzo del juicio, dónde declaró como testigo.

Marita desapareció a sus 23 años, tiene una hija y es estudiante de Artes Plásticas. Según la investigación, ella fue capturada en la esquina de San Martín y Paso de los Andes, en Tucumán, por individuos no identificados que la subieron a la fuerza en un auto Fiat Duna. Desde allí, la joven fue trasladada al barrio Febut, en la capital de esa provincia, donde la esperaban Daniela Milhein y Andrés Alejandro González, quienes la privaron de su libertad. Ambos se encuentran imputados en la causa junto a otras once personas. Luego Marita fue enviada aLa Riojapara ejercer la prostitución en los cabarets Candy, Candilejas y El Desafío, situados en la ruta 38, propiedad de Liliana Medina y de sus hijos José Fernando y Gonzalo Gómez. Allí la joven madre fue explotada y obligada a trabajar sexualmente. Además participaron de la captura de Verón, María Azucena Márquez, Lidia Irma Medina, José Fernando González (El Chenga), Carlos Alberto Luna, Humberto Juan Desobertis, Mariana Natalia Bustos, el policía riojano Domingo Pascual Andrada y Cynthia Paola Gaitán, esposa de Gonzalo, quien regenteaba uno de los prostíbulos. Además se suman a los acusados  los hermanos María Jesús y Víctor Ángel Rivero, este último, remisero quien secuestró a Marita, según testigos, ordenado por su hermana.

En el comienzo del juicio los abogados defensores de los trece acusados pidieron la su nulidad. Carlos posse, representante de cinco de los imputados, adujo que “en todos los actos procesales más importantes que son indagatoria, auto de procesamiento y la requisitoria de elevación a juicio, siempre tiene que estar la misma imputación y por lo tanto, como aquí fueron cambiadas, entendemos que hay una nulidad”. Sin embargo, el requerimiento fue rechazado.

Entre los 150 testigos que pasarán por el juicio se encuentran las voces de quienes fueron víctimas de la red de trata y rescatadas, muchas de ellas, durante la búsqueda de Susana Trimarco. Así fue como ella fue recogiendo datos de estas jóvenes, de las cuales muchas, estuvieron en contacto con su hija durante su pasaje por los diferentes burdeles.

La estrategia de los abogados defensores de los imputados se basa en la hipótesis de la huída de Marita Verón por su propia cuenta, arrojando dudas sobre los diferentes testimonios. Es el caso de Daniela Milhein, quien apela a desacreditar a los y las testigos, además de utilizar su espacio para contar su historia como víctima de trata. Incluso acusó a Fátima Mansilla -secuestrada a los 16 años de edad y voz clave en el juicio por haber estado con Marita- de ser fabuladora y desmintió haberla tenido secuestrada. El juicio por la captación de Fátima se realiza paralelamente al caso de Verón.

Susana Trimarco, de pie y a la espera de respuestas que expliquen cómo ocurrió la pesadilla en la que se encuentra sumergida ella y su familia desde hace diez años, sentenció: “Tengo toda la ilusión y esperanza de que de aquí salga el paradero de mi hija (…) para mí son culpables los 13 acusados y faltan muchos más”, y agregó: “nunca me imaginé estar acá parada porque si hubiera sido por la Justicia todo queda en la nada“. Por último resaltó que durante esta década, fue ella quien aportó la información clave para la investigación de Marita.

Así es como ella espera, impaciente, luchadora, el camino que la lleve a su hija, y por la cual ha velado durante una década.

 Imagen: Inés Vergottini.

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