La jaula nunca será pájaro

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Entrevista a Claudia Sobrero

Por Nadia Beherens

 

Luchín se divierte, se siente sobreviviente
En esta selva evidente donde impone ser el más fuerte
No tiene mucho pero siente el mundo suyo
Cada cana no es un chamuyo, es un profundo orgullo
Gerrillerokulto, letra del rap “Luchín”
 
¿Qué es lo que hace tolerable la presencia de la policía, el control
policial a una población si no es el miedo al delincuente? Esta institución tan reciente y tan pesada de la policía no se justifica más que por esto. Si aceptamos entre nosotros a estas gentes de uniforme, armadas, mientras nosotros no tenemos el
derecho de estarlo, que nos piden nuestros papeles, que rondan delante de
nuestra puerta, ¿cómo sería esto posible si no hubiese delincuentes? ¿Y si
no saliesen todos los días artículos en los diarios en los que se nos
cuenta que los delincuentes son muchos y peligrosos?
Michel Foucault, Microfísica del poder

 

Claudia recibió la pena máxima que se le hizo a una mujer: reclusión perpetua con la injustificada aplicación del artículo 52 que dejaba sin efecto los beneficios que se dan por buena conducta. También fue la primera presa que se fugó del penal de Ezeiza. La primera en hacer sus estudios secundarios y la primera que recibió el título de socióloga habiendo cursado íntegramente en un penitenciario. 30 años estuvo aislada resistiendo con sus ideas, su sonrisa y su forma de ser. Tenía 21 años cuando entró en 1984, sometida -sin saberlo por estar incomunicada- al escarnio público y mediático por desobedecer a los mandatos que se le imponen a las mujeres.

 

El género y la cárcel

Con Claudia comenzamos hablando acerca de los roles y de manera instantánea declara: “la lucha es lo queer, es por dejar de pensar en un género. Mi experiencia de vida me confirma que no podemos hablar más de géneros. Me metí mucho entre las parejas para defender, me tuve que poner en el medio de un cuchillo para evitar que maten a mi amiga. La cárcel tiene una estructura de patriarcado: está la mina chongo, la jefa torta. Es muy machista, las parejas son muy violentas. Tenés pibas que llegan con una sensación de soledad y de necesidad de afecto que de repente se casan con una y quedan prendidas, lavan y planchan, cumplen el rol absoluto, pero también con el golpe, con el chongo yendo a 3 celdas diferentes a tener sexo con otras pibas y la mina ahí esperándolo, que cuando vuelve le pega porque estaba poniéndose celosa. ¿Cómo se registra eso dentro de la violencia de género? Se cumplen los roles del patriarcado, el chongo maneja y es el verdugo del pabellón. También la que tiene más plata; adentro el burgués sigue siendo burgués, paga para que le hagan las cosas. Es una repetición de lo que pasa afuera, es una pequeña sociedad, es la microfísica del poder.”

 

Lo que una piensa, lo que una dice y lo que una hace

¿Cuál es la factibilidad de una reinserción o resociabilización si el sistema penal rejunta a personas distintas con diferentes historias de vida y les obliga a estar quietos o a hacerse daño entre ellos?

Claudia ahora se dedica al arte corporal, empezó tatuando en la cárcel con agujas de coser. Cuenta que son muy pocas las compañeras que no volvieron a la cárcel, mujeres que como en su caso encontraron una salida por el lado de la autogestión, del trabajo artesanal o de las ciencias sociales. Durante su encierro realizó varias tareas y una de las más importantes fue la coordinación del Centro Universitario, producto del ingreso del Programa de educación en cárceles UBA XXII. Recuerda que “la policía no entraba, tenían que golpear la puerta cuando había clases. Era un mundo aparte. Fueron muchos los logros. Lo que pasaba es que armábamos algo muy bueno en un pabellón y cuando me cambiaban ese pabellón lo tomaba el Servicio Penitenciario y nadie defendía lo que habíamos logrado. En el 2011 lo dejé y ahora está cerrado. No supieron conservarlo, eso te entristece. Creo en la palabra y sobre todo cuando tiene una certeza y argumentás y defendés tu posición, no importan las consecuencias en última instancia, si no podés defender algo que vos creés que es tu derecho sos un ente de una sociedad consumista. Eso tiene que ver con el catolicismo y con la culpa, con ir a la crucifixión como salvación.”

 

El peligro, el miedo y la victoria

A Claudia le costó subir la conducta porque el capellán que la había excomulgado participaba del Consejo Penitenciario. “Soy peligrosa y mi peligro no son mis manos, es porque pienso. Los penitenciarios me odiaban, no tenía ni 24 años cuando me fugué por primera vez por los techos y se dieron cuenta al día siguiente. El peligro no era lo que yo les pudiera hacer, se les cayó el personaje psicópata porque nunca me violenté. Mi violencia siempre fue verbal y a medida que seguía estudiando no paré de darles y cada vez con más conocimiento. Hice intervenir el penal cuando estaba Julio Aparicio como secretario de Política Penitenciaria con una denuncia general por las condiciones del establecimiento pabellón por pabellón, por las ratas y otras cosas. El tipo fue a hacer una recorrida, y a su secretaria Silvia Marino le saltó una rata justo en la pollera. Intervinieron el Penal, a mi me pasaron a un Anexo y me subieron de Pre confianza a Confianza (instancias de sociabilización). La Jefa de seguridad me decía ‘vos no tenés que estar acá’, y yo le decía ‘no piensa lo mismo Aparicio’; eso era lo peligroso. En el último año y 7 meses, rogaban que me fuera, querían que me vaya tanto como lo quería yo y creo que ahí fue mi victoria personal, que no supieran qué hacer conmigo. Intentaron hasta matarme después de la fuga, en Dolores cuando la cana me agarró, me mandaban al baño, yo me agarraba del cana, me volvía a poner la esposa y le decía ‘vos venís conmigo’. Nunca fui una tonta, pero eso no me hace una asesina. El miedo que se lo metan en el culo. Yo logré mi objetivo que fue salir por la puerta grande, no le quería deber nada a nadie. Y así me fui, con 30 años de condena. Esa es mi victoria, donde estoy: tengo una profesión, me recibí, tengo una perra hermosa, un compañero genial y mis amigos.

 

Sueño de un amor encapuchado

Hace 7 años Claudia está con su compañero Lukas. Se enamoraron a primera vista durante su primera transitoria. Él es de la organización Apoyo a presxs y ella cuenta que la libertad de la segunda parte de su cana la luchó y consiguió él metiéndose en las secretarías. Ella se pone un abrigo que tiene un parche en la espalda que dice “Fuego a las cárceles”, lo tiene justamente hace 7 años. Mientras pone música y me sorprende con cosas que nunca había escuchado, dice mirándome a los ojos que sueña con que desaparezcan las agencias de control social penal.

 

Claudia

El emblemático caso de Claudia permite reflexionar sobre la reinserción. La cárcel es un problema colectivo, un dispositivo de control social, así como lo es el gatillo fácil o el paco. Marcel Gonnet realizó un documental en 2011 sobre su vida y sobre la transición hacia la libertad, en él se despliegan y deconstruyen algunos preconceptos sobre lo que se percibe como “delincuente”. No sabemos que hay detrás de la vida de una persona que cometió un delito. La espectacularización del caso, la construcción de un monstruo por los medios desdibuja a la persona real.

¿Qué solución o remedio existe para el crimen? La persona que ingresa a una cárcel está obligada a resistir o a resignarse. La historia de Claudia Sobrero es una historia de resistencia.

 

Dossier completo:

Introducción Dossier Especial: “Volver de la cárcel”: https://revistafurias.com.ar/?p=8156

Sobre(vivir) afuera: https://revistafurias.com.ar/?p=8165

YoSoy: https://revistafurias.com.ar/?p=8169

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1 Comentario

  1. Nicolas

    mujer, sidosa, asesina, falopera y sociologa….algo mas? no van poder anarcos, los vamos a matar a todos.
    SIEG HEIL!

    Responder

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