Las mil y una mujer

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Edna St. Vincent Millay

Por Valeria Tellechea

“He olvidado qué labios me han besado,

dónde y por qué, en qué brazos he dormido

hasta el amanecer; pero en el ruido

de la lluvia esta noche han llamado,

mi corazón dulcemente ha sufrido

por los tiernos muchachos que yo olvido

y que ya no despiertan a mi lado.”

Nacida en Rockland, Estados Unidos, Edna St. Vincent Millay fue una poetisa estadounidense de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Luego de la separación de sus padres, la madre de Edna, Cora, tuvo que lidiar con la crianza de las tres hijas en la mayor de las indigencias. Sin embargo, les enseñó tanto a Edna como a sus hermanas a ser mujeres ambiciosas y autosuficientes, luego de su frustrada experiencia. Además, les inculcó el gusto por la música y la literatura a través de los grandes clásicos.

Con apenas 15 años, el trabajo de Edna ya había sido reconocido, con publicaciones en revistas especializadas y premios por sus trabajos. En 1917 contaba con dos libros: Renascence and other poems y The Lamp and the Bell, libro de prosa donde cuenta el amor entre dos mujeres. También fue precursora e impulsora del teatro experimental formado por artistas y escritores amateurs.

A través de emociones sencillas pero profundas en sus escritos, Edna causó un gran impacto en su generación, no solo por su poesía sino por su pensamiento y estilo de vida muy particular para aquella época. Autoproclamada feminista y profeta del amor libre, desde pequeña fue revolucionaria, libre y contestataria. Jugaba constantemente con su identidad, haciéndose llamar Vincent (por lo que tuvo grandes problemas con las autoridades en su época escolar) como también solía llamarse con cualquier nombre que comenzara con V. Incluso, su prosa la escribía bajo el pseudónimo de Nancy Boyd.

En su última etapa como escritora, Edna comenzó a profundizar más en las diferencias e injusticias sociales, previo al desarrollo de la segunda guerra mundial. Chica mala y transgresora de la literatura, Edna ha sido un poco olvidada dentro del mundo literario pero sin poder negar el legado que ha dejado en escritoras y escritores de generaciones posteriores.

El soneto que acompaña no tiene nombre, aunque también es conocido con el número VII. Forma parte de una colección de poesías recopiladas bajo el nombre The Harp Weaver and Other poems, por el que Edna Millay obtuvo el premio Pulitzer de Poesía en 1923, siendo la tercera mujer en recibirlo.

Es un soneto dedicado a la madre, a su sacrificio, a sus convicciones, a su manera de ver la vida por aquellas épocas.

VII

¡Oh, cómo lamentarás palabra semejante!

Devuelve mi libro y, en su lugar, toma mi beso.

¿A mi compañero o enemigo escuché decir necio:

“¡Qué libro tan grande para cabeza tan infante!”?

Ven, te mostraré mi flamante sombrero de fieltro,

Y podrás observar así mi engalano.

¡Que debería igual amarte y todo eso, no me engaño!

Nunca más te diré lo que pienso.

Seré tu tierna, dulce; artificial y aparente.

Leyendo otra vez no me irás a atrapar,

Seré llamada perfecta esposa ejemplar.

Y, algún día, cuando golpees y abras inocente,

Algún día sensato, ni el más agitado ni el más calmo; así,

Me habré ido y, como a un perro, tú podrás silbar por mí.

(Traducción libre por Andrés C. Mármol)

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