Las mujeres sabemos muy bien cuándo se trata de acoso

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Opinión

Por Natalia Canova

 

Últimamente varias famosas, comunicadoras sociales y mujeres del mundo del espectáculo se animaron a hablar y denunciar los acosos que sufrieron, recientes o más actuales, en nuestro país pero también en Hollywood. Lejos de tener cierta empatía, al machito patriarcal lo que le genera muchas dudas sobre todo esto es ¿qué, ahora no voy a poder hablarles siquiera porque todo es acoso?

No. Las identidades leídas como femeninas sabemos muy bien cuándo es acoso y cuándo no. Quizás si lo vivieran desde siempre (independientemente de qué hagas, digas, vistas) sólo por ser leída mujer entonces entenderían que sabemos de matices.

Ayer en mi trabajo un compañero bastante mayor que yo me saludó dos veces. Tiró el chiste uy esto es como acoso. Y yo sé que no lo era. Sé que el tipo es un colgado, que recién venía de las vacaciones y saludaba a mucha gente, que nunca me miró de ese modo. No me molestó su chiste porque sé de dónde venía. Con él ya había hablado de gustos literarios, de metas en la vida, de experiencias que lo hacían feliz. Con él había una confianza y un conocimiento que me hacían saber leer la situación y no catalogarla de acoso.

Distinto es el caso de otro compañero de trabajo, con mayor jerarquía, que el día que me conoció (y apenas había entrado a trabajar) frente a otras mujeres también de mayor jerarquía me hizo “dar una vueltita”. Apenas me conocía ya ofrecía una práctica patriarcal de fichaje del cuerpo de las mujeres y, aunque fuera a tono de joda no había la confianza suficiente.

Cuando Leonor Silvestri fue a Crónica TV dijo que lo primero que le pasó al entrar al canal fue que le miren las tetas. El conductor le mencionó que tenía una remera con una leyenda y que uno podía querer saber qué decía. Claro, dice Leonor, para eso me la puse. “Antifascista” y “Antiracista” en su remera, dos palabras que no suelen aparecer en la tele. Leonor le explica: la diferencia de que el conductor mire su remera radica en que ellxs dos ya establecieron una charla previa. Hay un vínculo (corto – provisorio – reciente) pero no es su primer acercamiento el “leerle” la remera. 

Pensar que las femeneidades no podemos saber cuándo se trata de acoso y cuándo de un chiste (que puede no causar gracia pero la intencionalidad no es de acoso) es subestimarnos. Es deslegitimar nuestra palabra. Te habrás confundido, Te habrá parecido, No es tan grave. No me confundo: me parece grave que tomen a la ligera algo tan feo como el acoso. Porque lo que al machito le parece algo menor o incluso algo que pueda ser un juego, a nosotras nos persigue desde pibas, nos estigmatiza como sólo un cuerpo, busca que sepamos que el espacio público no es nuestro, intenta amedrentarnos porque siempre puede ser el paso previo a una escalada mayor de violencia. Como dice la banda de rap española Ira “ahórrate el piropo aunque lo merezca. Aunque me haya vestido “bien”, maquillado, peinado, aunque me sienta segura con mi cuerpo y me haya querido clavar una pollera muy corta; aunque entre en los parámetros hegemónicos de lo deseable igualmente no quiero tu acoso, aka piropo. Porque lo que hacemos o no hacemos las mujeres no tiene que ver con vos, macho. Pero vos no sabés de empatía. Por eso en cuanto te enterás de casos de minas que denuncian acoso lo que más miedo te da es acosar y que eso repercuta en tu vida de alguna manera. No te importa el garrón que puede ser el acoso para las femeneidades. Porque vos sos el que no sabe la línea que se pasa y convierte a un comentario en acoso. No somos nosotras las boludas, vos sos el forro.

 

Ph: Florencia Di Tullio

 

 

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