Por María Celeste Lamamí
- adj. materno (‖ perteneciente a la madre).
En un mundo donde el patriarcado es esa suerte de Demogorgon, definitivamente una de sus patas es la culpa. Si hay algo que la sociedad sabe hacer cada vez mejor, es echarnos la culpa. De todo y para todes: la culpa no distingue, no discrimina, y es el arma más útil que puede haber. Tranquiliza conciencias, aplaca cuestionamientos y desplaza los problemas.
La culpa es esa semilla que se tira a la tierra para que crezca todo un mecanismo genial. La hacemos pasar por sentido común para que todes la legitimen y hasta que la víctima misma no se la crea no paramos. Y con les cuerpos gestantes fueron particularmente sistemáticos y efectivos. Aparte de toda la mierda que ya conocemos -odiar nuestros cuerpos, limitar nuestra libertad, cuestionar nuestra sexualidad, nuestros roles en la sociedad, nuestros roles en la familia, etcéteraetcéteraetcétera- también se nos metió la idea de que tenemos que ser maternales.
¿Y qué es ser maternales?
Tiernas, abnegadas, comprensivas, delegativas, dispuestas a ceder, a sacrificarnos, a ver la felicidad en el bien del otre, programadas para sufrir y sonreír, a relegar nuestra vida y bienestar por tiempo indefinido de maneras inimaginables. Cosas que más o menos podemos llegar a tolerar o comprender si hablamos del cuidado de un ser totalmente dependiente a nosotras.
Pero obvio que no se limita ahí. ¿Por qué debería hacerlo, si podemos ir por más?
Ser un cuerpo gestante es deber ser maternal aunque no tengas hije algune, es que todes sean tus hijes, y sobre todo los hombres. Ser un cuerpo gestante y ser maternal como sinónimo, es portar la bandera del sacrificio y la abnegación en todos tus vínculos. Y así de a poquito fuimos anulando algo más que importante en los vínculos humanos: la capacidad de mandar a la mierda. La capacidad de enojarse. De decir que no. De plantarse.
Aprendimos a disminuir, a comprender lo incomprensible, a justificar lo injustificable, a patologizar. A ocupar, a veces con honra, otras con obligación, el lugar de psicóloga, psiquiatra, segunda, muro, sostén, o cualquier otra romantización que le quieran dar a ser la que banca todos los trapos.
Y así pasamos las páginas de la novelita romántica donde la violencia del galán millonario se justifica con su infancia -que pasó hace más de 20 años-, scrolleamos la noticia de la cantante de pop crucificada porque seguro su ex pareja se suicidó porque ella lo dejó -y no porque fuera alcohólico y droga-dependiente-, abrimos el chat donde pobre Juampi no es que se puso violento con la novia porque él sea mal chabón, es que viste, ella subía fotos medio en bolas y nada, él es medio inseguro, pero buen chabón, buen pibe, y capaz en una de esas cerramos todo y volvemos a esa relación con el chongo que te la vive prendiendo fuego y después se justifica en que a él le hicieron daño y te ruega que entiendas y le des tiempo y le creas que va a cambiar. O volvés a tu mamá diciendo que tu viejo es un tipo muy sufrido y por eso necesita “desahogarse”. O al chisme de turno donde te explican que bueno, son así, son hombres, necesitan sentirse validados seduciendo pero en realidad es porque pobrecitos no saben querer ni respetar, y sí, te re cornean pero pobrecitos, qué se yo, dejá de preguntar, que son chabones, y vos sos mina, qué preguntás boludeces. Sos mina y como mina sos fuente infinita de ternura y entendés todo, todo, pero también más vale que entiendas que todo eso que es entendible no aplica para vos, a vos ni se te ocurra. Vos sos zona de confort del otro, no tuya.
Entonces te invito, les invito a que recuperemos ese hermoso poder que te da el enojarte para el re carajo, el mandar bien a la mierda, el putear, el no entender nada, que la comprensión la busque en otro lado. Te invito a que antes de querer entender los traumas del otre procesemos los propios, a replantearnos el significado de la comprensión y de la mutualidad de la misma. Te invito, como dice una colega, a enojarte, hermana.
Y a que si algún día te pinta ser paciente, cuidadosa, comprensiva, hombro, abrazo, reivindiques el significado de lo maternal siendo, efectivamente, madre.
Que la maternidad será deseada o no será. Y será de nuestres hijes, porque no vinimos al mundo a ser madres de más nadie.
Salud.
Ph.: Florencia Di Tullio
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