Mujer, revolucionaria y vengadora del CHE

Compartir

Por Susana Salina

El periodista Jürgen Schreiber en 291 páginas de su libro “La mujer que vengó al Che Guevara” producto de una exhaustiva investigación, hace un recorrido por la apasionante historia de Monika Ertl.

Cuenta que una señora, muy atractiva, ingresa al edificio de la calle Heilwigstrasse 125, del pintoresco barrio de Harverstehude, en Hamburgo, Alemania. Era la mañana del 1º de abril de 1971 y el lugar mantenía casi intacta su calma habitual. Los tacos de la apuesta dama resuenan en cada uno de los escalones hasta llegar al consulado de Bolivia, iba en búsqueda de información porque en breve tenía previsto viajar a ese país. El máximo funcionario de la casa salió a su encuentro y desplegando toda su amabilidad, seguramente encandilado por su belleza, intentó ayudarla.

Inmediatamente unos disparos agrietaron la plácida mañana, el espanto se expandió por el edificio. El cuerpo del cónsul se desplomó, quedó tendido parte sobre la alfombra y parte sobre el parquet. Quintanilla, que sangraba de diferentes heridas, fue trasladado a la clínica universitaria de Eppendorf. Los oficiales hicieron guardia mientras él luchaba con la muerte.

El Colt Cobra 38 Special, que hábilmente descargó la mujer, demostró ser eficaz. Pocos minutos después, el doctor a cargo informó que a las 10:26; el cónsul general murió a causa de las heridas provocadas por el arma.

La cacería de la perseguidora de Quintanilla, comienza con una serie de pruebas que se hallan en la escena del crimen: una peluca de dama, un revólver de tres recámaras con tres cartuchos en el tambor, una toalla de mano, un pañuelo, lentes, dos botones de un abrigo y en el interior de la cartera se encuentra un papel de 27 por 29 centímetros con el lema “¡Victoria o Muerte!”, escrito con un rotulador en mayúsculas.

La ley del Talión

El 12 de octubre de 1967, a las cuatro de la mañana, Nicolás Pellicari y Juan Carlos Delgado, integrantes de la Policía Científica que dependía de la Dirección de Investigaciones, se reportaron en el Departamento Central. Allí recibieron la orden de trasladarse a Bolivia. La misión era concreta: certificar si el hombre asesinado en La Higuera por los Rangers (cuerpo de elite) y la CIA, correspondía a Ernesto Che Guevara. Esteban Rolzhauzer, perito scopométrico (son quienes realizan un minucioso análisis físico del material sometido a estudio, por medio de instrumental óptico adecuado a la investigación a realizar), se sumó al equipo. Sin embargo, cuando llegaron al destino se encontraron con que el cadáver del Che había desaparecido.

Luego Quintanilla se asomó portando un paquete envuelto en diarios. Era una lata de pintura, en su interior, cubierta de formol, había unas manos que fueron amputadas quirúrgicamente (por orden del coronel “Toto”). Durante 8 horas, debieron trabajar con ellas. Extrajeron el líquido incoloro de olor penetrante y sofocante, emparejaron las papilas y las yemas de los dedos que parecían pasas de uvas, los pegaron a una película de polietileno entintada, posteriormente se adhirieron en las fichas y se fotografiaron.

Finalmente, los peritos argentinos, a las 16 horas del sábado 14 de octubre de 1967, certificaron que las huellas de esas manos sin cuerpo, indudablemente, pertenecían a Ernesto Guevara, según los relatos efectuados por Nicolás Pellicari al diario Clarín.

Quintanilla, además, fue el líder policial que encabezó la operación contra los guerrilleros en Ñancahuazú, y en recompensa por su capacidad demostrada en la organización del Servicio de Inteligencia del Ministerio del Interior durante la infiltración del comunismo castrista, en 1967 fue ascendido al grado de teniente coronel.

En 1969, el 9 de septiembre, dirigió el operativo que acorraló al Inti Peredo, uno de los cinco sobrevivientes de la Higuera, asesinado en La Paz, tras resistir por más de una hora, el asalto de 150 efectivos de la Policía a la casa donde se encontraba escondido. Según relató Anna Elena Recacoechea, compañera de luchas y madre de su primer hijo, logran capturar a Inti cuando una granada lanzada por una ventana le produjo graves heridas en una pierna y un brazo. Posteriormente, lo trasladaron a una estación de Policía cercana donde resultó salvajemente torturado por Quintanilla que lo golpeó en la cabeza con la culata de una escopeta durante dos horas. La muerte de Peredo fue un baño de sangre.

El cónsul boliviano más conocido como “Toto”, ex jefe del servicio secreto formado en la Escuela de las Américas de Panamá, fue enviado por el gobierno de Bolivia al extranjero, por su propia seguridad. El 4 de julio de 1970 asumió su puesto en Hamburgo.

Inti que en quechua significa sol, nació en Cochabamba el 30 de abril de 1937, con el cargo de comisario político, era miembro de la jefatura del Ejército de Liberación Nacional, ELN, una organización político-militar de carácter internacional, creada por el Che el 25 de marzo de 1967, en Ñancahuazú, plena selva boliviana. El objetivo de este movimiento revolucionario de liberación era extenderse a otros pueblos de América del Sur, sojuzgados por el imperialismo.

La pasión por el Che y el amor hacia el Inti alimentaron la sed de venganza de la bella mujer.

De Monika a Imilla

Monika Ertl nació a mediados de agosto de 1937, en Munich, Alemania. Su padre Hans, era un gran alpinista, cineasta, periodista del semanario alemán Die Wochenschau. Las montañas lo atraían. Sin embargo, cobró notoriedad como el “fotógrafo de Hiltler”. A los 31 años Ertl debió dirigirse al campo de batalla con el objetivo de registrar las imágenes. Se trasladaba en el Volkswagen del mariscal Erwin Rommel. Obtuvo dos premios como mejor camarógrafo del Wochenschau. Hitler supo aprovechar sus imágenes con fines político-propagandísticos.

La Alemania de la posguerra ya no era un lugar complaciente para él. Bolivia ofrecía una cantidad de paisajes inexplorados, además en La Paz había una colonia de alemanes pro-nazis que lo cobijaría fraternalmente. En 1953, la familia Ertl se instaló en territorio boliviano: un país repleto de injusticias, corrupción, riquezas naturales, de distancias abismales entre pobres y ricos y desbordado por conflictos sociales.

Una vez instalados en la selva, Monika acompañó a su padre en la expedición al cerro Paititi de 3.150 metros de altura. En las excursiones patriarcales aprendió el arte de la supervivencia, pero además, pudo observar otra realidad en sus encuentros con los indígenas: la destrucción de las culturas antiguas.

Casi como un desafío hacia su padre, en 1958 se casó con Hans que trabajaba en las minas de cobre chilenas “El Teniente”. En 1968, se separó de su marido y partió hacia un tour por Europa. Regresaría preñada de Revolución.

Monika hablaba inglés, alemán, aymara y castellano en sus versiones chilenas y bolivianas. En su paso por Alemania había tomado contacto con el movimiento extraparlamentario de la nueva izquierda alemana, APO. Consideraba que las armas eran la única manera efectiva para combatir a los explotadores.

En 1969 ingresó al ELN, se convirtió en Imilla que en lengua quechua y aymara significa niña india. En el ejército conoció la clandestinidad, la persecución y el amor. El inti conquistó a Imilla, vibraban de pasión. Su asesinato le provocó un huracán de dolor, solo con el remedio de la venganza, encontraría algo de calma.

Tras el crimen de Quintanilla, Imilla fue minuciosamente rastreada. Hans Ertl vio en el aeropuerto de Concepción el cartel que indicaba que Monika estaba siendo buscada. Era la cuarta, empezando por la izquierda, en la fila de más abajo de la descolorida alerta, ofrecían por su hija una recompensa de 20.000 dólares. La última vez que la vio fue cuando ella intentó, en vano, persuadir a su padre para que le permitiera utilizar parte del terreno de la hacienda, ubicada en medio de la selva, como refugio y entrenamiento del ELN. Todo terminó en un fuerte enfrentamiento entre ambos.

Un tío muy particular

Hans Ertl fue quien ayudó a Klaus Barbie (criminal de guerra nazi) a instalarse en Bolivia. Se conocieron a principios de los años cincuenta en La Paz, cuando fueron invitados a tomar el té en casa de una familia amiga, entablaron una profunda amistad. Atmann, como se hacía llamar, comentó que estaba buscando trabajo. Hans lo contactó con un tal Hugo Simon que casualmente necesitaba que alguien le llevara la administración de un aserradero. Klaus pasó a ser el tío, para las hijas de Ertl.

El postizo familiar que pertenecía al Servicio de Inteligencia Alemán (BND), fue quien ayudó a organizar la emboscada fatal que acabó en el asesinato de Imilla. Según un comunicado enviado a Washington, el 12 de mayo de 1973, por la embajada de Estados Unidos: “Alrededor de las 11 p.m. se ha dado muerte a dos líderes guerrilleros del ELN en una redada en un domicilio conspirativo. La policía halló publicaciones del Ejército de Liberación, material de propaganda, armas y dinero”. Al lado del cuerpo de Monika Ertl estaba el del argentino Osvaldo Ukaski.

El camposanto de los Revolucionarios

En el cementerio de la Paz hay una lápida hecha de una piedra primitiva que fue trasladada especialmente a pedido de Hans, escrita con el nombre de Monika Ertl, pero allí, sus restos no están. Por miedo a que el fenómeno de Monika se expandiera como una plaga, más allá de las latitudes de los simpatizantes del ELN, el gobierno de la Paz no le concedió a la familia Ertl ni un entierro, ni la oportunidad de depositar una corona, nunca le entregaron el cadáver.

Imilla, el Inti y el Che, no tienen un único lugar, porque están en todas partes donde las voces se alzan al unísono en contra de la opresión, el hambre y las injusticias.

 

Commentarios de Facebook

1 Comentario

  1. Roberto

    Facinante, una clase de Historia ,contada con fineza y lujos en los detalles

Ceres Elementos Naturales
borde gris top
Contenido relacionado
Contenido relacionado
Siendo poesía en las Islas

Siendo poesía en las Islas

Marisa es referencia en el mundo de la poesía y del hacer colectivo. Fue llegando allí desde la educación formal, pero como nosotras y tantas otras las derivas la condujeron hacia los feminismos y la degustación del Té.