“Si formás parte de la cultura independiente, estás en emergencia”

Martina Perosa
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 Por Marina Zato

El sector de la cultura en la Ciudad de Buenos Aires está en crisis desde hace tiempo y la respuesta del gobierno de la Ciudad ha sido el silencio. La pandemia llegó a visibilizar una situación de fragilidad y falta de apoyo a quienes lo conforman. Son más de 700 los espacios culturales que integran el sector entre salas de música, de teatro, centros culturales, galerías y milongas. Existen más de 200 editoriales independientes y son alrededor de 100.000 las personas que hacen a la cultura y que, hoy, no reciben respuestas ni apoyos extraordinarios desde el gobierno de la Ciudad.

¿Cuál es la situación de la cultura independiente en la Ciudad de Buenos Aires?

“El sector de la cultura independiente ya venía con muchas dificultades para trabajar en relación a lo económico desde antes de la pandemia. Sobre todo, en el gobierno de Mauricio Macri, en el que todo lo que fue fondos destinados al sector cultural fue cayendo porcentualmente dentro de lo que es el presupuesto del Ministerio de Cultura, año a año. Menos presupuesto destinado e inflación, el último año más del 50% de inflación interanual” explica Lisa Kerner, directora de Casa Brandon y presidenta de Brandon por la Igualdad/Equidad de Derechos y Oportunidades.

“Decir que fuimos los primeros en cerrar queda ya viejo. Lo que al principio fue la desesperación, yo creo que ahora, lo que me pasa a mí, es una tristeza enorme, un desencanto total con la gestión del Ministerio de Cultura de la Ciudad y una acumulación de deudas importantísima, que nos genera estrés, angustia. Y, después, está toda la otra conversación de la importancia de la cultura en los momentos de crisis, de cómo salva, de todo lo que se pone en juego en el arte, todo lo que se valora, pero a la hora de pagarlo parece que no valiera. Es muy rara esa relación entre lo que “amamos a nuestros artistas” lo que “valoramos nuestro teatro” pero luego no se lo cuida. Estamos acumulando una gran deuda. No pagamos alquiler, hay cosas con las que no estamos pudiendo estar al día. Seguimos pagando sonidista, iluminador, todo lo que es nuestro circuito más cercano de trabajadorxs se sigue pagando. Estamos también muy preocupades por la situación de les artistas” añade Kerner.

Hugo Szmoisz pertenece a Emergente, un proyecto que trabaja principalmente en la música en vivo. Sobre la situación de la cultura independiente y, en particular, de Emergente, sostiene que: “Cuando no se cuida a la cultura como un derecho humano, como está establecido en la Constitución de la Ciudad, empieza a aparecer un estado de desigualdad y de desprotección. Nosotros estamos desarticulados 100%. No estamos trabajando, el proyecto como tal no está funcionando. La realidad es que no sabemos cómo pagar las deudas para seguir adelante. Hasta el momento no hubo un apoyo extraordinario por la pandemia desde el gobierno de la Ciudad. Nosotros percibimos un subsidio que es el mismo subsidio ordinario de todos los años, que sirvió en su momento para poder repartirnos entre todos los que trabajamos ahí un peso, no mucho, y que se licuó automáticamente. Estamos endeudados en los impuestos, en los servicios, en los alquileres y ni hablar de los que no estamos sacando nada de Emergente porque el espacio no está generando nada. Es todo un ecosistema: el artista que no toca, que no consume la sala de ensayo, no va al espacio, el espacio no genera, no puede pagar el alquiler, no puede pagar los servicios, es todo un espiral”.

Lucía Aíta y Gonzalo Miranda forman parte de la cooperativa Editorial Muchas Nueces. Cuentan que: “Nosotres tuvimos algunos problemas que fueron complicados. El gran evento del año del libro es la Feria del Libro. Armamos un montón de obras para publicar para la Feria, que implica un mes de facturación más. Este año habíamos hecho una apuesta súper fuerte para participar, pero al final se canceló. Las editoriales ya habían pagado la feria y esa plata quedó para el año que viene. Ni siquiera la inversión hecha se pudo recuperar. Y la situación repercutió en otras ferias y eventos más pequeños que también nos modifican la existencia. Muchas Nueces tiene un re trabajo de encontrarse con su comunidad lectora, charlar, hacer actividades. Todos los 24 de marzo armamos un stand, una galería de afiches en la calle acompañando la marcha, y este año no pasó. Y esos eventos, además de conocernos con nuestros lectores y lectoras, también es un lugar donde nos conocen, donde se vende un montón. Y todos esos espacios no pasaron y eso es irrecuperable, no sólo en lo económico sino también en las redes que no se pueden armar, les autorxs que no conocimos”.

“Lo que hizo la pandemia fue evidenciar la profunda fragilidad del sector y sacar a la superficie un montón de problemáticas que existen desde hace mucho tiempo. Cuando hablamos particularmente de la Ciudad de Buenos Aires, la realidad es que es un sector totalmente abandonado por el Estado. La pandemia la veo como que nos está obligando a organizarnos. Por suerte estamos conectades con muchos espacios y organizaciones, pero nos vamos enterando de espacios que cierran o que pronto van a cerrar. No se me ocurre otra palabra más que fragilidad. Las posibilidades de cierre existen” explica Sabrina Lorenzo, quien integra el Centro Cultural Wara Wara.

Al respecto de la situación de su espacio, añade Lorenzo que: “Wara Wara es un espacio chiquito, con capacidad para 50 personas. En un principio, cuando se decidió reducir la capacidad de los espacios en un 50%, ya era muy complejo y finalmente fuimos de los primeros rubros en cerrar y entiendo que seremos de los últimos en abrir, lo cual nos deja en un lugar muy complicado. Es muy fina la línea entre un espacio existiendo y un espacio que deja de existir. Por un lado, los gastos fijos son un montón y cuando uno piensa “pago esto y esto no” eso se traduce en una deuda que, a largo plazo, lo que va a hacer es que cuando se pueda abrir todos los ingresos estén destinados a pagar deuda. Eso un poco se lee como que generar deuda hoy es retrasar un cierre inminente”.

Espectáculos por streaming

Una de las opciones que se ha ofrecido al sector de la cultura tiene que ver con los protocolos para streaming. Al respecto de éstos, Hugo Szmoisz explica que: “La actividad no se puede adaptar tan fácilmente al streaming, porque requiere una inversión económica que no todos los espacios pueden realizar. Las bandas que tocan en nuestros espacios, hay que tener en cuenta que son espacios de arte emergente, están empezando a ser. Entonces, una banda que en vivo movía 30 personas ¿cómo vamos a pretender que con ese público pueda sustentar una actividad tan costosa como es el streaming? El streaming usa todo lo que tiene un espacio habitualmente (escenario, luz, sonido), pero también una cámara de calidad, una persona de limpieza, todo un equipo material y humano que hace que los costos terminen siendo muy elevados. Entonces, a la hora de que una banda quiera emprender un proyecto de streaming, tiene que vender 300 entradas para cubrir gastos. Y vender esa cantidad hoy en día en este formato es muy difícil de realizar y de sostener en el tiempo”.

El circo ¿no existe?

“El sector del circo es un sector que está invisibilizado desde hace 40 años. El circo argentino le da origen al teatro nacional y, aun así, quedó relegado y no es reconocido por el Estado. Ni el circo ni el arte callejero son reconocidos ministerialmente ni de ninguna manera. Con esto de que lo que no se nombra no existe, el circo al parecer no existe. Recién en esta pandemia logramos que el Fondo Metropolitano sume circo/teatro, pero nunca con una línea propia. Lo que hizo la pandemia fue dejar de manifiesto y sin posibilidades de esquivar más que el circo no existe para la Ciudad de Buenos Aires” cuenta Paola Lalia, artista circense que forma parte de la Asociación Civil Circo Abierto y del FAO (Frente de Artistas Ambulantes Organizados).

Añade Lalia que: “En CABA somos casi 2.000 trabajadores y trabajadoras de las artes del circo. Lo primero que necesitamos es existir, tener una identidad propia para, a partir de ahí, poder generar políticas públicas específicas para el sector. ¿Dónde están siendo destinados los recursos del Polo Circo? ¿por qué las carpas se están pudriendo en una esquina? ¿por qué no hay programación del circo, si hay salas equipadas y acondicionadas para ello? El circo tiene un nivel de autogestión en la Ciudad de Buenos Aires que es reconocido a nivel mundial, porque no tenemos ninguna línea de financiación y subsistimos”.

“No existe un ‘pro-edición’

La Ciudad de Buenos Aires es la que tiene más librerías por habitante en el mundo. Sobre la situación del sector editorial, Gonzalo Miranda cuenta que: “La característica principal del sector es que representa el 80% de la industria editorial argentina. Y un montón de esas son pequeñas y medianas editoriales. En la Ciudad de Buenos Aires no hubo ninguna política dirigida al sector editorial. No existe un “pro-edición” o “pro-libro”, como existe para otros sectores. Hay sólo un programa que es para la jubilación de les autores en Capital”. A ello, añade Lucía Aíta que “la pandemia nos agarró a las editoriales independientes sin ningún instituto y sin una agremiación fuerte”.

El tango como figura turística

Julio Bassan es presidente de la AOM (Asociación de Organizadores de Milongas). Respecto a la situación en particular del tango y de las milongas, cuenta que: “El tango no está reconocido por la Ciudad de Buenos Aires. Nuestro sector está muy precarizado, hay mucha informalidad. Si no hay un apoyo del Estado, el tango va a pasar a agonizar. Las milongas son el reducto elegido por todos los hacedores del tango para confluir. Es un lugar de identidad con el tango. El tango mueve en la Ciudad de Buenos Aires 2.000 millones de dólares por año. ¿Cómo puede ser que a esa industria no se la reconozca? El gobierno nacional reconoció al tango como una industria cultural. A la Ciudad ni siquiera le estamos pidiendo eso, sino que primeramente reconozca el patrimonio que es el tango para la Ciudad de Buenos Aires. Hay una sordera absoluta respecto a la cultura y al tango”.

En lo que respecta a les trabajadorxs del sector, agrega que: “Hay que pensar que hay casi 200 milongas en la Ciudad de Buenos Aires. Hicimos un promedio de que, por cada milonga, en organización, trabajan cinco familias. Tenés un riñón de trabajadores directos de las milongas de 1.000 familias. Y a eso le tenés que sumar los músicos, les tenés que sumar los bailarines. En lo que es las milongas hay por lo menos 2.500 trabajadores”.

Por la Emergencia Cultural y contra el silencio

Desde que el PRO gobierna en la Ciudad de Buenos Aires, el presupuesto de cultura pasó del 3,4% al 1,8%. A su vez, del presupuesto total del Ministerio de Cultura, el 36,6% se destina al Teatro Colón, 228 millones al Centro Cultural Recoleta y sólo el 1,9% a la cultura independiente. Durante la pandemia del covid-19, el Gobierno de la Ciudad invirtió $32.000.000 en un Bowling para el Tiro Federal y $23.339.940 en máquinas expendedoras de snacks.

Emilio Bugguani es referente cultural del Espacio Cultural El Hormiguero, Coordinador de Vuela el Pez y asesor de cultura de la legisladora María Bielli. Cuenta el origen del reclamo por la Emergencia Cultural en la Ciudad de Buenos Aires: “El 24 de julio, Bielli, junto con otros legisladores, llamó a una reunión amplia de todo el sector cultural por Zoom, para realizar un diagnóstico conjunto y estar al tanto de la situación de crisis de la cultura. A esa reunión fueron casi 200 personas y más de 70 organizaciones culturales. Ese día surgió un diagnóstico común de emergencia, de crisis, de falta de políticas públicas por parte del gobierno de la Ciudad, no sólo durante la pandemia, sino durante los últimos 13 años, en los que no ha habido políticas públicas para el sector cultural reales, que tengan impacto. Ante eso, se decidió la conformación de una multisectorial de la cultura con estas organizaciones”.

“El sector cultural genera el 11% del PBI de la Ciudad y tiene alrededor de 100 mil trabajadores. Ahí lo que se ve es que hay una falta de políticas, pero no por falta de plata sino por falta de voluntad. El presupuesto del Ministerio de Cultura de la Ciudad es de casi 9 mil millones de pesos, de los cuales, más del 36% va al Teatro Colón, el 8% va a la Usina del Arte y a la cultura independiente va el 1,9%, siendo la que realmente genera una actividad cultural que transmite un mensaje, que genera otros diálogos, y no se está apoyando” añade Bugguani, quien finaliza sosteniendo que: “Si bien Buenos Aires es una de las capitales culturales de América y del mundo, con fenómenos de cultura independiente, editoriales, centros culturales, una oferta de teatros independientes que es famosa en el mundo, sellos discográficos, milongas, eso no se plasma en políticas que ayuden al sector. Hay algunas líneas de fomento, pero ni siquiera llegan a todo el sector porque son concursables. Estamos en octubre y todavía no se han depositado fondos de algunos programas. Claramente es una intención del gobierno de la Ciudad de acallar ciertas voces porque son espacios donde se generan otras ideas, otros valores, otros modos de ver la Ciudad que no van en sintonía con el Gobierno del Pro, de Rodríguez Larreta y, anteriormente, de Macri”.

Respecto a la falta de respuesta por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Julio Bassan sostiene que: “Al gobierno de la Ciudad no le conviene declarar la Emergencia Cultural. Porque, para la manera de pensar de ellos, implicaría un reconocer y apoyar la cultura. Implicaría reconocer que tenés una gran cantidad de problemas y necesidades; trabajadores con necesidades. Sería salir a respaldar. Por eso la Ciudad se ahorra un dolor de cabeza al no declarar la Emergencia Cultural. Tenemos compañeros que no tienen nada. Compañeros a los que los han echado de las casas por no poder pagar el alquiler. Dicen que ya bajaron un montón de ayuda, pero no es cierto”.

“El macrismo hace casi 14 años que está en la Ciudad de Buenos Aires y estas políticas ya vienen desde entonces. La emergencia cultural es inminente, cuando vos ves que cada año el presupuesto es el mismo o es menos que el año anterior. Es una decisión política, porque dinero hay. Es sólo distribuir mejor. Es una decisión elegir dónde se invierte el dinero. Si formás parte de la cultura independiente, estás en emergencia” añade Paola Lalia.

Para Sabrina Lorenzo “la decisión política es la misma de siempre desde el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: desfinanciar. Pareciera que no “vende” ayudar a estos espacios. Aunque en realidad no es una ayuda, la cultura es un derecho y, como tal, el Estado debería estar presente. Somos los espacios que ayudamos a pensar, que construimos, que cuestionamos y eso parece un poco peligroso para el gobierno de la Ciudad”.

Anabella Valencia es actriz, directora, dramaturga, profesora de teatro y gestora cultural. Lleva adelante el Teatro El Popular y forma parte de ARTEI (Asociación Argentina de Teatro Independiente). Afirma que: “En la multisectorial estamos peleando distintas alternativas y planes de lucha por lo que está pasando con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que no reacciona, no está a la altura de las circunstancias de una emergencia de esta envergadura, que no es lo mismo que sucede desde Nación. El Gobierno de la Ciudad hace de cuenta que es un año común. Es más, en relación con el presupuesto, está siendo menor que en el 2019 lo que se ejecutó, si tomás en cuenta la inflación. En un momento de pandemia, ejecutás menos que el año pasado y son más las personas que están necesitando. Ellos quieren hacer sus negocios inmobiliarios y miran el mundo desde una perspectiva que está clara”. Añade la necesidad de que “las tarifas tienen que ser diferenciadas para los espacios culturales. No puede ser que las líneas de subsidio que recibimos tengan que ser volcadas ahí, sino que deberían ser para desarrollar la actividad cultural. Hay espacios independientes que están cerrados, sin actividad, y tienen que pagar de mínima diez mil pesos de tarifa”.

Finaliza Valencia sosteniendo que: “La Ciudad de Buenos Aires es la mayor exponente de teatro independiente en el mundo. No estamos recibiendo la ayuda por parte del Estado y, para mí, la intención es hacer desaparecer esto, porque siempre hemos sido una contracara del poder, un espacio de resistencia. Entonces, la cultura se va a regenerar en resistencia y lucha”.

Cultura, comunidad y construcción colectiva

Sabrina Lorenzo, desde Wara Wara, cuenta que: “Nosotres tenemos la suerte de contar siempre con una comunidad que no deja de sorprenderme, porque la gente que consume y que accede a la cultura por medio de espacios culturales entiende perfectamente la dinámica y no duda en dar. Al principio de la cuarentena decidimos abrir una preventa por ‘compra futura’ y vendimos comida y entradas a un evento que sería de reapertura. Éramos tan optimistas que habíamos pensado en un “guizaso” porque pensábamos que iba a ser pasadito el invierno. La gente compra con la esperanza de que el espacio siga funcionando y eso es gratificante. Cuando vimos que se extendía lo cortamos, porque nos parecía un poco raro estar vendiendo a futuro, que era un futuro medio incierto. Pero el apoyo de la gente estuvo y está, porque cada vez que hacemos una movida nueva la gente está. Ahora volvimos a vender la misma comida que se podía comer en Wara, en formato que se pueda freezar y todas las semanas estamos cocinando. No se puede concebir la cultura si no existen estos actores que consumen la cultura y que entienden la dinámica de la autogestión y se sienten parte, lo sienten”.

Desde Muchas Nueces, Lucía Aíta y Gonzalo Miranda añaden que: “El objetivo de la cooperativa es generar trabajo. Entonces, frente a la crisis, nos reunimos y vemos, bueno, quiénes tienen otro trabajo, si van a caer las ventas podemos redistribuir los retornos de los socios, quién está bien, quién está mal, cómo podemos ayudar al que está mal; lo que una empresa tradicional no permite. Quizás un compañero necesitaba laburar más porque su trabajo principal no lo podía hacer y se pudo organizar eso. Permite un montón de cuidados que frente a estos casos están buenísimos”.

“Nosotres trabajamos con el universo LGBTIQ y tenemos un sentido de comunidad muy fuerte, por lo que hay un interés de aporte a que el espacio siga existiendo, no importa de qué manera. Para nosotres hay una parte que son los subsidios y una parte que son las colaboraciones de la gente” finaliza Lisa Kerner desde Casa Brandon. 

ph: Martina Perosa

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