“Sigue siendo tabú pensar que podemos habitar distintas identidades”

Lenjuague inclusivo
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Entrevista a Valeria Sardi sobre Lenguaje Inclusivo

Por Macarena Lezica 

 

Habitar un mundo en constante cambio, donde el lenguaje funciona como una herramienta de construcción colectiva y no individual, nos permite utilizarlo para acompañar los procesos culturales de cada época, transformarlos y ¿por qué no? producirlos.

 

Desde hace algunos años, el lenguaje inclusivo ha irrumpido en nuestra relación con les otres y en cada uno de los espacios donde circulamos. En menor o mayor medida, el LI se hace presente, genera debates en torno a su utilización, posturas a favor, en contra, y otras de extremo rechazo.

 

Valeria Sardi es Profesora y Doctora en Letras por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), investigadora y poeta. Es formadora docente y publicó numerosos artículos en revistas nacionales e internacionales, como así también una interesante cantidad de libros que demuestran su pasión y compromiso con el lenguaje y la educación. Nos adentra en este recorrido que ha trazado el LI en nuestras sociedades actuales, qué esconde su rechazo y qué cosas posibilita su existencia, además de la importancia de dar la batalla en los espacios educativos. Porque el lenguaje inclusivo ha llegado para quedarse.

 

¿Desde qué lugar te convoca el debate en torno al Lenguaje Inclusivo?

Como formadora de formadoras y formadores en la Formación Docente,  me convoca porque me parece que es muy importante en este marco abordar el emergente lingüístico, ya que les docentes circulan por distintos contextos educativos; fundamentalmente en la escuela secundaria donde el LI forma parte de la vida cotidiana, pero en donde además no se puede dejar de problematizarlo porque está presente en los intercambios lingüísticos de les estudiantes y esto genera, a veces, tensiones. A su vez, porque permite abordar saberes curriculares problematizando, por ejemplo, el género. 

 

Es en términos lingüísticos y desde las identidades porque justamente pienso que viene a dar respuesta a cómo nos nombramos, cómo nombramos a otres y cómo otres pueden sentirse identificades con su uso, o sea, a no sentirse invisivilizades. Entonces en ese sentido creo que el LI viene a dar cuenta de las  teorías del reconocimiento identitario que afirman que existimos, nos nombramos, nos reconocemos, ya sea con el uso de la E o en las formas escritas la X o el * (asterisco).

 

El lenguaje inclusivo está presente en los intercambios lingüísticos de les estudiantes y esto genera, a veces, tensiones.

¿Pensás que es importante mantener vivo ese debate en el contexto sociopolítico actual?

Creo que es fundamental mantener el debate en los ámbitos de formación docente y, en algunos casos, empezar a incluirlo, desde distintas perspectivas teóricas, no sólo con las que están relacionadas con la identidad o el reconocimiento identitario, sino también con las que están vinculadas con la sociolingüística que vienen a dar cuenta de cuáles son los lugares que, como hablantes, ocupamos en el mercado lingüístico (según el concepto de Bourdieu  donde se incluye la dimensión sexo genérica), y cómo hay ciertos sujetos que tienen un lugar de prestigio respecto de otres.

Y sí, necesitamos seguir dando esta batalla lingüística para que cada vez se use más el LI, no solamente en los ámbitos educativos, sino en los medios de comunicación y en las distintas esferas de lo social porque, más allá de que haya cambiado el contexto macro político y las políticas educativas, sexuales, lingüísticas y de género en la Argentina -afortunadamente muy distintas a las que existieron en los últimos cuatro años durante el macrismo-, aún con todos estos cambios, seguimos viviendo en una sociedad patriarcal.

 

¿Por qué logra cobrar protagonismo hoy esta discusión en la sociedad?

Pienso que el debate está vinculado fuertemente con distintas luchas que se vienen dando hace muchos años pero que han cobrado mayor visibilidad a partir del nacimiento del movimiento Ni Una Menos en el año 2015 y luego con la efervescencia de la lucha por el Aborto Legal Seguro y Gratuito: dos movimientos culturales, políticos y sexuales que también han involucrado la demanda por la plena implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) en todos los contextos educativos. Esas luchas lograron mantener el protagonismo al día de hoy del debate en torno al LI y han permitido que se lo utilice cada vez más, gracias también a la participación de las pibas y les pibes en las distintas movilizaciones, jornadas, eventos en las escuelas, en los barrios y en calles.   

En este sentido pienso que todos esos movimientos han permitido que se instalara con mucha más pregnancia, con mucha más potencia, con mucha más presencia y que, además, se derramara socialmente ese uso, que forma parte del reclamo de les estudiantes en distintos contextos educativos vinculado a más ESI. Toda esa combinación de fenómenos ha hecho que se lograra ese protagonismo. 

Por otro lado, lo podemos pensar también en relación con el ethos, en el sentido de la imagen que construimos como hablantes  y, en ese sentido, por ejemplo, en ciertos contextos no usar  LI está mal visto, es entonces cuando pensamos qué imagen queremos dar como hablantes y ahí entra a jugar este uso del LI. Por eso hay personas que también empezaron a usarlo, aunque con dificultades en algunos casos o que se disculpan cuando no lo utilizan.  

Además, al menos desde mi punto de vista, asocio al LI a la resistencia política, al ajuste neoliberal y conservador del gobierno de Mauricio Macri, donde funcionó como una punta de lanza contra las políticas , ya sean de género, sexuales, lingüísticas y educativas que se implementaron durante los cuatro años de gobierno neoliberal macrista. Entonces me parece que también funcionó el LI como una expresión de resistencia y, por otro lado, como una expresión de visibilización de todos los movimientos feministas, transfeministas y los distintos colectivos LGTTBIQA+ en estas luchas que mencionaba antes.

Pienso que todos esos movimientos han permitido que se instalara con mucha más pregnancia, con mucha más potencia, con mucha más presencia y que, además, se derramara socialmente ese uso, que forma parte del reclamo de les estudiantes en distintos contextos educativos vinculado a más ESI.

¿A qué sentís que se resisten aquelles que no lo aceptan y lo rechazan de plano?

Esa resistencia tiene que ver, más allá de la cuestión de si está o no habilitado por la RAE, con la idea de ir contra las diversas identidades sexo-genéricas e identidades autopercibidas LGTTBIQA+ en las que se reconocen distintas personas. Me parece que desde el punto de vista social, hay un núcleo duro y fuerte que resiste a la idea de una dimensión sexo-genérica porque creo que sigue siendo tabú pensar que podemos habitar distintas identidades, sigue siendo tabú pensar que podemos performar distintas identidades o que las identidades sexo-genéricas son performativas, como plantea Judith Butler. Y creo que sigue muy arraigada la idea del sexo biológico como matriz, que está vinculado a cómo hemos sido formades sexualmente a lo largo de nuestras vidas desde las primeras infancias.

Por otro lado y desde el punto de vista educativo, si bien está ese componente, también está la dimensión lingüística. Todavía en los espacios de formación docente -no en todos, claramente, porque el mapa es muy diverso- se sigue creando una matriz de la lengua muy purista, específicamente también muches docentes de Lengua y Literatura tienen la idea que el LI deforma la escritura y el lenguaje, que hay otras preocupaciones más importantes que el LI, como me han dicho algunes docentes. Entonces que la RAE reconozca o no al LI tiene peso en los espacios educativos para aquellas personas que se resisten a utilizarlo. 

En algunos casos incluso deciden prohibir el uso del LI en los espacios donde se desempeñan como docentes y también existe, en conjunción con lo identitario, un componente de prejuicios muy fuerte respecto de las identidades sexo-genéricas LGTTBIQA+ y de la posibilidad de un germen de cambio lingüístico.  

Por otra parte, desde ciertas teorías lingüísticas más puristas o conservadoras se habla de que el LI deforma el lenguaje, es agramatical. Hay otras posiciones teóricas que plantean el LI como una cuestión retórica y no como un cambio en el lenguaje. 

Creo que fundamentalmente esas son las resistencias que están presentes en la sociedad como así también un gran prejuicio a todo lo que es diferente, situación que se hace evidente en las  burlas entorno al uso del LI en ciertos contextos socioculturales.

Me parece que desde el punto de vista social, hay un núcleo duro y fuerte que resiste a la idea de una dimensión sexo-genérica porque creo que sigue siendo tabú pensar que podemos habitar distintas identidades, sigue siendo tabú pensar que podemos performar distintas identidades o que las identidades sexo-genéricas son performativas, como plantea Judith Butler. Y creo que sigue muy arraigada la idea del sexo biológico como matriz, que está vinculado a cómo hemos sido formades sexualmente a lo largo de nuestras vidas desde las primeras infancias.

¿Qué es lo que nos viene a proponer el LI y cuál pensás que es su mayor desafío para lograr vigencia?

El LI nos plantea que contemplemos la visibilidad de todas las identidades sexo-genéricas, a dar cuenta justamente de la necesidad de que todes sean visibilidades y que todas sean consideradas vidas vivibles. De que este mundo sea más habitable para todes, con las herramientas para ser nombrades y reconocides, ésa me parece que es la apuesta más fuerte del LI, como a su vez, romper claramente con el binarismo femenino-masculino. Por otro lado, viene a dar cuenta de las resistencias sexo-genéricas a la matriz heterocisnormativa, viene a oponerse a la heteronormatividad también en términos del lenguaje y en esa línea viene a disputar sentidos respecto de la gramática del castellano que, en su origen y por su propia historia, es sexista y binaria. 

Como docente me parece que uno de los desafíos es que todavía casi no hay literatura escrita en lenguaje inclusivo, entonces también cuando queremos trabajar algunas cuestiones vinculadas al LI o la gramática en la escuela o en la misma formación docente, nos encontramos con que no tenemos ejemplos en textos literarios. En mi disciplina, las letras, la lengua y la literatura, donde no hay ejemplos concretos para dar más allá de algún texto periodístico o muy pocos textos literarios, estaría buenísimo que cada vez más escritores, escritoras y escritoris empezarán a usar el LI.

Además de ser investigadora y formadora de docentes, soy poeta, y en mi último libro por ejemplo trabajo con LI y también han comenzado otres autores a incluirlo de manera incipiente.

Otro desafío que pienso en relación al LI es que no se transforme en una obligatoriedad, sino más bien que sea una opción entre otras, sobre todo para no ser coercitive ni tampoco entrar en un lógica punitivista de que la persona que no usa el LI no esté legitimade o no sea considerade. A esta idea vienen a colaborar justamente las resoluciones que distintas universidades públicas argentinas vienen implementando desde el año 2017, para que sea una opción más de usar el lenguaje y que no haya una punición para aquelles que usen el LI ni tampoco para quienes no lo utilicen. En este sentido, celebro también la propuesta desde el Ministerio de Educación de elaborar una guía para el uso del lenguaje inclusivo para los contextos educativos, porque colaboraría en su implementación y funcionaría, también, como dispositivo para orientar a les docentes y familias.

Problematizar sobre el LI en los ámbitos educativos, respaldarnos en la propuesta de la Asamblea No Binarie, por ejemplo, no como regla sino como guía de recomendaciones de uso, importante sobre todo para aquelles docentes que quieran utilizar el LI y se sientan temeroses de recibir algún tipo de sanción. Y vencer de a poco estas negativas a su uso, para que se pueda incorporar cada vez más desde el punto de vista social, en los medios de comunicación masiva, en los documentos oficiales, para que pueda así hacerse más presente a pesar de las resistencias. 

Foto: Trinidad González Sardi.

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