“Tenemos que pensar en nuevos modos de justicia”

YoNoFui
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Por Analía Daniela López

“… Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…”  (art. 18 de la C.N)

En los últimos meses a partir de la pandemia del covid-19 se iniciaron muchas protestas de lxs detenidxs por las condiciones de alojamiento en varios complejos penitenciarios a lo largo del país. La situación de las cárceles no es una problemática actual, sino que viene desde hace varios años y es una de las principales deudas de nuestra democracia.

El pasado año, por resolución Nº 184/2019 el Ministro de Justicia y Derechos Humanos declaró la “emergencia carcelaria” por el término de tres años teniendo en cuenta una superpoblación de al menos un 12% respecto de la capacidad operativa en establecimientos del Servicio Penitenciario Federal (SPF), sumado a las condiciones de hacinamiento y las pésimas condiciones de higiene.

Asimismo, en virtud del contexto sanitario y la posibilidad de masivos contagios en las cárceles, diversos organismos internacionales se expidieron para que se agilicen las medidas no privativas de la libertad, en aquellos casos que las circunstancias así lo ameriten. 

Así también, lo decidieron las autoridades judiciales de nuestro país: por medio de las acordadas 2/20, 3/20 y 9/20 de la Cámara Federal de Casación Penal, donde recomendó a los tribunales que adoptasen medidas alternativas al encierro como la prisión domiciliaria, respecto de personas en prisión preventiva y en especial aquellas en situación de riesgo, analizando caso por caso para personas imputadas por delitos de escasa lesividad y/o no violentxs, mujeres embarazadas y/o con hijxs, o personas con enfermedades y/o discapacidades.

Cabe aclarar que el arresto domiciliario se encuentra previsto en el art. 10 del Código Penal y en el art. 32 de la ley 24.660 y únicamente puede ser dispuesto por el juez/a de ejecución o juez/a competente y ninguna injerencia tienen los otros poderes de la Nación. 

La mediatización de las protestas y las recomendaciones judiciales, exacerbado por la demagogia punitiva de lxs comunicadores, generó en la opinión pública una sensación de “impunidad” que concluyó en varios cacerolazos, concentrados principalmente en la Ciudad de Buenos Aires. Contrario a esto, en la práctica judicial, provocó la denegación del instituto, incluso a personas que se encuentran en condiciones legales de acceder al beneficio, que perjudicó, en particular, a las mujeres y las personas trans privadas de su libertad.

En este sentido, la normativa internacional y nacional que regulan las cárceles, como así también las políticas públicas y prácticas penitenciarias fueron diseñadas y pensadas tradicionalmente para los hombres cis. El sistema penal, se ha caracterizado por desconocer las características propias de otros colectivos y por propiciarles un trato igual, sin tener en consideración los impactos diferenciados que provoca el encarcelamiento, situación que se agravó en el contexto actual. 

Frente a este panorama, recurrimos a la palabra de Liliana Cabrera para que nos cuente la situación actual en las cárceles en épocas de pandemia. En el documental Lunas Cautivas de Marcia Paradiso, Liliana era parte del taller de poesía que daba la organización YoNoFui en la Unidad Penitenciaria 31 de Ezeiza; hace 6 años atrás nos contó en una entrevista sobre cómo fue salir de la cárcel, los desafíos a los que se enfrentó. Hoy por hoy con toda esa experiencia acumulada y la militancia desde el llano, nos invita a cuestionarnos las lógicas carcelarias y cómo sería repensarlas desde una justicia feminista, la mirada mediatizada que se hace respecto a lxs presxs y sus derechos, además de subrayarnos el rol que cumplen las redes de contención dentro y fuera del penal.

Situación en las cárceles durante la pandemia

¿Cuál es la situación hoy en día en las cárceles, a más de tres meses desde el inicio del aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO)?

La situación dentro de los penales es muy difícil, en la gran mayoría de las cárceles de nuestro país, les compañeres no tienen acceso continuo a productos de higiene, ni a comida que alimente lo suficiente como para tener altas las defensas. Sé que un montón de gente afuera dirá, “eso no está garantizado en ningún lado” pero la diferencia es que “adentro” vos estás presx por una disposición judicial, por lo tanto, tu subsistencia depende enteramente del Estado, no tenés la posibilidad de crear un plan B adentro del penal.

¿Cómo se lleva la pandemia desde adentro? ¿qué cambió para las personas privadas de su libertad?

En el penal, el tiempo se atascó más que afuera, todo quedó más “detenido”, más de lo que suele estarlo. A la sensación de alienación que podemos tener afuera, estando presx, se le suma un plus, que es depender de los demás para cualquier situación que te atraviese: quienes tenían la posibilidad cercana a salir en transitoria, vieron sus procesos interrumpidos, lógicamente… se interrumpieron las visitas por el aislamiento preventivo, social y obligatorio, así como la  posibilidad de que las organizaciones sociales siguiéramos dando los talleres de artes y oficios. Todo esto está dentro de lo “esperable” en una situación de emergencia sanitaria, lamentablemente. Lo que no lo está es la exacerbación de una sensación ya conocida de “ser el último orejón del tarro”, porque aún hasta hoy, cuando hay protocolos escritos dentro del ámbito provincial y federal, llevarlos a la práctica es difícil, primero, por la falta de elementos que pudieran llegar a haber, porque nunca se destina lo suficiente a las políticas públicas referentes a acompañar a quienes habitan las cárceles, siempre hay pocos productos de asepsia destinados a las penales, siempre llegan a destiempo y, también, porque primero hay que vencer la idea que sobrevuela en la cabeza de muches… de que quienes habitan las cárceles son “ciudadanxs de segunda”, que no merecen tales “medidas de cuidado” en estos tiempos de pandemia. Los medios hegemónicos, reproducen ideas que ya se encuentran instaladas en el inconsciente colectivo, “las personas privadas de libertad, no merecen esos cuidados” como si sobrevivir o no dependiera de tus actos meritocráticos, entonces ante cualquier reclamo que surja del penal, lo primero que aparece entre quienes no empatizan con quienes pasaron por la privación de libertad, es “primero hay que socorrer” a les vecines, a “la gente de bien”, al trabajador que no llega con el mango. Lxs presxs siempre están después que todxs lxs demás.

En cuanto al día a día, todo ha empeorado, porque cuando afuera se hablaba de aislamiento social, de usar barbijo y alcohol en gel, adentro de los penales, el servicio penitenciario entraba a hacer los recuentos haciendo caso omiso a las medidas de autocuidado que se imponen en el medio libre.

Si hay algún caso positivo o sospechoso de ser positivo de covid-19 ¿hay medidas de protección sanitaria? 

Depende mucho de la Unidad, conversaba con compañeras de las U47 de José León Suárez donde no tienen siquiera productos de higiene y les dan diclofenac para cualquier dolencia. Los protocolos están, escritos, muy prolijos en un papel, la complejidad está en cómo se llevan a la práctica. Algunos de los penales tienen espacios libres y pudieron destinar esos espacios (en los papeles) a lugares de aislamiento; en la U31 de Ezeiza, se utilizó un pabellón para tal fin, sin embargo vos conversas con compañeras que se encuentran en la U47 de Suárez y es otra la experiencia. En el Complejo IV dicen que para tal fin se utilizan las habitaciones de visita íntima y que, las personas de riesgo, ya se fueron con morigeración. Sin embargo, hablas con las compañeras del Pabellón trans y ni bien empezás a preguntar, resulta que muchas son personas de riesgo, por tener tuberculosis, HIV y distintas patologías, y no se las había considerado en los listados del SPF (Servicio Penitenciario Federal) para la morigeración. Lo mismo sucedió en los penales de provincia de Buenos Aires: las que pudieron acceder fueron gracias a la lucha colectiva, pero aún quedan compañeras en esas mismas condiciones. La mesa se realizó en el penal de Devoto, pero las compañeras de la IV solo recibieron una visita por parte de las autoridades del Ministerio de Justicia, incluso se dispuso que las compañeras tuvieran que denunciar delante de las autoridades del SPF. Es de manual que vos como veedor de esa instancia, tenés que generar un espacio en el que las compañeras no se encuentren expuestas ante quienes gobiernan la cárcel, y la frutilla del postre fue que no dejaron entrar a nadie de ninguna organización social, las compañeras pedían por nosotres, porque estuvimos comunicadas con ellas desde el minuto 1, tratando de generar la posibilidad de la mesa en el Complejo IV.

¿Qué cosas sacó a la luz la pandemia?

La pandemia volvió a sacar una vez más a la luz, lo descartables que son algunos cuerpos, nuestros cuerpos, nuestras cuerpas. Hace unos días una compañera que está con 24 años de condena, que es persona de riesgo, pero que sigue presa sin la posibilidad de morigeración -porque su condena no es menor a 5 años- me decía de la sensación con la que tiene que vivir todos los días, sabiendo que si la llevan a un hospital extramuros en este contexto de pandemia, con el rótulo de “presa” que nos suelen poner cuando estás en cana, de tener que decidir entre ella y otra persona x, ¿quién tendrá el derecho de usar un respirador, con los pocos que hay? ¿O a acceder a una cama si los hospitales colapsan? sabe que tiene todas las de perder. En pandemia o en la vida rutinaria, presxs y liberadxs tenemos que convivir con esa mirada, que te coloca por debajo de los demás. Siempre somos la “otredad”.

“La pandemia volvió a sacar una vez más a la luz, lo descartables que son algunos cuerpos, nuestros cuerpos, nuestras cuerpas.”

Rol de estado y sistema carcelario

Luego de la polémica que generó la liberación de presxs a principios del ASPO, con la tergiversación mediática que tuvo, ¿qué reflexión hacés sobre las reacciones que despertó esto? 

Hay compañeras que no salieron con morigeración, siendo personas de riesgo, compañeras trans que se encuentran en el Complejo IV de Ezeiza, pabellón 11, que incluso entraban dentro de los parámetros de personas con una expectativa corta de condena porque los delitos que se les imputan, son delitos menores. También tenemos compañeras que se encuentran con patologías de riesgo y a las cuales no les otorgaron la morigeración por tener condenas largas, aún teniendo domicilio para ir e incluso, una conducta y concepto acorde a la meritocracia que suele pedir el SPF, para promover a alguien de fase, requisito que no sería necesario para obtener un arresto domiciliario.

La reacción mediática me parece resultado de la desinformación a la que fueron expuestas el común denominador de las personas, los consumidores de medios hegemónicos, que no tienen un contacto con la temática de privación de libertad. Una desinformación que sucedió a propósito, de profeso, ya que la temática de la “mano dura”, moviliza a la clase media como pocas cosas puede hacerlo. De repente volvieron a tener pantalla funcionarios de la oposición que no aparecían en los medios desde que perdieron las elecciones.

¿Cuál es el rol del Estado?¿llega tarde?

El rol de Estado es el de proteger nuestros derechos, por fuera de la valoración moral de nuestros actos. Los tiempos del Estado no son los nuestros. El Estado llega tarde a todos lados, con sus políticas públicas, por eso como organización autogestiva y autónoma, desde YoNoFui, no esperamos nada de él. Creemos en nuestras redes afectivas y territoriales, de las que somos parte en esta trama feminista y colectiva. El Estado solamente llegó a tiempo para violentarnos con su mirada punitiva a través de nuestras condenas. Es como la ficción de Dios, no lo vemos, pero supuestamente está en todos lados. Su presencia es una incógnita, salvo cuando nos quieren correr con la culpa.

¿Qué podés decirnos hoy del sistema carcelario?

La cárcel no sirve para nada. El Sistema Carcelario está viciado; meritocrático desde su raíz, destruye el poco tejido social que tenés cuando entrás; incluso el Poder Judicial lesiona todo el tiempo con sus procesos burocráticos y con sus decisiones arbitrarias, los derechos de las personas, especialmente lxs de aquellxs que se encuentran bajo su órbita. Tenemos que pensar en nuevos modos de justicia. ¿Cómo sería pensar en una justicia feminista? No hablo de Justicia con perspectiva de género o “recauchutar” esta justicia, sino de una Justicia feminista y comunitaria. Barajar y dar de nuevo. Me quedé pensando a partir de conversaciones con compañeras y de una charla de Pilar Calveiro que escuché, en la que hablaba sobre los modos de Justicia que existen en comunidades en México, incluso en regiones; entonces me pregunto cómo sería construir colectivamente otro tipo de Justicia, otro tipo de seguridad jurídica y política, aquí en nuestro territorio, imaginar otros modos posibles, no copiar un modo, porque eso no sería posible, no serviría un sistema que no se ajustara a nuestra realidad, si no crear el nuestro, desde el feminismo lejos del punitivismo que carga sus tintas siempre sobre lxs mismxs; crear a partir de las tramas  territoriales y afectivas que hemos construido, un sistema que no cuente las cárceles -obsoletas a esta altura- como un dispositivo válido. Rever el concepto de castigo que aparece arraigado en el pensamiento de las personas cuando piensan en alguien cumpliendo sentencia en la cárcel, aún cuando la constitución no habla de eso, no es ese su fin. Cómo sería dejar atrás ese lugar que siempre trata de aplastar tu potencia. Me pregunto cómo sería, poder imaginar otra cosa.

“Tenemos que pensar en nuevos modos de justicia. ¿Cómo sería pensar en una justicia feminista?”

YoNoFui, militancia y feminismo/s

¿Cómo están colaborando desde Yonofui con les compañeres durante la pandemia?

Desde YoNoFui, fuimos generando redes para poder llegar a los hogares de  compañeras que se encuentran con arresto domiciliario, nuestro equipo de acompañamiento está trabajando mucho para poder hacerlo. Hemos pedido colaboraciones a través de nuestros distintos canales de comunicación y de esa manera fuimos acompañando, y nos fuimos acompañando entre todes, porque no es solamente llegar con un bolsón de productos, sino que también un llamado, para preguntarte ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo más que lo material? también hace una diferencia sustancial en cómo vivas la cuarentena.

Por otro lado desde YoNoFui, hemos realizado un relevamiento muy artesanal de llamar penal por penal, pabellón por pabellón, preguntando qué compañeras se encontraban en las cárceles siendo personas de riesgo y constatando que muches compañeres no estaban en los listados del SPF. Podíamos ver en eso un ejercicio del biopoder, de la biopolítica, eligiendo arbitrariamente quién tiene las posibilidades de preservarse y quién no.

Encontrarnos con esa información de primera mano y tratar de generar algún tipo de modificación a esa realidad, nos llevó a intentar visibilizarlo, a los distintos organismos, buscando que se repitiera la misma mesa con la que contaban en Devoto, también en el Complejo IV y que se visibilizaran las situaciones de mujeres y no binaries en los distintos penales, con la posibilidad de que participaran también allí las organizaciones sociales como respaldo y acompañamiento para las compañeras privadas de libertad, para que pudieran hablar sobre las vulneraciones de derechos que caen sobre sus cuerpos, sin la soledad de la exposición con el temor a recibir represalias.

Puede decirse que hay feminismo/s dentro de las cárceles. ¿qué diferencia hace poder contar con una red dentro y fuera de ella?

Sí, hay feminismo dentro de las cárceles. Yo encontré el feminismo allí dentro. Lo encontré incluso en prácticas que yo desconocía, que eran feministas. Hacernos el aguante en una huelga de hambre, aun no siendo algo destinado a nosotras, el fín de ese pedido. Poder contar con una red cuando salís es la diferencia entre volver al penal o poder emprender una vida distinta a los caminos que te llevaron allí.

“Poder contar con una red cuando salís es la diferencia entre volver al penal o poder emprender una vida distinta a los caminos que te llevaron allí.”

La poesía te salvó en el encierro y sumarte al colectivo YoNoFui hizo más fácil la transición de la cárcel al afuera. Actualmente ¿qué talleres llevan a cabo?

Adentro contamos con Talleres de Poesía, Fotografía, Escritura y Audiovisual, Serigrafía, Diseño textil. Afuera: Serigrafía, Periodismo, Diseño Textil, Encuadernación, Herramientas de Indagación y Fotografía. Contamos además con talleres que son parte de la formación de nuestres docentes y de los integrantes del colectivo, como el Taller de reflexión y elaboración de nuestras prácticas, junto a compañeres que son parte de una organización amiga, para nosotres intercambiar experiencias con otros colectivos es algo fundamental. También contamos con espacios de Asamblea, reuniones de cooperativa. Ahora las hacemos por zoom, hasta recuperar la cotidianeidad.

Actualidad, personal y política

Estos días se habla mucho de racismo por el asesinato de George Floyd en EEUU y las masivas protestas que generó, pero ¿qué pasa con el racismo acá? ¿Qué relación tiene el sistema carcelario con el racismo?

Somos un país racista y clasista. La policía te para y te pide documento, por morocho y pobre. La cárcel es su fiel espejo y todo lo que sucede ahí es lo mismo que sucede afuera pero potenciado al 1000%; por supuesto que la cárcel es racista. Si vos caes en cana siendo medio moroche, es el camino esperado para todes, si vos caes siendo rubia de ojos celestes, te dicen ¿qué hacés acá? vos dabas para más, je! porque la cárcel está llena de marrones, es lo que se espera. También hay algo interesante para pensar en eso, porque cuando por alguna razón salís de lo que esperan e igual caes en cana (la Justicia, el Servicio, tus compañeras) no te pueden leer y cuando no te pueden leer resultás menos empática, para propios y extraños. Lo vi varias veces en el penal. Un amigo me dijo que Suely Rolnik dijo algo así como que “la empatía es neoliberal”… pienso que es verdad, porque es selectiva, busca alguna vulnerabilidad para hacer espejo con vos, en este caso, con quien se considera el enemigo público, la persona que cae presa y considerada un delincuente, entonces esa otra persona que no se considera igual a vos o que pudiera llegar a la cárcel, tiene que poder justificar los motivos de tu delito, para que vos “le caigas bien”: “era pobre, no tenía familia o su familia era una mierda, no tuvo contención, no fue a la escuela, fumaba paco desde que era chicx…”, si encuentran algo de eso, consideran que tus motivos para delinquir están dentro de lo esperable, entonces eso lxs tranquiliza… incluso el régimen penitenciario, al ser totalmente meritocrático y cuyo sistema de progresividad, observa si expresas arrepentimiento o no, de la culpa que estás “expiando” todo el tiempo, te evalúa… y si alguno de los rasgos de tu vida causa empatía, deciden darte en ocasiones “alguna oportunidad” de avanzar en conducta y concepto, por parte del servicio criminológico. Habrá quienes desobedecen a este mandato, porque no les cabe ni ahí, pero si por alguna razón reaccionás positivamente, el sistema no resiste convertirse en el Hada Madrina, que transforme a Cenicienta en princesa… y allí te consideran un “hecho social” y tu camino, es el camino del héroe. La cárcel es como afuera pero potenciado, es como un programa donde los demás te evalúan y votan por vos (en una calificación trimestral) como si fuera Gran Hermano o Abanderados… un programa así. Un sistema lleno de contradicciones, como la vida misma. No hay nada lineal. Como tampoco lo es la empatía. Lo mismo sucede con los medios al encontrarte con la mayoría de la gente que no pasó por la experiencia, con los medios, e incluso con el Poder Judicial y con los efectores del Estado, al encontrarse con tu historia. Es importante poder leerlo a tiempo para no comerse el verso y pararte desde otro lugar. Leer al sistema y su funcionamiento, como realmente es. Las personas que vi, que pudieron hacer un camino distinto, fueron quienes se apoyaron en la lucha colectiva y no en un esfuerzo individual, porque solo no se llega a ningún lado. Pero eso es algo que vas descubriendo con los años y que al régimen penitenciario (y a varixs), no les conviene contarte.

Hoy en día estás trabajando en el organismo provincial de Niñez y adolescencia, ¿cómo es estar de ese lado? ¿Cómo permea tu mirada la experiencia carcelaria y de militancia de tantos años a la hora de pensar o implementar políticas públicas para este sector?

Es interesante estar de este lado. Estar junto a un equipo que piensa políticas públicas en pos de niñes y jóvenes en la provincia de Buenos Aires, que vienen al igual que yo, de la militancia en los territorios, eso nos permite tener objetivos claros. Poder pensar en lxs pibxs que están privadxs de libertad, pero también al pibe que está en el barrio y que como ya dijimos antes, puede  llegar a ser  el mismo pibe que puede caer en cana. Está bueno poder asesorar desde este lugar, desde la experiencia, a partir de las distintas temáticas que nos van atravesando. Politizar la experiencia, desde la conceptualización de lo que vivimos, así como tratar de hacer de ello, el anticuerpo para generar una política pública que intervenga en las problemáticas que nos tuvieron de protagonistas. Intentar que se haga realidad las ideas que militamos y por las que luchamos, todo eso que nos costó, sangre, sudor y lágrimas nuestras y de compañeres, antes, durante y después del penal.

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