Trabajo sexual: una respuesta política

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Por Nadia Beherens

En Buenos Aires, la semana anterior había alcanzado los 40 grados de sensación térmica. En las redes sociales, al mismo tiempo se caldeaba bajo la misma temperatura una discusión sobre un tema que divide al feminismo: el reconocimiento del trabajo sexual.


La estrella pop JMena subió a su Instagram la promoción de un nuevo tema llamado “Puta”, con una foto con carteles de ella misma con un número de teléfono, tal como se publicitan trabajadorxs sexuales de departamentos privados ofreciendo sus servicios. Esto desató un conflicto entre personas que niegan que existe el trabajo sexual como tal y que asocian ese tipo de publicidad con la trata de personas. A su vez, JMena compartió en sus redes una foto con Georgina Orellano, la Secretaria General de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina). Se había reunido con ella para informarse sobre el tema, desconociendo desde su experiencia la trama y grieta que existe entre les trabajadorxs sexuales y aliades pro derechos y el abolicionismo. No ocurría lo mismo respecto del aborto, tema en el que hegemónicamente todo el movimiento coincide en despenalizar y/o legalizar.


Una idea se propagó rápidamente: quieren regular el trabajo sexual y esto promueve la trata de personas. Algo que tuvo tanto alcance que llegó a los medios masivos, que ocuparon sus mañanas y sus tardes en este tema. Este supuesto debate puso fuera de foco a les trabajadorxs como personas que piden por los derechos y el reconocimiento de su actividad, algo que está a las antípodas de la esclavitud. Algunos mecanismos de los medios, como la difamación, la desinformación y la espectacularización, tuvieron la función de acrecentar el estigma y la persecución, con consecuencias reales en la vida de les trabajadorxs, quienes día a día salen a trabajar en diferentes modalidades, todas criminalizadas.



Criminalización de la actividad sindical. Recorte de un títular en la web de Canal 13, donde se compara a una trabajadora sexual y líder del sindicato con una proxeneta.

El miércoles 12 de febrero a las 11hs, AMMAR llamó a una conferencia de prensa para dar una respuesta sobre el tema. Se convocó la adhesión colectiva de todes les aliades, activistas, profesionales, casas de estudios y organismos de la Diversidad y de Derechos Humanos para mostrar que sus demandas son más bien políticas y que tienen poco que ver con lo mediático.

“Es el Estado el interlocutor con el cual nosotras queremos hablar, con el cual nosotras queremos debatir y al cual le vamos a seguir exigiendo políticas públicas para las trabajadoras sexuales (…) Esto en una o dos semanas no se va a hablar más en los medios de comunicación pero la vida nuestra no ha cambiado, no han mejorado las condiciones laborales y no le han salvado la vida a nadie. Nosotras vamos a seguir trabajando en la clandestinidad”, dijo Georgina Orellano en la Conferencia.

Alejandro Mamani, representante legal de AMMAR aclaró por su parte: “Las trabajadoras sexuales tienen derechos humanos. Tienen derecho al acceso laboral, a la vivienda, a la salud, a la no discriminación. El dilema es si van a ser reconocidos por el Estado argentino o no”.


Próximamente se hará un plenario entre lxs trabajadorxs “para acelerar el proceso de discusión en el Congreso Nacional para la despenalización social del trabajo sexual y en un marco más legislativo, para seguir trabajando en mejores condiciones laborales (…) Más de 25 años de Organización nos amparan y la Central de Trabajadores a la que pertenecemos dan cuenta de que Ammar es parte del movimiento obrero. Nosotras reafirmamos que la salida es colectiva, sindical y política y no vamos a parar hasta tener derechos laborales”, informó Georgina Orellano.


Esta respuesta política interpela a todas las personas cuyas realidades y activismo están ligadas a la lucha por la autonomía corporal, por los derechos laborales, por los derechos sexuales, por el antirracismo. Es momento de escuchar lo que piden: una reforma de la Ley de Trata donde se contemple la existencia de trabajadorxs (solo existen víctimas y victimarios), la eliminación concreta de los códigos contravencionales en todo el país que criminalizan la actividad y la despenalización del trabajo sexual. Lxs trabajadorxs sexuales no están solxs.

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