Víctima o victimario/a, esa es la cuestión. La invisibilización del femicidio en los medios

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Por Nadia Beherens

Nunca estaría hablando de Jean Michel Bouvier si no fuese por esa entrevista que le realizó María Laura Santillán para uno de los noticieros del prime time de la televisión argentina.

Ante la pregunta de la entrevistadora que sugería al entrevistado hacer una especie de mea culpa si cabía la posibilidad de poder prevenir lo que le había sucedido a su hija por ejemplo, acompañándola en su viaje-,

Jean Michel responde con firmeza y convicción: “prefiero que a mi hija le haya pasado lo que le pasó antes que ella perdiera su libertad (…), el crimen de una mujer es un crimen contra la humanidad”. Estas palabras pronunciadas por un hombre y en un canal de perfil monopolistas, conforman una rareza. Jean Michel es el padre de Cassandre Bouvier, una mujer de nacionalidad francesa que fue violada y asesinada junto a su compañera de viaje, Houria Moumni, en la provincia de Salta. Lo que vemos aquí, en la entrevista mencionada, es una respuesta inesperada que contradice la lógica mediática.

Hubo otro acontecimiento por el que fui interpelada. La búsqueda sugerida en Google para el “caso Candela Rodríguez” se completaba con la siguiente frase: “la madre sabía”. Es conocido este tipo de sugerencias en el buscador, que muestra las tendencias de los usuarios. Volviendo al caso, cuando se encontró el cuerpo de la niña -con la transmisión directa por TV del reconocimiento-, el espectro del discurso mediático iba desde brindarle un espacio a periodistas que hablaban de la “sexualidad activa” de una niña de 11 años que había sido víctima de abuso, hasta la insistencia en la sospecha de la culpabilidad de su madre. Una muestra de cómo se visibilizan las voces de lo que el propio sistema mediático considera como correspondiente al caso, eligiendo cuáles son las voces que darán testimonio y habilitando un espacio físico adecuado.

En el caso de Jean Michel Bouvier -entendido como víctima-, se brindó un despliegue escenográfico; en el caso de Carola Labrador, la madre de Candela -presunta e infundadamente victimaria-, los espacios se reducen a invitaciones al estudio “para dar explicaciones” o móviles en directo que implican una instantaneidad en las declaraciones. Jean Michel es padre. Carola es madre y es mujer, lugar a donde se dirigieron todas las miradas acusadoras.

Los medios nos sugieren elaborar un relato desde una representación basada en la discriminación y en la violencia que sustentan a las relaciones de poder. Desde esta perspectiva, la figura femenina ocupa un lugar de culpabilidad, a través de una justificación del tipo “algo habrá hecho”. Esto es una muestra de cómo los medios de comunicación riegan un discurso que responde a las lógicas de status que trama la sociedad, usufructuándolas. Al desdibujar la figura del femicida, se escapa a la crítica el hecho delictivo que responde a un fenómeno social que adormece bajo nuestras costumbres.

La violación debe ser pensada y visibilizada como un hecho social. Como dice la antropóloga Rita Segato -de quién tomé sus aportes para elaborar esta nota-, es un crimen contra una mujer genérica, contra todas las mujeres, que apunta a restituir las relaciones de poder en dos ejes: uno, el que se corresponde a la dominación patriarcal y el otro, el que afirma la masculinidad entre los pares. Estos mecanismos de restitución del orden que fundó nuestra sociedad -un origen arbitrario, violento e ilegítimo- se renuevan diariamente en lo que expresa y en sus leyes.

De manera automática y casi sin percibirlo, los medios reelaboran los preceptos que preservan para el género femenino un lugar subalterno, vulnerando el principio de igualdad básico de los derechos humanos, sólo con un fin comercial.
Quizá aquellas voces inesperadas en lugares inesperados, como la de Jean Michel -que declaró además su interés de importar a su país la figura del femicidio, terminología que conoció en Latinoamérica-, la pluralidad de voces y puntos de vista junto a la democratización de los medios masivos, puedan hacer que mujeres y hombres rompan con esas reglas que nos distancian, que nos perpetúan a las antípodas. Seguir organizando y movilizando, denunciar y romper las reglas utilizando el propio discurso mediático actual, es lo que nos toca hoy.

Imagen: Inés Vergottini

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