Por Valeria Tellechea
Cada 25 de noviembre desde 1999, se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, declarada por las Naciones Unidas en su 83a. sesión plenaria. En esta resolución, se promueve prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra el género femenino, sea ésta física, sexual, psicológica; por el sólo hecho de su pertenencia, tanto en el ámbito público o privado.
Establece que dichas manifestaciones atentan los derechos básicos universales debido a la histórica relación de desigualdad entre los varones y las mujeres, que obstaculiza la equidad, el desarrollo y la paz de todas las naciones.
Además, reconoce el esfuerzo de todas las agrupaciones alrededor del mundo que contribuyen a la toma de conciencia de la sociedad en su conjunto, acerca de los resultados negativos de estas relaciones y exhorta a todos los gobiernos a condenar la violencia contra la mujer en todo aspecto y promover la sensibilización de las personas para procurar eliminarla.
La fecha elegida conmemora el asesinato de las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, llevado a cabo durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominicana. El 25 de noviembre de 1960, durante el transcurso del gobierno de facto, las hermanas fueron encarceladas, torturadas y violadas por oponerse al régimen de Trujillo. Una vez recuperada su libertad, fueron asesinadas. Este hecho logró gran repercusión en el país, que desencadenó en la destitución del dictador.
La declaración de las Naciones Unidas es el resultado de años de debate, que comienza con la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, de 1993, donde se sientan las bases de una mirada social basada en el género.
¿De qué hablamos cuando hablamos de femicidios?
Por Sofía Espul
Si estuvieron mirando noticieros, leyendo diarios o escuchando la radio en estas últimas semanas, les resultará familiar el término “femicidio”, aunque no es de los más utilizados; en general el titular o la nota viene caratulado previamente como “Crimen pasional”, pero en esta oportunidad vamos a ahondar sobre el concepto de femicidio, y explicar no sólo qué es, sino justificar por qué es más apropiado presentar bajo este nombre los casos de asesinatos de mujeres.
El femicidio es una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres. Es el asesinato cometido por un hombre que considera a la mujer como parte de su propiedad. La Asociación Civil sin fines de lucro “La Casa del Encuentro”, fundada en 2004, con el objetivo, entre otros, de trabajar contra toda forma de violencia hacia la mujer, define al femicidio como[1]: “La última instancia de un ciclo de violencia que comienza con celos, control, descalificación, humillación, insultos, seguido por el pedido de perdón. Ciclo que vuelve a repetirse, cada vez con mayor nivel de agresión.” El término femicidio es político, “es la denuncia a la naturalización de la sociedad hacia la violencia sexista”.
El fin es acuñar un concepto que denuncie esta naturalización, que la saque a la luz. La violencia sexista no forma parte del ámbito privado, la violencia hacia las mujeres es una cuestión social, de derechos humanos. El titular estos casos como “crímenes pasionales” los confiere al ámbito de lo privado, permite indagar la vida íntima de las víctimas para aclarar qué fue lo que impulsó al asesino a matarla. Esto es lo que convierte en noticia a estos casos. Presentado así, da lugar a inmiscuirse en la vida privada del otro y es eso lo que lo vuelve noticiable, no la muerte de una mujer en manos de un hombre, sino la curiosidad por conocer la vida de otros.
Los justificativos que aparecen, si se enmarca el caso dentro del concepto de “crimen pasional” son: venganza, celos, pasión, amor, odio. Nunca aparecen las relaciones de poder, dominación, posesión. Los móviles del crimen son todos sustantivos que evocan o remiten a la vida privada, tapando concepciones instauradas socialmente, que son las que hacen que las víctimas en el 90% de los casos, sean mujeres.
Durante el primer semestre del 2010, según el registro que llevan desde “La Casa del Encuentro”, fueron 126 los femicidios denunciados, mientras que en el 2009 en el mismo período se registraron 90. Esto es un claro indicio, la violencia creció. Lo que podemos hacer es capitalizar este número que va en aumento y hacerlo noticia. Difundir para que cada vez más las víctimas que callan se animen a denunciar.
Los seres humanos poseemos cosas, objetos, no personas. Desde ahí surge el problema, la mujer es entendida no como un sujeto, sino un objeto; el crimen pasional tiene que ver con el poder que el hombre detenta sobre la mujer cosificada, convertida en una cosa, objetivada.
[1] Concepto tomado de la entrevista realizada por Raúl Arcomano, a Ada Rico y Fabián Túnez (Presidenta de La Casa del Encuentro y Directora de la Soc. Civil Adriana Marisel Zambrano); publicada en Miradas al Sur, en el mes de octubre.
Entrevista a Ada Rico, Presidenta de la Casa del Encuentro
Por Sofía Espul
“De la violencia se puede salir”
Eran las 18.30 hs. un rato antes de que la Organización La Casa del Encuentro finalice su horario de atención diaria. La entrada nada dice, es sólo una enorme puerta de madera y un timbre; al tocarlo la puerta se abre y una larga escalera es lo primero que aparece. Al comenzar a subirla vislumbré una cara al final de la larga hilera de escalones, cuando llegué a su encuentro me recibió con un abrazo fraternal, sin saber todavía quién era yo ni por qué iba. Ese abrazo venía de parte de Ada Rico, la Presidenta de La Casa del Encuentro, sin dudarlo entendí que si una mujer acudía allí en busca de contención estaban dispuestas a dársela, sin preguntar demasiado.
Ada preside esta organización desde su fundación en el año 2004, junto con Fabiana Túnez y Marta Montesano. Trabajan todas las violencias, opresiones, abusos y discriminaciones que existen sobre las mujeres y niñas con el objetivo de cuestionar y transformar el sistema patriarcal, machista y sexista. ¿Cómo es el primer acercamiento con una mujer que acude a la Organización? ¿En qué estado las reciben? Al principio generalmente la mujer llama por teléfono, se “anima” a hacerlo y de acuerdo a esa conversación hacemos una evaluación, si está en una situación de emergencia, de urgencia, y tratamos de contenerla mucho porque siempre pensamos que tal vez en ese llamado tengamos la posibilidad de salvarle la vida. Y luego darle una entrevista de acuerdo a la problemática que sea, porque puede consultarte por cosas legales, pero siempre, aún en lo legal, hay un trasfondo para que la vea una psicóloga. Si una compañera viene directamente a la casa y toca el timbre, aquí siempre hay un equipo interdisciplinario, el CAOPI (Centro de Asistencia Orientación y Prevención Integral en Violencia Sexista), que está formado por voluntarias, para brindarle las herramientas para que pueda salir de esa situación de violencia.
¿Cuál es el canal de difusión principal? ¿Cómo se enteran las mujeres de que existe esta organización?
Las mujeres que vienen acá provienen de diferentes lugares, si alguna de nosotras hace una nota en la televisión sabemos que es un medio con mucha llegada, e inmediatamente empiezan a sonar los teléfonos. También si salimos en algún diario generalmente ponen nuestros números de contacto. Muchas veces las derivan de otras organizaciones, trabajamos mucho en los barrios, dejamos volantes. Desde el CAOPI la asistencia que damos es gratuita, eso va de boca en boca, además las mujeres atendidas aquí no tienen que tener domicilio en Capital para que las atendamos, porque hay lugares que por una cuestión de jurisdicción no las atienden.
¿Cuál es la respuesta que se lleva una mujer cuando sale de acá?
Nosotras lo que tratamos de transmitirle siempre a una mujer que viene o que llama, es que de la violencia se puede salir, ese es el mensaje esperanzador, pero real, acercándose a alguna organización, a algún grupo que le dé las herramientas y los elementos para tomar conciencia. Ella piensa “está bien me pega, pero nacimos para eso”, no, hay que desnaturalizar la violencia. Nosotras no somos objetos de pertenencia de nadie, somos sujetas plenas de derecho; una vez que logramos que esas mujeres comprendan que nadie puede hacer lo que desee con su cuerpo, ése es el primer paso para salir. No va a poder sola, necesita ayuda terapéutica, orientación legal, organizaciones que estén acompañándolas en este tránsito, contención. Intentamos ir fortaleciéndolas para que ellas puedan salir de la situación, lograr los recursos, porque muchas de ellas no trabajan. Después de la denuncia, ahí empieza un proceso, y en ese proceso es donde hay que acompañarlas, para nosotras cada mujer que viene es única, no es un número más, por eso hacemos un seguimiento. A nivel jurídico, ¿consideras que existen falencias que permiten que se llegue al punto de producirse el asesinato de una mujer? Creemos que es necesario que existan políticas públicas que protejan a las mujeres. Cuando una mujer hace una denuncia y logra que su compañero sea excluido del hogar, no hay absolutamente nadie que controle que esa exclusión no sea violentada y si esa mujer tiene un teléfono y llama a la comisaría la vienen a buscar, ¿pero si no tiene un teléfono? Esa persona entra y asesina a esa mujer.
La mayor cantidad de femicidios se dan en la etapa del divorcio o la separación, cuando él pierde su objeto de pertenencia, al perderla la asesina. Tendría que haber más políticas públicas integrales que protejan a las mujeres, alguna forma de subsidios para que las mujeres una vez que lograron salir o estar en un refugio, puedan por lo menos los primeros tiempos sustentarse de alguna manera, establecerse en un trabajo. Hay diferentes organizaciones que vamos presionando para que la violencia hacia la mujer sea considerada como una cuestión política, social y de derechos humanos básicos; por supuesto hemos avanzado, pero falta mucho. Es difícil vencer el miedo, acudir a otro a pedir ayuda, más cuando la desvalorización es tan grande que creemos que nadie va a estar dispuesto a darnos una mano.
Como dice Ada, “se puede”, las manos y los abrazos están extendidos.
La Casa del Encuentro recibe consultas de lunes a viernes de 15 a 19 hs.
La sede está ubicada en Rivadavia 3917, CABA. También reciben consultas por teléfono: 4982- 2550, y poseen una línea de emergencia: 15 5938 4357.
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