Femicidios. ¿Quedate en casa?

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Por Luciana Mignoli

 

Se cumple un mes de aislamiento y la cifra no para. El Conurbano no es excepción. Lanús, Varela, Moreno, Tigre, Escobar. ¿Cuántos femicidios se registraron en cuarentena? ¿Cómo hablar de violencia de género en tiempos de encierro? ¿Qué pasa con quienes rompen la cuarentena para exigir justicia? Una brutalidad constante que no conoce de pausas ni geografías.

Camila, Priscila, Natalia. Olga, Soledad. Ayer fueron tres. Hoy, dos. El otro día, cinco. Entonces, ¿cuántos femicidios se registraron en cuarentena?

 

El debate atraviesa el trabajo periodístico. A algunos medios sólo le importa un conteo que mañana quedará obsoleto. El femicidio es el único delito que no baja desde que rige el aislamiento obligatorio. Y el Conurbano no es excepción. Lanús, Varela, Moreno, Tigre, Escobar. Una crueldad constante que no conoce de geografías.

 

El aislamiento social, preventivo y obligatorio establecido por el Gobierno Nacional con motivo de la pandemia producida por el virus COVID-19 nos convoca a minimizar al máximo la circulación para resguardar la salud pública. Pero familiares de víctimas y activistas salen igual a la calle para motorizar búsquedas, hacer duelos colectivos y pedir justicia. ¿Qué hacemos con esas voces? ¿Cómo hablar de femicidios en tiempos de encierro? ¿Y cómo pedirle a la población que se quede en su casa si ahí puede estar su trampa mortal?

 

 

Cristina y Ada

El miércoles 25 de marzo, Cristina Iglesias (40) y su hija Ada, de tan solo siete años, desaparecieron. Vivían en Monte Chingolo, partido de Lanús. Habían pasado cinco días del Decreto 297/2020 que ordenó el aislamiento obligatorio. Dolores (21), la hija mayor de la mujer, fue clave para que se descubriera qué pasó: Abel Romero (26) las había apuñalado y enterrado en el fondo de la casa.

 

Ni bien se conoció el doble crimen, Milagros Tenconi -sobrina y prima de las víctimas-, salió a la calle junto a una veintena de personas del barrio. “Los vecinos llamaron a la policía porque estábamos rompiendo la cuarentena. Vinieron, me preguntaron y les dije que habían matado a mi tía y mi prima. Increíblemente, nos dejaron estar ahí. Se quedaron en la otra esquina viendo que no pase nada, pero pidieron que no estemos tanto tiempo”.

 

Gentileza Carla Perelló

 

“Igual, es un garrón no poder hacer una movilización por la cuarentena. Es como que una quiere salir a romper todo, a gritar, a pedir que se haga justicia. Y no se puede hacer por el tema del coronavirus. Pero las mujeres tienen más miedo de morir en manos de un varón que en manos de un virus”, enfatiza.

 

El dolor personal de Milagros no le quita ni un ápice de claridad para reflexionar en términos colectivos: “Vos pensá que las mujeres antes tenían un minuto de descanso, el agresor trabajaba, se iba. Un rato de estar en paz lejos del violento y ahora eso no pasa. Completamente encerradas, hay más roces. Y ni hablar de las mujeres que tienen hijos: no paran”.

 

La pandemia la dejó sin trabajo ni ingresos: la joven hacía tareas de limpieza en domicilios de personas adultas mayores. Pese a la situación, le queda energía para soñar con una gran movilización cuando termine la cuarentena “no sólo por mi tía y mi prima, si no por todas las que nos mataron en aislamiento”.

 

-¿La gente que llamó a la Policía cuando saliste a la calle también se involucra cuando observa una situación de violencia de género en el barrio?

 

-No, muchas personas tienen hijas, sobrinas, vecinas, amigas, que sufren violencia. Y eligen no meterse. Se escudan con que la que está siendo violentada no lo pide. Y con la indiferencia, no hay alcohol en gel o barbijo que nos ayude.

 

Gentileza Carla Perelló

 

Camila

A los pocos días del hallazgo del doble crimen de Monte Chingolo, desaparece Camila Aldana Tarocco (26) en el partido de Moreno, al oeste del Conurbano bonaerense. Salió de su casa y no se supo más de ella. Once días sin noticias. Tenía dos hijos de 5 y 7 años.

 

“Ni bien supimos de la desaparición de Camila, estuvimos pensando qué cosas hacer entendiendo que no podíamos salir a la calle al minuto, pero también con el objetivo de sacar el problema del ámbito de lo privado y ponerlo en lo público”, reflexiona Karen Colman, integrante de la Campaña Nacional contra las Violencias contra las Mujeres, regional Oeste.

 

Diversas organizaciones de la zona nucleadas en la Asamblea Niñas no Madres se pusieron a tejer estrategias de comunicación barrial para motorizar su búsqueda: “Muchas movidas son porteñocéntricas -apunta Colman-. Aplaudir en los balcones, quedarse únicamente en las redes sociales. En los barrios no tenemos balcones, tenemos veredas. Así que surge la idea de adaptarnos y salir a hacer pegatinas en las cercanías de la casa, cuando vamos a un comercio. Y así se motorizó en Moreno la búsqueda de Camila”.

 

Gentileza Anred

 

Las mujeres, lesbianas, trans y travestis del Conurbano son las que cada día salen a buscar cómo llenar la olla en este contexto de crisis sanitaria, social y económica. Pero también salen a la vereda, a hablar con las vecinas, a pegar carteles. Mientras los medios de comunicación no difundían la desaparición de Camila, ellas lograron que se empezara a hablar del tema. Conocen la urgencia: no hay parate para la violencia.

 

El 15 de abril, el cuerpo de Camila apareció en una bolsa en un descampado ubicado a 200 metros de la casa de su ex pareja Ariel Alberto González (36 años), principal sospechoso. Y ahí nomás, salieron a la calle: “Ya no debatimos mucho -reconoce la activista-. Camila fue la gota que rebalsó el vaso. Salimos con barbijo, tomando distancia, pero no podíamos seguir adentro. Es intolerable la situación de estar parada en la casa viendo cómo nos matan. Camila aparece por la movilización social. Lo cierto es que, si no nos movilizábamos, todavía estamos buscando a una desaparecida”.

 

Gentileza Anred

 

Al día siguiente, impactó un nuevo femicidio en Moreno: la autopsia reveló que a Olga Verón (37) la habían estrangulado mientras dormía. Tres días antes, su pareja Víctor Cáceres había llamado a la ambulancia diciendo que su mujer había sufrido un accidente.

 

Conteo

Mientras otros delitos han mostrado una disminución sustancial durante la cuarentena, los femicidios no paran. Ni en todo país ni en el Conurbano tampoco. Una violencia brutal que no conoce de geografías, clase, etnia, edad. Una muerte cada día y medio. Muchas historias que no llegan a los medios. ¿Cómo se contabiliza esa crueldad que sigue estable?

 

El Observatorio de Femicidios “Ahora que sí nos ven” difundió el 12 de abril su registro de asesinatos de mujeres en contextos de violencia por razones de género desde el inicio del aislamiento social preventivo y obligatorio: 18 femicidios, uno cada 32 horas.

 

El Observatorio de Femicidios Adriana Marisel Zambrano de La Casa del Encuentro hizo lo propio el 16 de abril: 21 femicidios de mujeres y niñas.

 

Y el nivel de invisibilización de los travesticidios es tan fuerte que casi no existen datos de cuántas personas trans y travestis fueron asesinadas durante el aislamiento. En lo que va de 2020, se registran al menos dos travesticidios y 20 “travesticidios sociales”: muertes vinculadas a enfermedades evitables que no impactan tempranamente en otras poblaciones.

 

En relación a los femicidios en Conurbano, también se puede mencionar el crimen de María Florencia Santa Cruz (39) que el 31 de marzo fue violada y estrangulada en Tigre. Su agresor, Santiago Ezequiel Hernández, quiso simular un suicidio y dejó a la víctima colgada de un alambre con una campera alrededor de su cuello.

 

El 6 de abril, María Esperanza Yusco (45) fue acuchillada por su esposo, Jerónimo Cruz, frente a su hija de 7 años. Vivían en un predio donde viven cinco familias bolivianas, en las cercanías del Mercado de Frutos de Escobar. Luego, el femicida -que estuvo preso por  trata de personas- se suicidó.

 

Y en el cierre de esta nota, otro femicidio en Florencio Varela. La noche del viernes 17 de abril, Paola Pereyra (36) estaba en su casa con su familia. Le abrió la puerta a su ex pareja, Ernesto González, que había ido a llevarles alimentos a sus hijos. Discutieron. Y su ex le efectuó un disparo de escopeta en la cara.

 

Y así, cada día que pasa, la cifra queda desactualizada. ¿A quién le tocará mañana?

 

Cuidados

Durante esta pandemia por coronavirus, la necesidad de los cuidados colectivos se puso en primera plana a nivel mundial. Diversas comunidades demostraron su rápido poder de organización y solidaridad para ayudar a hacer las compras a un adulto mayor, coser barbijos para donar un hospital o conseguir alimentos para las poblaciones más vulneradas.

 

Ahora bien, ¿cómo generar estrategias y redes de cuidados en situaciones de violencia de género aún en aislamiento? La cantidad de femicidios indica claramente que las medidas adoptadas por las diversas áreas y niveles del Estado son insuficientes para proteger la vida de mujeres, lesbianas, trans y travestis. ¿Cómo hacer que las casas sean espacios seguros?

 

Muchas víctimas de violencia de género remarcaron que las fuerzas de seguridad les impidieron movilizarse para denunciar a su agresor o pedir ayuda: “Ahora no es urgente este tema”, “usted tiene que quedarse en la casa”. Tiene que quedar claro que en situaciones de violencia de género, está permitido salir a pedir asistencia o realizar una denuncia. Se consideran casos de fuerza mayor y por eso están exceptuadas de las medidas de aislamiento.

 

¿Cómo se hace para pedir ayuda con el potencial femicida al lado las 24 horas los siete días de la semana? Es muy difícil. Por eso es vital que la red de afectos esté alerta y no pierda contacto. Se puede llamar a línea 144, por WhatsApp a los números 11-2771-6463, 11-2775-9047 y 11-2775-9048 y por mail, a linea144@mingeneros.gob.ar.

 

Tras los discursos sanitarios y políticos quedó clarísimo que la única forma de minimizar los riesgos por la pandemia del coronavirus es con una gran sensibilización social y acciones coordinadas. Ya será tiempo de preguntarnos por qué no conmueve de igual manera esta pandemia de femicidios que no tiene freno.

 

 

Foto por Luciana Acuña

 

Luciana Mignoli es periodista (UNLZ), docente e investigadora. Hace 20 años trabaja desde el enfoque de diversidades (interculturalidad, géneros, etc.) en el campo de la política pública. Es docente de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, trabaja en la Dirección de Géneros y Diversidad del Ministerio de Salud de la Nación y escribe para diversos medios. Dicta cursos de Periodismo Feminista y talleres de escritura. Integra la Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena en Argentina, el Departamento de Comunicación y el Espacio de Géneros del Centro Cultural de la Cooperación, Proyectos UBACyt y la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito Zona Sur.

 

 

Agradecemos el permiso de difusión de esta nota, publicada originalmente en la revista El Cordón.





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