Las vidas detrás de los números

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Por Marina Zato

La pandemia del coronavirus, que tuvo inicio en diciembre de 2019, ha dado cuenta de la necesidad histórica de un sistema de salud con inversión y, especialmente, trabajadores capacitades y con condiciones de empleo dignas. Acudimos a quienes trabajan y componen el sistema de salud, para que cuenten cómo viven este escenario y lo que sucede detrás de las estadísticas.

¿Cómo está el sistema de salud en la actualidad?

Rodolfo López Luppo es médico especialista en Clínica Médica y Terapia Intensiva. Trabaja en el Instituto Lanari y en una clínica privada. Para él, “el sistema de salud está estresado. Por suerte, no viví situaciones de colapso por exceso de pacientes, pero sí tuvimos un brote en el hospital en el que se infectó más del 30% del personal y hubo que cerrar pisos. El limitante del sistema es el recurso humano, no son las camas, no son los respiradores”. 

Germán Waisman es médico en UTI del Hospital Durand y explica que “si bien se prepararon muchas cosas previo a la llegada de este tsunami viral, la precariedad del sistema de salud en los lugares más postergados no ha dejado de hacerse ver. Las necesidades y falencias de un sistema que hace agua en muchos aspectos y dejado a la bien de Dios por décadas, no lo podés resolver en pocos meses. Y tanto la UTI, terapia intermedia y terapia pediátrica se han destinado al paciente covid crítico.”

Verónica Ojeda es médica intensivista y, con la pandemia, comenzó a hacerse cargo desde hace poco más de veinte días de una terapia intermedia en La Quiaca, localidad de frontera de la Provincia de Jujuy. Cuenta que “con la pandemia, se destaparon muchas deficiencias del sistema de salud. El hospital donde trabajo es de segundo nivel. Los pacientes complicados que llegamos a tener, los tenemos que derivar a la Ciudad de Jujuy, que queda a tres horas en ambulancia. Los pacientes van a una terapia intensiva o intermedia, con tres horas de viaje. Con la pandemia, lamentablemente, se empezó a descubrir que no teníamos oxígeno central, que no teníamos médicos capacitados, no teníamos insumos, ni siquiera guantes, termómetros. El sistema ya venía así. Estamos corriendo detrás de la pandemia comprando cosas, capacitándonos en tiempo récord, que no se hizo en muchos años.”

“El sistema de salud -queda en evidencia de cara a la pandemia- se encuentra en una situación crítica, dado que las problemáticas de salud siempre fueron postergadas. Siempre se lo ha visto como una pérdida, en vez de verlo como una inversión con un alto valor agregado” añade Nicolás, médico en una empresa del área alimentaria en el Gran Rosario, Provincia de Santa Fe. Explica, a su vez, que “hace un mes, la curva se empezó a elevar y ya Rosario y varias zonas están al borde del colapso. Rosario es un área de afluencia de todo el Gran Rosario y cinco departamentos a la redonda aproximadamente. Esto trae aparejado que los pacientes críticos se internan en la ciudad. Esto trae, también, una saturación mucho más rápida, dada la centralización que hay en nuestra región. Hay departamentos con ciudades de gran magnitud y no hay respiradores.”

Centro de salud 17 de Villa Hidalgo. José León Suárez, provincia de Buenos Aires.
Foto: Analía Cid.
Centro de salud 17 de Villa Hidalgo. José León Suárez, provincia de Buenos Aires.
Foto: Analía Cid.

¿Sirvió la cuarentena?

El 19 de marzo, el gobierno argentino decretó una cuarentena para reducir la propagación del nuevo coronavirus. Desde entonces, las medidas de distanciamiento se han ido sucediendo en progresivas aperturas de actividades.

Lilian Capone es médica y Secretaria de Salud Laboral de la CTA de la Provincia de Buenos Aires. Ella sostiene que “por suerte, se han tomado los temas a tiempo, se han generado estrategias preventivas en la Provincia de Buenos Aires, ante una rápida lectura de lo que estaba ocurriendo en el mundo. La situación crítica es porque aumenta el número de casos y se reduce el número de camas. Hay un porcentaje del personal de salud que lamentablemente se está infectando, muchos se están muriendo.”

Para López Luppo “fue fundamental el aislamiento temprano. Eso nos permitió entrenarnos, planificar y modificar lo edilicio para optimizar la atención y cuidarnos nosotros. Si el gobierno no hubiera tomado medidas tempranas, hubiera sido un desastre. Sistemas de salud mucho más robustos como los europeos colapsaron porque no llegaron a tomar medidas anticipatorias. Y por suerte también hubo inversión en equipamiento.”

Mónica Yelli es enfermera en un hospital público y uno privado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En el ámbito público fue contratada por la Ciudad para reforzar una Unidad de Terapia Intensiva con pacientes críticos de covid-19. Cuenta que el sistema de salud está bastante complejo. Me atrevería a decir que esto ya está saturado. No hemos llegado -como sucedió en Italia- a tener que decidir entre la vida y la muerte. Tomar las decisiones a tiempo, teniendo en cuenta lo que había sucedido en Europa, nos ayudó a que lleguemos a esta instancia de la pandemia con contagios mínimos, de a poco.”

¿Qué es un sistema de salud colapsado?

Ramón Miño es enfermero en el Hospital Fiorito y trabaja en el traslado de pacientes críticos entre hospitales. Explica que “un sistema está colapsado por falta de camas, respiradores, elementos de protección que son tan elementales, recurso humano capacitado. El escenario en el hospital es de mucha incertidumbre, muchos compañeros contagiados, conocidos entubados y en respirador y, sobre todo, todos muy cansados. En esta pandemia, no es sólo la falta de camas. La falta de camas siempre existió. Sino la falta de lo más elemental que es el recurso humano. Porque vos podés poner cien camas, pero si no hay médicos y enfermeros que lo asistan, no sirve de nada. Igual que los respiradores. ¿Se compraron respiradores? Sí. Pero ¿quién maneja el respirador? No es que cualquiera puede agarrar un respirador y manejarlo. No es que cualquier persona puede comprarse un respirador en la casa y se lo puede poner.”

En este sentido, añade Mónica Yelli que “cuando hablan en cuestiones estadísticas de las camas, lo que no se toma en cuenta es que no todas las camas se pueden ocupar. Por ejemplo, si tenés dieciocho camas y catorce ocupadas, no quiere decir que tenés cuatro libres. Esas camas no se pueden ocupar porque en términos edilicios no están dadas las condiciones para recibir un paciente con cuidados intensivos. Necesitás un respirador y, para eso, un kinesiólogo que tenga todo lo necesario para hacer funcionar ese respirador. Necesitás un plantel de enfermería eficiente y en cantidad necesaria para atender a esos 18 pacientes. Necesitás un centro de aspiración continua. Necesitás sábanas para el paciente. No es sólo la cama, es todo un contexto. Y, por sobre todas las cosas, es el recurso humano lo que falta”.

“El colapso nos habla de falta de personal, enfermeros, médicos, personal de limpieza, personal de cocina. El colapso nos habla de falta de insumos, de medicación. En La Quiaca no tenemos oxígeno en tanques gigantes como en las ciudades, tenemos los tubos. Cuando se acaba un tubo de oxígeno tenemos que correr a cambiarlo para que al paciente no le falte el aire. Se puede poner camas, pero ¿quién atiende a los pacientes si no hay médicos, si no hay enfermeros, si no hay oxígeno? Si no hay nadie que lo atienda, eso para mí es colapso” agrega a este punto Verónica Ojeda.

Lu es médica en una clínica privada en la localidad de Almirante Brown, en la Zona Sur del conurbano bonaerense. Con respecto a su visión sobre un sistema colapsado, explica que “uno puede agregar cien camas, pero necesita cien respiradores. Y para esas cien camas y esas cien personas, necesita gente que la asista. Así que lo que está pasando es que se abrieron muchos establecimientos donde se colocaron camas, se preparó todo para enfrentar la pandemia, pero no hay personal idóneo que pueda asistir a esa gente. Y a medida que van pasando los días, cada vez hay menos personal en cualquier institución. Porque son muchos los contagiados y la gente que queda trabajando, trabaja doble turno, triple turno y la situación es estresante y agotadora.”

¿Cómo inciden la pandemia y la escasez de personal en el tratamiento de otras enfermedades?

Explica Lu que “hoy está muy complicado el tema de los pacientes oncológicos. Creo que son los más afectados, porque los pacientes detectados en los últimos meses con patología oncológica no pueden recibir bien el tratamiento, este no llega en el tiempo adecuado. No mueren de covid-19, mueren de su propia patología. Es difícil porque no pueden recibir quizás la internación correspondiente en las instituciones.”

“Ahora todo es covid. Hay un problema con eso. No se están haciendo controles de pacientes crónicos en el hospital. Hay algunos médicos que aún estamos trabajando en consultorio, vigilando a esos pacientes, pero trabajamos con obras sociales. Entonces, los pacientes que no tienen obra social no tienen cobertura y están lamentablemente sin seguimiento. Los pacientes crónicos no tienen un seguimiento médico en el hospital” agrega Ojeda desde Jujuy.

Por su parte, Lilian Capone comenta: “yo soy neumonóloga del Hospital Muñiz y la tuberculosis sigue creciendo. Los trastornos cardiológicos siguen. Los procesos oncológicos siguen. Se está en situación de alarma porque se han disminuido los controles ginecomamarios de las mujeres, los controles de salud normales y todas esas cuestiones hacen que posteriormente a la pandemia va a haber un pico de otras enfermedades que, lamentablemente, en este momento, no siempre pueden ser atendidas”.

La situación de les trabajadorxs de la salud en pandemia

“Los contagios y fallecimientos del personal de salud aumentan. Yo he tenido la desagradable situación de tener que atender a compañeros míos. Atenderlos y verlos morir. Gente que conocés hace muchos años. O ver que tienen técnicas invasivas para salvarles la vida que uno sabe que son casi irreversibles. Los contagios son cada vez más y cada vez más somos los del personal de salud los que estamos expuestos. Es abrumador. Llega un momento que tenés ganas de vomitar porque respirás tu propio dióxido de carbono. Pero también tenés la responsabilidad de seguir estando ahí adentro, porque somos pocos y tenés que trabajar más rápido y podés cometer errores y contagiarte. Hemos tenido que despedir, de una manera horrible por protocolo, en una reunión de zoom, a compañeros y tener que decir unas palabras. Nunca imaginás que vas a estar atendiendo a la persona que trabajó mano a mano con vos en los últimos diez años, como me pasó a mí. Seguimos yendo a trabajar, pero estas cosas te invaden. Somos seres humanos” afirma Mónica Yelli, quien sostiene, además, que “el plantel de personas que trabajamos en el sistema de salud tenemos que ser visibilizados. Todos. Nunca se habla del personal de maestranza y suelen ser empresas tercerizadas que no dan suficiente equipo de protección personal”.

En el hospital en que trabaja Rodolfo López Luppo hubo muchos contagios de personal. La mayor parte de estos fueron casos leves, pero una buena proporción tuvo neumonía. Un enfermero de 35 años requirió ventilación mecánica. Él mismo tuvo neumonía y debió pasar un par de días internado por intensa disnea. Sostiene Rodolfo que “un tema importante que hay que mencionar es el estrés físico y psíquico que experimentamos como trabajadores de salud en este contexto, incluidas nuestras familias. Por suerte hay mucha solidaridad entre compañerxs. Me da pena cierta porción de la sociedad que no tiene empatía con esta situación y no respetan las recomendaciones. Son además poco inteligentes porque si su conducta lleva al colapso no tendrán garantizada la atención”. Rodolfo hace un llamado a la responsabilidad de todes independientemente de su condición socioeconómica, pero especialmente a aquelles que tienen las necesidades básicas satisfechas y ciertas comodidades.

Lu cuenta que “mucha gente, familiares de gente que trabaja en salud, muchas personas allegadas tuvieron contacto con sus familiares que poseían patologías previas, y lamentablemente son más los casos de personas cercanas a los trabajadores de salud que fallecen, que los mismos trabajadores de salud. Y esa es una situación muy complicada, porque uno tiene que seguir trabajando, pensando que quizás es culpa de uno, porque uno convive con esa persona y no hay forma de generar un aislamiento y tampoco hay forma de dejar de ir a trabajar. El ser personal esencial, todo esto requirió que el personal de salud no tuviera vacaciones, no pudiera tomarse semanas de estrés. Las personas que trabajan en salud y tienen patologías previas siguen yendo a trabajar. La mayoría no tienen la posibilidad de quedarse en sus casas, incluso personas mayores de 60 años, en unidades sanitarias, en hospitales, en traslados, deben estar disponibles. Se llamó a médicos ya retirados, a enfermeras jubiladas, para que pudieran asistir a esta pandemia.” Añade, además, la experiencia de vivir con miedo de contagiar a la propia familia.

“Los agentes de salud estamos cansadísimos, agotados. Con mucha incertidumbre sobre lo que va a suceder. A este ritmo, no va a llegar ningún médico, ningún enfermero bien. Si llegamos. Hay un montón de compañeros contagiados. Hay muchos compañeros que necesitan respirador. Unos salen y otros no” sostiene Ramón Miño.

En este escenario, Germán Waisman añade que: “La especialidad tanto para enfermeros, médicos y kinesiólogos está pésimamente remunerada. Y es un trabajo que te demanda desde lo físico y lo mental. Largas jornadas, familiares angustiados, noches eternas, reemplazos de compañeros. Hoy los nuevos médicos no eligen esta especialidad por razones obvias. Estamos todos muy extenuados, sobre todo desde lo mental. Compañeros que no ven a sus hijos ya hace meses, situaciones personales muy desgastantes. El punto flaco está en la cantidad de personal en pluriempleo, que todos trabajamos en dos, tres lugares por lo menos. Todos.”

Nicolás afirma que “todos los trabajadores de salud estamos expuestos. A mayor exposición, hay mayor carga viral y mayores posibilidades de enfermarse de manera grave y probabilidades de fallecimiento. Estamos todos trabajando más que antes”. Agrega un pedido a que la población “pueda comprender lo que es acompañar, no solamente en esta situación. También, que en los momentos donde los trabajadores de salud pedimos mejores condiciones, se nos acompañe, porque es la manera de que cambie para una mejor calidad de salud comunitaria.”

Por su parte, Lilian Capone expone las condiciones laborales y contractuales de los trabajadores de la salud. En este sentido, explica que “los trabajadores de salud tienen un sistema de años desarticulado, atomizado, injusto. No solamente para la población sino también para ellos. Tienen una organización de trabajo perversa. Tienen contrataciones de trabajo paupérrimas, con bajo salario, lo que hace que haya pluriempleo. Este pluriempleo permite generar mejores condiciones salariales pero peores condiciones de trabajo. Esta es una de las causas, el pluriempleo, del aumento de contagios entre el personal de salud. A esto le sumamos la falta de personal. Personal que durante años no ingresó en el ámbito público por diferentes razones.”

Para Verónica Ojeda, es importante “que seamos reconocidos los médicos, los enfermeros y el personal de salud como esenciales. Un reconocimiento económico para que el médico, el enfermero, no tengan que tener doble trabajo, doble jornada, y pueda dedicarse más a capacitarse. Si un médico o un enfermero tiene un trabajo bien pago, se capacita mejor y atiende mejor a sus pacientes y probablemente no está tan agotado como ahora. Sería muy bueno un reconocimiento económico al trabajo que realizamos.”

📸 Analía Cid

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