Por Gustavo Arias
El 29 de abril de 2014 a eso de las 20.00 hs entre La Biela me senté en una de las mesas con vista a la calle Quintana, había poca gente, todos o casi todos tomaban café. En la Biela predomina el tono dorado. En la puerta está Borges, duro, hecho estatua. Diez minutos más tarde llegó Daniel Corvino con su mujer Amalia Bonholzer, y para mi sorpresa también llegó Luis Felipe “Yuyo” Noé.
Daniel Corvino es un artista plástico al igual que Amalia, su mujer. Viven en Lomas y casi todos los días van al Central Park de Barracas, donde tienen el taller. Los dos, fueron alumnos de Yuyo, a mediados del 90, de ahí la amistad.
Daniel me presentó con el gigante de la pintura a quien estreche su mano, blanda, arrugada, con un gesto cordial y amistoso. Por supuesto, como no podía ser de otra forma, llamamos al mozo y pedimos cuatro tazas de café cortado. Noé acababa de volver de visitar a su hijo Gaspar en París. « Anda preocupado, no encuentra nombre para su nueva película, está entre “Cosas del amor y Love”» dijo Yuyo cuando Amalia preguntó por su hijo.
Bebimos y hablamos de que cenariamos, la salud de ellos, el espuma del café, la repercusión de la muestra a la que en minutos entrariamos, etcétera. Poco más de una duró la reunión, pagamos y cruzamos la plaza para entrar al Centro Cultural Recoleta.
Era la inauguración de la muestra “Repertorio” de Rómulo Macció.
Entramos al CCR a eso de 21.00, estaba repleto de gente, medios, amigos, curiosos seguidores embobados como yo.
— ¿Y Macció?— pregunté.
Yuyo encogió de hombros sin tener respuesta.
— Quizá no venga, suele hacer esas cosas— me dijo Amalia.
A eso de las 22 cuando ya se intuía que el homenajeado no iba a llegar, los organizadores de la muestra comenzaron una especie de acto. A minutos de empezar a hablar el curador en representación de Macció, se quedó callado, Macció lo estaba observando entre la gente. Ahí mismo se levantaron los aplausos y terminó el acto. Así fue conocí a hombre convertido en leyenda el día de su cumpleaños número 83.
Cuando la maraña de fotógrafos, amigos, y otros, dejaron de apretar el botón de sus cámaras, Yuyo -Noé abriendo la- se aproximó a saludarlo, yo iba detrás. De un momento para otro, me encontré en medio de dos hombres que fueron y son parte de la historia de arte argentino. Ambos se dieron un abrazo que enmudeció el murmullo de la sala. 53 años para atrás, de ese día, en 1961 Noé, Macció, Diera y de la Vega estaban girando el timón del arte latinoamericano. Ellos fueron el “grupo nueva figuración”.
Todo comenzó dos años antes cuando el padre de Noé cerraba la fábrica familiar de sombreros en Av. Independencia entre calle Bolivar y Defensa en el barrio de San Telmo. Bajando el portón, lo pensó mejor y le dio la llave a su hijo para que use la fábrica como taller. Alberto Greco, Macció, Dira, de la Vega y Noé fueron los artistas que pintaba en la ex fábrica de sombreros. Ahí comenzó todo. A mediados de 61, el grupo de artistas, que ya habían expuestos en nuestra individuales con gran éxito, llegaron juntos a la galería Peuser. El galerista aceptó la propuesta, quizá, y para su favor, sin saber que estaba abriendo la puerta al futuro del arte latinoamericano. La muestra se llamó “Otra figuración”.
La muestra de Macció fue un éxito y durante todos los días que estuvo en CCR, siempre estuvo repleto de personas que se paraba delante de los lienzos. En junio a pedido del público y la prensa, se presentó la segunda parte de la muestra. Otra vez Macció estuvo presente en la inauguración y luego se perdió. Solo los muy, muy cercanos sabían de él. Era una capacidad inmensa, como boxeador, un golpe duro que te tira por el suelo y se va, cuando te logras reponer aparece de vuelta con otro cuadro y te vuela la cabeza.
¿Para qué hablar cuando las pinturas hablan por sí mismas?», decía Macció.
El viernes 11 de marzo de 2016, a las 23.10, Noé en su página de facebook escribió. Acabo de enterarme del fallecimiento de Rómulo Macció con quien compartí en nuestro período de juventud una experiencia fundamental que nos hermanó. Siempre lo he considerado un gran artista y lamento profundamente su partida, por razones personales y culturales. Extiendo mis condolencias a su familia.
Yuyo, como le dicen los amigos, fue el alma del grupo nueva figuración, y el último de los cuatro que queda.
— Muchos dicen que yo me inicié como informalista, pero eso no es cierto. Siempre hubo figuras en mi obra. De lejos parecen informalistas, y de cerca hay caritas y mundos — dice Yuyo en una entrevista hace poco.
Diera, de la Vega y Macció, fueron grandes artistas que crearon obras que quedaron grabadas en la retina de muchos. Noé, a sus 83 años está creando obra, tiene una vida agitada entre pintura, taller, exposiciones, aviones, amigos, pero sobre todas las cosas, es un pintor de alma que produce más de 500 obras por año y las expone en todo el mundo.
El sábado 25 de abril de 2015 se inauguró en la ex ESMA, hoy espacio para la memoria” la última muestra, grande, hasta el momento, en Argentina, de Luis Felipe Noé, “Olfato, en tiempo y lugar. A 50 años de Antistética”. Estuvo abierta hasta el 21 de junio de 2015.
Recuerdo que el 4 de junio entraba al “Espacio para la memoria”, para ver la muestra, en el pasillo había muchos chicos jovencitos que también entraban y un profesor que guiaba.
— ¿Ustedes saben quién es Noé y que hizo?— preguntó el profesor.
Ninguno de los jovencitos emitió palabra.
0 comentarios