Un marrón en el Cervantes

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El 24 de octubre del 2020, me senté en el Cervantes, vacío, solo las luces de la platea encendidas como luciérnagas alumbraban la noche oscura del teatro cerrado por la Pandemia. Sentado viendo a los actores prepararse para la filmación de la obra, me pregunté si seré uno de los primeros marrones con una obra representada en la sala María Guerrero. Y quizás no lo sea, quizás sea el cuarto, el séptimo, pero… ¿Por qué no sé quiénes fueron? ¿Por qué no sé sus nombres? ¿Dónde están los autores a los que les gritaron negros de mierda? ¿Dónde están los autores a los que nos abrieron las mochilas en las esquinas? ¿Dónde están los autores que tuvieron pozos en lugar de inodoros? ¿Dónde están las autoras y los autores marrones? ¿Conocés a alguno estrenado en el Cervantes? Yo no. Y quisiera conocerlos, para saber qué sintieron, qué significó para ellos. 


Me llamo David Ángel Gudiño, nací en Tartagal, Salta, crecí en Río Grande, Tierra del Fuego. Hoy se estrena en el Teatro Nacional Cervantes una obra que escribí durante la cuarentena. Soy marrón, soy coya, soy indio, soy wichi, soy guaraní, soy casi boliviano, soy pibe chorro, soy un descamisado, soy un cabecita negra con piel marrón, soy un pelo duro, soy un marica, un voz afeminada, soy un tortita negra, soy hijo de una cuidadora de niños que no terminó la secundaria, soy hijo de un docente jubilado, soy todo eso, y también soy autor. Si mi nombre sirve de algo para recordar a todes lxs autores y autoras marronas pues que así sea. Hoy la cartulina marrón empapela la Casa del Teatro. 
Cuento mis sentimientos porque me gustaría leer los de otros directores, directoras, autores y autoras marronxs que estuvieron acá, me gustaría poder haber visto a más marrones en el Cervantes para que el miedo y las inseguridades que sentí hubiesen desaparecido, quiero tratar de ser humildemente una inspiración para que otros y otras marrones sepan que no estamos solos. 


La obra transcurre en la Antártida, continente lleno de nieve y viento donde todos los años desde 1997 hasta el 2020 fueron maestros a sostener el funcionamiento de la única escuela en toda la Antártida. Hoy la escuela no funciona debido a la Pandemia. Los docentes que van casi siempre son del interior, con vidas similares a las de mi papá. ¿Sabías que las bases en la Antártida son bases militares? ¿Sabías que los docentes son los únicos civiles? Me da terror pensar todo lo que atraviesan, todo lo que les ocurre. Eso es “Blizzard” es el viento blanco que levanta la nieve y el hielo, cuando se va podés volver a ver, cuando aparece no podés dar un paso porque te perdés. 

Antes sin reconocerme marrón corría como un pingüino que perdió su colonia, y ya sé que los pingüinos mueren solos, pero eso ahora forma parte del pasado, ahora somos un montón.

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