Siendo poesía en las Islas

SIENDO POESÍA EN LAS ISLAS
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Entrevista a Marisa Negri

Por Paola Ramos y Paula Daporta

Viajamos todo el tiempo. A veces viajar implica tomar distancias. A veces no. Estado de viaje. Estados de viajes. Viajes dentro de viajes. Viajar es disponerse a desplazamientos. Más, menos. Intermitencia, movimientos, pero también quietudes.

Cuando viajamos acudimos a mapas, aplicaciones, indicaciones, sugerencias: lo “necesario” para ubicarnos. “Ubicarse” y su continuo “ubicate” como  imperativo que tracciona más de una vez como premisa que nos recuerda que hay modos de estar, de transitar, de ocupar el espacio, de viajar.  “Referencias” que nos moldean. 

El diseño del espacio público, codificado por nombres de calles, avenidas  y monumentos que hacen visibles masculinidades como hitos referenciales de la geografía urbana forma parte de nuestros cuerpos ubicándolos y ubicándonos. Cartografiar nuestros andares como algo más y menos que simples referencias.

Ubicarnos camino al Delta de San Fernando supuso una escueta referencia que como mantra debíamos repetir a quien consideramos sujeto de ubicación: “vamos al lado del muelle de Sandra”. 

¿Cómo confiar en tan sutil referencia al lado de los hitos sólidos que nos configuraron históricamente? ¿Sandra? ¿Qué apellido? No bastaba con un nombre cualquiera. No bastaba con que sea una mujer. No tenía apellido. 

La referencia iba volviéndose evidencia y certeza a cada instante en que la volvimos palabra. Sandra iba volviéndose sujeta referencia en cada persona que la reconocía como tal. Que nos la reconocía como tal. A ella, su muelle. Y definitivamente su hacer. A una. En tantas. En su propia entidad, Sandra deviene referencia y ubicación.

Ni bien arrancó la lancha comunitaria calculamos, según referencias externas varias, el horario en el cual estaríamos cruzando el Río Paraná. Referencia temporal, que sumaba a la territorial de aquel nombre femenino. El miedo de no “darnos cuenta”. Acostumbradas a estar alertas para ubicarnos.

El Paraná se impuso ante nuestra mirada antes de que suene la alarma. Las alertas son más infalibles que las alarmas, y el cuerpo advirtió  todo lo necesario para ubicarnos. No solo logramos apoderarnos de la certeza de la ubicación. Sino que la referencia nombre propio femenino sin apellido vino a nosotras. Alzando sus manos junto a sus niñes y  perres. Su sonrisa ofició de contraseña a la distancia desde su muelle, dándonos  acceso a viajes dentro de viajes. Algo nos empezó a resonar. Referencias mutando. Sandra es una “mujer anfibia”, traficante de mundos. Sandra no es un nombre ficticio. Sandra es Sandra pero podría ser cualquiera de nosotras siendo sujetas de referencias de otras en entramados colectivos que nos desbordan. Tejidos que no requieren de apellidos ni monumentos. Constelaciones de haSeres. 

En un pase imperceptible Sandra tejió lazos a fuego cruzado de referencias de experiencias y andares colectivos. La articulación comunitaria en territorios islas. Otras formas de ir habitando los estereotipos de “soledad isleña”. 

Las charlas que compartimos nos trasladaron a lugares varios, que hicieron de su figura la referencia para esta nota. Viajes internos. Raíces. Fantasías. Mutaciones acuáticas. Sin embargo, bastó mencionar la existencia de una biblioteca popular y la particular existencia de libros que cuentan de vínculos de les pibes con la poesía en la islas para que se despierten las alertas -necesidades de conexión física. Esas experiencias nos visitarían de la mano de Gabriel, quien al cabo de unos cuartos de hora llega para abrir otros canales de viajes que nos llevaría a Marisa. Otra referencia para ubicarnos. 

La constelación como red

Gabriel y Marisa viven “a la vuelta de Sandra”, así lo expresaron cuando nos llevaron a visitar su casa. En la isla el espacio es tiempo, “a la vuelta”, “al lado”, nada tiene que ver con una distancia sino con una duración, con experiencias, con  intensidades.

Junto a ellxs, su mamá y amigxs nos sumergimos en los vericuetos de la construcción de espacios comunitarios en movimiento, desde el agua y la virtualidad. La tierra como referencia diluida pero de cuerpo presente.

La experiencia de robar libros como acto revolucionario, las sirenas que las mamá de Marisa tejía sin parar, la torta de manzana y un compartir de saberes acerca del té que nos llevó de viaje por oriente. Los libros que se multiplicaban sobre la mesa. Y la poesía siempre, en la boca de Marisa.

Marisa es referencia en el mundo de la poesía y del hacer colectivo. Fue llegando allí desde la educación formal, pero  como nosotras y tantas otras las derivas la condujeron hacia los feminismos y la degustación del Té. 

Charlamos por varias horas y esa charla devino de vuelta al “continente” en un escrito compartido a modo de  diálogo.

  • Coordenadas y referencias de viajes.

Viajar es aprender, salir de la cotidianeidad hacia la aventura de nuevos paisajes, sonidos, aromas. Viajar es encontrarse con otrxs y también descubrir entornos en los que nos gustaría haber nacido y vivido. Me gusta volver a lugares con los que siento una particular afinidad; la isla de Chiloé, el barrio del Albaicín en Granada, la Rua direita de Santo Antonio en Salvador de Bahía, la feria de Tristán Narvaja en Montevideo o la playa de Valizas… en cada uno de esos sitios hay amigxs queridxs que siempre me hacen sentir en casa. 

  • La Isla como base.

Nautilus, la isla en la que vivo, es parte de la historia familiar desde hace muchísimo tiempo. Fue de mi tío abuelo en los años 40, un estudiante de medicina que venía a esta tranquilidad a estudiar para sus exámenes. Luego pasó a manos de mis padres. La isla es el lugar de las primeras vacaciones, de las primeras lecturas. En un muelle que ya no existe leí las primeras novelas; Salgari, Verne, Dumas. Hubo un tiempo en el que todos abandonamos la isla. Y un día volví a quedarme para siempre.

  • La llegada a la poesía.

Me gusta pensar que la poesía estuvo siempre ahí. Quizás en un principio en la música, en casa había un tocadiscos y mucha música, sobre todo tango y folklore. En la adolescencia descubrí a Spinetta, a Liliana Vitale -que cantaba las maravillosas composiciones de mi  querido Alberto Muñoz-  y también a Olga Orozco y a Enrique Molina. Iba al secundario, copiaba canciones en un cuaderno, escribía los primeros poemas en un taller literario. Poco a poco el universo se fue ampliando; Rilke, Pizarnik, Susana Thénon, Edgar Bayley, son algunos de los primeros libros que atesoré para leer una y otra vez. 

  • La didáctica de la poesía como posibilidad. 

Soy maestra de grado y profe de literatura. Pensar la didáctica de la poesía comenzó en la práctica del aula, siempre le di mucho espacio a la escritura, al taller. En el ISFD 29 de Merlo, del que soy egresada, descubrí la Educación por el Arte como modo de enseñar pero también como modo de vivir. Así llegué a experiencias fundamentales como las de la escuela nueva; Jesualdo Sosa, las hermanas Cossettini con su coro de pájaros, la Pedagogía del oprimido de Paulo Freire y las exploraciones en el entorno sonoro de Murray Schafer. Lecturas y experiencias fueron haciendo camino hasta dar luz en 2010 a Poesía en la Escuela. Poesía en la Escuela nació de una convocatoria en las redes, una invitación a leer poesía en las cuatro escuelas donde yo trabajaba en ese momento. Respondieron 30 poetas amigxs y así empezó la aventura. Entre ellos estaba Alejandra Correa, una poeta, artista visual y gestora cultural que me propuso sumarse al proyecto. Juntas fuimos año tras año ampliando la convocatoria, pensando las prácticas, escribiendo un blog. En 2014 publicamos Poesía en la Escuela: cómo leer y escribir poesía en el aula, también editamos una revista, la antología Infancias y dos libros con poemas de niñxs y jóvenes de todo el país que se pueden descargar gratuitamente:

Pie firme sobre cálido cielo (2016)

Decir el mundo (2020)

  • Referencias hacia los feminismos.

Las primeras referencias son del ámbito familiar. La tía Nancy, que se había divorciado y se dedicaba a la pintura, una prima mayor, Inés que militaba en diferentes espacios y había tenido un hijo siendo soltera. Recuerdo que en ese momento yo tendría 12 o 13 años y sentía una gran admiración por esas decisiones.  Crecí en un ambiente de gran libertad, inicié el secundario con la apertura democrática y lo que no se hablaba en casa lo fui aprendiendo en la calle, en los recitales al aire libre, en charlas con amigas mayores, en la literatura.

En 1997 conocí personalmente a Olga Orozco. Ella fue poeta y periodista en un mundo de hombres. En la revista Claudia escribía con seudónimos, varios de ellos masculinos, Martin Yanez, Sergio Medina, Jorge Videla… Olga renegaba del rótulo de poetisa, decía que la poesía no era algo de puntillas y desmayos, la poesía no poseía género. 

En Claudia, Orozco escribió sobre el mayo francés y sobre el uso de anticonceptivos, aconsejó a cientos de mujeres desde su columna Claudia escucha bajo el seudónimo de Valeria Guzmán, a emanciparse de sus padres, a no casarse si no lo creían necesario, a estudiar idiomas o carreras universitarias, a escribir sus propios libros. Descubrir esa correspondencia con las lectoras entre 1963 y 1974, compilarla y editarla (Yo Claudia, En Danza, 2012) marcó fuertemente mi modo de ver el mundo.

También recuerdo la visión casi fantasmal de un recital de Marosa Di Giorgio en el mítico ciclo de Babilonia que organizaba Susana Villalba. Marosa descalza recitando sus poemas, toda su sensualidad cautivando al público. 

Luego vinieron otras experiencias como la participación en una lectura del colectivo Yo no fui en torno al taller de escritura de la Cárcel de Mujeres de Ezeiza, las marchas del Ni una menos, la participación en el colectivo #Poetasporelabortolegal. 

Con Alejandra nos hemos dedicado especialmente a estudiar y enseñar la poesía de mujeres, a repensarlo todo a partir de la lectura de Adrienne Rich, Helene Cixous, Denise Levertov, Sharon Olds, Mary Oliver, Wislawa Szymborska, Margaret Atwood y también en diálogo con poetas de nuestra generación como Laura Forchetti, Julia Magistratti o Denise León entre tantísimas otras.

Durante la cuarentena, sin ir más lejos, hemos mantenido un grupo de wsp, Con estas bocas, creado por Tani Mellado, en el que diez poetas de distintas partes del país nos hemos acompañado, leído, apoyado y fortalecido. 

  • De cómo se tejen los feminismos desde y en las islas

Con paciencia, a veces con dificultad, paso a paso. Haciendo lugar a la charla, accionando juntas, o en un taller de cestería botánica, tejiendo y conversando. Durante 2017 pensamos un proyecto que se llamó Entretejidxs. Invitamos a las mujeres del barrio a un taller de cestería y en cada encuentro tratábamos un tema vinculado con los derechos de las mujeres. El entorno rural-fluvial en el que vivimos es muy tradicional, no está bien visto que una mujer maneje su propio bote (que las hay, las hay pero en general esas son “las locas de la biblioteca”), por eso se nos ocurrió “disfrazar” la propuesta, invitar a tejer, aunque sabíamos claramente cuál es el poder que reside en los hilos.

En los espacios de participación comunitaria de los que participo siempre hay una fuerte presencia de mujeres, en la biblioteca, en los talleres, en asambleas para resolver algún asunto puntual como fue en 2018 la amenaza de cierre a las escuelas de isla. 

  • La Biblioteca Popular Genoveva

Es una institución que tiene una presencia fuerte en la comunidad y una historia de más de 60 años pero mi historia en ella comienza en el 2011 cuando me llevan a conocerla. Me enamoré de esa casita azul en el Arroyo Felicaria, del trabajo que venían haciendo allí entre otras personas Sandra y Guillermina. 

La Genoveva posee la única bibliolancha del país y en ese entonces contaba con una colección de 6000 libros que había que organizar. Comencé coordinando algunos talleres en la bibliolancha y cuando quise acordar estábamos con Gabriel estudiando bibliotecología para aportar con ese saber técnico al desarrollo del espacio.  

El proyecto de bibliolancha se organiza cada año con diferentes recorridos de talleristas que visitan las escuelas, aunque también se movilizan el grupo de teatro, los artesanos para organizar las ferias, los chicos de canotaje para participar de algún encuentro. Cuando advertimos que Chile tenía también una bibliolancha en Chiloé decidimos crear Bibliolanchas en red, y sumando a un bibliobote colombiano nos pusimos a pensar proyectos comunes, así nació Mitos que viajan por agua.

En 2018 cumplimos un sueño hermoso, fundar Ediciones Genoveva y poner a rodar la palabra entre los vecinxs y lxs pibes de las escuelas. Así el delta no sería ya contado por el viajero extasiado sino por sus propixs pobladorxs. Los libros editados hasta el momento por Ediciones Genoveva son:

Mitos que viajan por agua (2018)

Los pájaros de Angel Otazo y Gabriel Martino (2019)

Bestiario fantástico de islas (2020)

Para seguir “encuadernando las islas” como diría el poeta Carlos Urquía, junto a Gabriel y a Daniela Rodi iniciamos este año el sello editorial La Ballesta Magnífica. Nuestro primer libro se llama La Noche, en él Alberto Muñoz relata historias que ocurren en las islas.

  • La Creciente

Luego de 11 años de trabajar juntas en Poesía en la Escuela decidimos lanzar este año con Ale Correa, La Creciente, un sitio web centrado en la formación poética. Un espacio para leer y escribir poesía. Nuestra propuesta es tender puentes que acerquen la poesía a las lectoras y lectores, poniendo en valor el deseo por la lectura como principal motor. También brindamos herramientas para dar los primeros pasos en la escritura y un espacio para quienes escriben, buscan compartir y seguir experimentando.

La poesía de mujeres ocupa en La Creciente un lugar central. Por nombrar algunas de las propuestas: La oración de la flor; poesía y naturaleza (Emily Dickinson – Beatriz Vallejos – Diana Bellessi – Mary Oliver), Las chiquilinas; 4 poetas uruguayas (Delmira Agustini – Amanda Berenguer – Marosa Di Giorgio – Idea Vilariño), también especiales para trabajar en profundidad la obra de Olga Orozco, Clarice Lispector y Alfonsina Storni.

Elegimos cuatro poetas argentinas que relacionamos con el fuego. El taller propone un recorrido de dos meses por la vida y obra de Glauce Baldovin, Susana Thénon, Susy Shock y Graciela Cros. Son poéticas muy diferentes y potentes que sentimos tienen ese punto en común; el fuego de la militancia, del feminismo, de la poesía.

Pienso en los desplazamientos. Hace casi un año que no salgo de la isla. Cuarentena estricta de no volver a pisar la ciudad y recibir muy contadas visitas. El viaje también puede ser la palabra. Sigo acá mientras las palabras viajan hacia ustedes en donde quiera que estén y renueva esa tarde de verano, té, libros y conversación.

Para Mircea Elíade el hogar es el punto exacto en el que se cruzan una línea vertical y otra horizontal. La vertical nos atraviesa. Es nuestra raíz y nuestros frutos. La línea horizontal es todo la interacción que tenemos con quienes nos rodean. 

Me gusta pensarlas a ustedes, y a quienes lean esto en esa horizontal; entonces la isla se expande, deja de ser una isla y ya no estamos solas.

Somos referencias. Unas de otras. De otres.

Cualquiera de nosotras es Sandra o Marisa.

Solo que tenemos que cartografiarnos en los territorios.

Ubicarnos.

Entre nosotras. 

Poemas Marisa Negri:

María de los gansos

María la de los gansos preñada por quinta vez

Crece en el murmullo de las brasas

Se espesa como la harina de maíz que toma cuerpo en la olla

Del padre no se sabrá nunca

¿Quién elige los gansos María?

Tuve un maizal ardiente bajo el vestido

la misma llave

¿Uno elige el vientre?

¿Uno elige los hijos?

Nadie elige la tormenta María

El polvo oscuro que nos dará un nombre

nadie elige

hemos escuchado la voz equivocada

soy dueño de tu cuerpo

es un cumplido que el patrón elija

no serás nadie sin estos favores

de Las sanadoras (En Danza, 2012)

publicado también en la antología Martes verde

Inmóvil

No se puede salir de las islas.

A veces viajo a la ciudad y en ella se quedan mis manos. Llevo una réplica fantasma que me permite sacar el boleto pero que ha perdido irremisible la ductilidad de la caricia.

Otras veces lo que no puedo llevar son los pies, que se quedan plantados en la tierra blanda y barrosa después de la creciente.

Arrastro entonces un cuerpo que tropieza.

Cuando nada de la anatomía responde dejo pasar el llamado de las lanchas y el día es una fruta dorada suspendida en el agua.

de Delta f (inédito)

La voz del ciervo

Fotos

1) en el Zorzal rumbo a la biblio

2) para la campaña por el aborto legal

3) Laura, Rosa y Sandra, motores de la Biblio Genoveva

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