Por Valeria Tellechea y Anahí Más
Violencia de género “abarca todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y/o física” (*).
Cuando la violencia parte desde los varones, ¿cómo trabajar con ellos? ¿Cómo resolver este círculo violento donde el victimario es un eslabón principal? ¿Cómo terminamos con esto?
Frente a esta situación, Malena Manzato y Carmen Umpierrez de la Asociación Civil Pablo Besson, junto a un grupo interdisciplinario, trabajan varias problemáticas sobre derechos humanos. Hace ya tres años aproximadamente, realizan talleres con varones como victimarios de la violencia de género.
¿Cómo surge este trabajo con victimarios?
Malena: después de haber trabajado tanto tiempo con mujeres siempre intentamos ayudar a la víctima de la violencia, a salir de ese entorno, a luchar por sus derechos. A partir del estudio de las masculinidades, que se encuentra aún en pleno desarrollo, nos dimos cuenta que si el victimario, en este caso el varón, no se recupera, va a seguir revictimizando a otras personas.
¿En qué consiste el trabajo?
Carmen: Entendemos que la violencia es una conducta aprendida, entonces se tiene que desaprender. Se trabaja con su autoestima, con la valoración de su persona, con el manejo de las emociones, con cómo resolver los conflictos, opciones para la resolución de problemas desde la no violencia. Se trata de sacar toda esta masculinidad tan incorporada que nos dice que los hombres no lloran, que son asertivos, que tienen que tener la última palabra, que tienen que ser racionales, que nada les puede doler, que no pueden mostrar debilidad; todo esto lleva al varón al no diálogo y a imponer siempre su deseo y su voluntad. Para ello hay que desarmar la estructura hegemónica de masculinidad y demostrar que hay otras formas más saludables del ser varón, no solo para él sino para todo su entorno.
M: Trabajamos para que grupalmente entre ellos puedan reconocer la violencia, y los que están en procesos más avanzados o más positivos, intenten reflejar al resto que por algún motivo están acá.
¿Cómo llegan los varones a la organización?
M: Llegan derivados de algún juzgado, enviados por sus esposas, desde comunidades religiosas y desde hospitales. No hay muchas asociaciones u organizaciones que trabajen con hombres. Tenemos un solo caso de un varón que vino por iniciativa propia, con un muy buen proceso.
Seguramente los varones que llegan vienen de diferentes circunstancias ¿Cuál es la respuesta que tienen?
C: La mayoría viene con un discurso armado, que son los mejores padres, los mejores esposos, y al poco tiempo todas estas estructuras se van cayendo. Ni es un proceso lineal, ni es un proceso rápido. Es un proceso de marcha y contramarcha. Por ejemplo, cuando trabajamos las emociones, se agarran de la silla para no llorar, y a la semana siguiente vienen y se liberan. Hay momentos donde se ven cambios más notorios, sobre todo al principio, y hay otros que vas viendo el transcurrir de él y de su entorno, y vas viendo el proceso.
M: Es una asistencia prolongada, donde trabajamos con bloques relacionados a las emociones, a la comunicación, a los emergentes. Como también trabajamos con más de la mitad de las parejas de los varones que vienen al grupo, también podemos ir viendo los cambios para poder incorporar nuevos bloques.
Ustedes hacen una diferencia entre violencia y agresión. ¿Cuál o cuáles son?
C: La agresión parte de una reacción que tenemos cada una y uno de nosotros, podría decirse hasta innata en ciertas situaciones de la vida, en situaciones de supervivencia, que te hace muchas veces ser agresivo o agresiva, pero eso no te hace una persona violenta. Frente a una situación que te perjudica o una situación de injusticia uno puede reaccionar mal y con agresividad. La violencia es algo sistemático, tiene una direccionalidad, hay una víctima y un espacio íntimo donde se origina y se sostiene.
¿Cuáles son las características comunes de los victimarios?
C: Todos los varones victimarios han sido víctimas de algún tipo de violencia y maltrato en su infancia, por eso hacemos hincapié en la idea de las conductas aprendidas, y como estas conductas atraviesan toda la vida de estos varones, es difícil cambiar esos hábitos, por eso es necesario el trabajo y los objetivos a largo plazo. Por otro lado, de ellos, más del 80% han sido víctimas de abuso sexual infantil. No los tratamos como enfermos, sino que nuestro trabajo tiene un abordaje más social, más allá de lo psicológico.
¿Se realiza un trabajo conjunto entre víctimas y victimarios?
C: La violencia es un ejercicio de poder, es algo asimétrico entre víctima y victimario; la sola presencia marca ese poder, hable o no hable la persona la víctima no va a estar libre, y todo lo que diga puede ser usado en su contra, por eso no es aconsejable hacer este tipo de tratamientos. Además este trabajo no es una terapia de parejas, no necesariamente la relación debe continuar, porque son procesos individuales. Muchos varones, luego de asistir a los talleres, entienden que han sido tantos los límites que han quebrado que no pueden volver con sus parejas, y esto también se da a la inversa.
M: Ellos han mamado de alguna forma esta violencia de género: la mujer les debe respeto, ellos tienen la autoridad, la mujer es para la casa, es un objeto, es de su propiedad, entonces desde esta perspectiva donde el hombre esta por arriba de la mujer, es desde donde ellos comienzan a establecer las relaciones.
C: Pero también no cualquier persona es víctima, pues desde la mujer hay una indefensión aprendida, entonces en esta relación la violencia se establece como un punto que empieza a tomar forma de espiral, porque no se sabe dónde puede terminar.
¿Por qué creen que no existe un trabajo más fuerte con victimarios?
M: Porque recién ahora se dan marcos teóricos, pero podemos decir que mundialmente hace diez años se está trabajando con una perspectiva desde el victimario. Y también creo que fue un proceso, luchas que se fueron ganando, primero fueron las niñas y niños, luego el trabajo con la mujer, y ahora se trabaja con varones, como en España, Canadá e Israel.
¿Cuál es el trabajo que le falta al Estado para desarrollar esta perspectiva?
C: Creo que hay mucha información, eso no se puede negar. Tenemos las leyes pero falta sensibilización, falta la participación ciudadana que se necesita.
Violencia como estructura aprendida. Varones golpeados y abusados que luego son victimarios. Fase de tensión – fase de agresión – fase de conciliación, un permanente círculo vicioso violento que inevitablemente para cortarlo es necesario atender a los varones golpeadores para que esa conducta no se repita, para que esa violencia culmine.
Asociación Civil Pablo Besson
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(*) Define Susana Velásquez, licenciada en Psicología y psicoterapeuta con especialidad en el área de violencia.
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