María Elena, una vida más allá de la fantasía

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Por Analía Daniela López

 

La feminista (María Elena Walsh)

Sucede que ya no aguanto
que en la calle me grités
a la primera de cambio:
"¡Tenías que ser mujer!"
Soy mujer y me equivoco
pero vos, ¿quién te creés?
¿Valentina la astronauta,
Evita, sor Juana Inés?
Sos el león de la Metro,
mucha porra y poco rey.

No me vengas con rugidos
que no hay selva por acá
y no soy ninguna fiera
ni la mona de Tarzán.
Yo fallo por accidente
y no por fatalidad.
Cuando agarre la manija
no sé si lo haré tan mal
como ustedes, que arremeten
gobernando marcha atrás.

Conmigo te equivocaste
de programa y de canal.
Me tomaste por tu abuela
que aguantó sin pestañear.
Si tenés el monopolio
del acierto universal
yo te dejo vía libre
pero vos, dejame en paz.
Y cuando las papas quemen
¡arreglate sin mamá!

 

María Elena Walsh fue una mujer que fue más allá de su tiempo, cruzó continentes en busca de nuevos horizontes, rompió esquemas una y otra vez, se animó a vivir de su obra y nos dejó un legado que traspasa las generaciones. María Elena es difícil de catalogar, representó a toda una generación que se crió con sus cuentos e interpretaciones infantiles pero también a quienes escucharon sus canciones adultas, podemos recordar Manuelita la tortuga o Como la Cigarra con la misma nostalgia y emoción. Una mirada sobre esta multifacética artista, que hoy, cumpliría 89 años.

 

María Elena, la última hija del matrimonio de Enrique Walsh y Lucía Elena Monsalvo, nació el 1° de febrero de 1930 en Ramos Mejía, Susana había nacido 5 años antes (1).

 

La familia de María Elena la recordaría siempre como una niña introvertida, graciosa y concentrada en su libros, pero decidida en las decisiones concernientes a su vida, como fue la elección de asistir a la Escuela de Bellas Artes, en oposición al deseo paterno. La bella voz de María Elena fue recibida con alegría en el caserón de la familia donde la música era parte de la vida cotidiana.

 

Con la jubilación de Enrique, la familia se mudó a una casa más modesta donde, en el año 1945, festejaron la aparición del poema de María Elena en la revista El Hogar. Posteriormente, sus colaboraciones ascendieron a las páginas culturales de La Nación y en la revista Sur de Victoria Ocampo.

 

Para sus 18 años sus progenitorxs la ayudaron económicamente y publicó una edición casera de 500 ejemplares que contenían lo escrito hasta entonces. Otoño imperdonable, su primer libro de poemas, fue recibido con buenas críticas y circuló de boca en boca abriéndole las puertas del mundo literario.

 

María Elena estaba haciendo lo que siempre había soñado y por lo que trabajaba con constancia, estaba sumergida en la élite literaria de Buenos Aires. Un hecho que marcó esa etapa de su vida fue que uno de sus poetas preferidos, el afamado poeta español Juan Ramón Jiménez la invitó a una estadía en Maryland, Estados Unidos, a la residencia que compartía con su esposa Zenobia. De este viaje salieron varios relatos de viaje publicados en la revista Sur y una experiencia ambivalente de la convivencia con el poeta que la marcaría a lo largo de su vida.

 

De vuelta en el inviernos del ´49, María Elena se sentía ahogada por el peronismo, como sus amigxs de tertulias: Borges, Bioy Casares, Silvina y Victoria Ocampo. La huída hacia nuevos caminos parecía una puerta de escape.

 

María Elena conoce a través de correspondencia a Leda Valladares, 11 años mayor que ella, graduada en Filosofía e intérprete de folclore como su familia. Leda y María se juntaron en Panamá rumbo al viejo mundo. En altamar dieron forma a un repertorio de zambas, vidalas, bagualas y chacareras. Llegadas a París pasaron los pormenores de unas recién llegadas sin mucho dinero, alojadas en un quinto piso por escaleras el hogar de la pareja se convirtió rápidamente en lugar de tertulia para un gran número de artistas.

 

Las artistas debutaron en el Scandian Club, un bar de música en vivo en el Barrio Latino, del que pronto se fueron; el ascenso de las cantantes subió acompañado a la reputación de los bares en los cuales contaban. Radio, televisión, teatro y discos fueron de la partida de Leda y María, sumergidas definitivamente en la vida cultural parisina.

 

Caído el gobierno de Perón, el dúo decide emprender la vuelta a Argentina, aunque María Elena Walsh tomó distancia del grupo originario que la vió partir de Buenos Aires y que festejaba la caída del gobierno.

Instaladas ya en Buenos Aires el Fondo Nacional de las Artes auspició un libro que había nacido de sus días parisinos: Tutú Marambá, su primer libro para niñes que incluía a personajes ahora célebres como Doña Disparate, el Rey Bambo, la Vaca estudiosa y la Mona Jacinta. La autora realizó una pieza de teatro basada en el libro que resultó un exitazo inmediato. Los sueños del Rey Bambo se estrenó en 1962 llenando las salas del Teatro Municipal San Martín, a lo que le siguió la grabación de un disco y una temporada televisiva.

 

A la ascendente carrera de cantautora de María Elena comenzó un declive de la relación amorosa con Leda que continuaba inmersa en el mundo folclórico. Por ese entonces su vida estaba dando un vuelco hacia los medios masivos de comunicación y comenzó una relación con María Herminia Avellaneda, productora de televisión y cineasta, con la que María Elena realizaría su única excursión en el cine.

 

La importancia de María Elena en la esfera editorial y discográfica para chiques se entiende al comprender que antes que ella no había nada novedoso ni entretenido en materia de literatura y canciones infantiles. Su singular forma de cantarles a les niñes, sus rimas, sus frases disparatadas, sus personajes convirtieron a la cantautora en una celebridad en el mundo infante.

 

Me dijeron que en el reino del revés

Nada el pájaro y vuela el pez,

Que los gatos no hacen miau y dicen yes,

Porque estudian mucho inglés.

 

Así como supo consagrarse en la poesía y tener la mirada complaciente de poetas de la década del 40, huyó al viejo mundo y se convirtió en artista de folclore junto a Leda, volvió a su Buenos Aires querido donde se embutió en el mundo de la literatura y canciones infantiles con un éxito descomunal. El año 1968 sería el comienzo de una nueva etapa en su carrera, sus temas se dirigían ahora a una platea adulta: Juguemos en el mundo o show para los ejecutivos fue una nueva etapa plagada de buenas críticas y el acompañamiento del público.

 

Cuando parecía que ya lo había hecho todo, María Elena llegó al teatro de revista: El Maipo. Muches se horrorizaron ante esta desfachatez , sin embargo para ella era una manera de ganarse la vida, algo que marcaría a lo largo de su carrera, su necesidad de autosustentarse en un mundo no tan amable con las mujeres y menos siendo lesbiana.

 

Los primeros años de la última dictadura militar la encontraría “safando” y no tanto de las listas negras pero sumida nuevamente en un país bajo la censura. El artículo periodístico “Desventuras en el país-jardín-de-infantes” sería el portazo definitivo, los militares no soportaron las críticas y todo su material quedó prohibido. Por ese entonces, su relación con María Herminia Avellaneda había declinado y comenzaba a convivir con Sara Facio. Sara no era alguien nueva en su vida, se habían cruzado en sus días en París, luego en los medios de comunicación cuando Sara trabajaba como periodista y consagrada fotógrafa de artistas, pero la relación se consolidó recién cuando Sara compró un departamento pegado al de María Elena.

 

En 1981 se le detecta un tumor óseo, desde entonces aceptó la enfermedad y emprendió la lucha contra el cáncer. Recibió muchos homenajes y sus letras desde entonces fueron reversionadas por varias artistas de la talla de Mercedes Sosa y Susana Rinaldi, dos grandes amigas.

 

Un viejo tema que ya tenía 10 años archivado vuelve a tomar vuelo en un país que clama democracia. Como la cigarra se vuelve un himno para toda una generación.

 

Tantas veces me mataron,

Tantas veces me morí

Sin embargo estoy aquí

Resucitando.

 

La democracia fue aclamada y festejada por María Elena Walsh quién veía en Raúl Alfonsín la esperanza de cumplir con los derechos y libertades que tanto pregonaba en su vida. El único cargo político al que accedió fue durante la presidencia de Alfonsín en la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia a la cual renunciaría en 1986.

 

Entre varios proyectos que realizó en esos años de enfermedad y quirófano, se destaca el libro publicado en 1990 Novios de antaño, donde una niña que vivía en un caserón de Ramos Mejía convivia con muchos hombres, reminiscencias de su infancia.

 

Al final de su vida, era indiscutible que había sido una actriz popular y querida por un amplio margen etario. Su última novela se llamó Fantasmas en el parque, editada en 2008, continuación de Novios de antaño, pero en un tono muy diferente enfocándose en la vida adulta de María Elena. En un pasaje del libro le dedica estas palabras a su gran amor Sara Facio: “No tiene nada de hermana. Es mi gran amor que no se desgasta, sino que se convierte en perfecta compañía. A veces la obligué a oficiar de madre, pero no por mi voluntad sino por algunos percances que atravesé, de los que otra persona hubiera huido, incluida yo. Pero ella se convirtió en santa Sarita” (2).

 

María Elena falleció el 10 de enero de 2011 en la clínica La Trinidad, la lloró todo un país.

 

  1. Como la Cigarra, Biografía de María Elena Walsh, Sergio Pujol, Emecé, 2011.
  2. https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-481-2008-12-12.html
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