Una entrevista a Judith Butler: Género, colonialismo, teoría queer y feminismo

Ilustración: Rosa Colón
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INTERNACIONALES – PUERTO RICO

Por Némesis Mora Pérez

Mi abuela tiene 78 años, mi primo 24 y mi colega de trabajo 52. No comparten gustos, ideales políticos, religión ni profesión, pero conservan una misma línea de intrigas. Aunque nacieron en épocas distintas, están arraigados a una misma formación melancólica de cómo se vive el género y la sexualidad. Viven bajo unos roles de género heteronormativos que se reconocen socialmente como ‘femenino’ y ‘masculino’.  No conocen más allá del binarismo. Tampoco saben cómo se diferencia el sexo del género.    

Como ellos, existen más personas en nuestro entorno, o incluso nosotros mismos, que les resulta complejo entender qué hay detrás del término “queer” o “género”. 

A esto se suma la falta de educación y acción por parte de las agencias públicas pertinentes ante la crisis de violencia contra las mujeres y personas no binarias. Además de la desinformación que pulula en las redes sociales, algunos medios de comunicación y entidades gubernamentales tampoco conocen los términos adecuados para abordar los casos de feminicidios y los pronombres correctos para tratar a las víctimas de transfeminicidios.

Para aclarar las dudas más básicas, y hasta las más espinosas, La Ilustrada contactó a una de las filósofas más influyentes en los estudios de género, la catedrática Judith Butler.

“Está claro que tienen que haber más vínculos entre la comunidad trans, los servicios sociales y los medios de comunicación y esto debería ser un reclamo abierto en la vida pública. Espero que las formas transregionales de solidaridad puedan empoderar al movimiento por los derechos trans”, respondió Butler a este medio.

En la entrevista, la profesora de Literatura Comparada en la Universidad de California analiza la situación de la mujer y las personas no binarias en Puerto Rico y América Latina, además de dar a conocer cómo el “género tiene una forma de desplazarse más allá del binario naturalizado”.

Para la académica, el patriarcado y la supremacía masculina son los mayores responsables de las formas de violencia contra las mujeres y las personas no binarias. Como medida de oposición ante el alza en la violencia por razón de género y sexualidad, Butler recomendó crear alianzas entre las personas feministas, queer y trans y vincularse a la lucha por la descolonización de Puerto Rico.

“El movimiento feminista descolonial es uno de los más poderosos”, aseveró.

En cuanto al uso de pronombres, Butler argumentó que para respetar y reconocer a una persona trans, o cualquier persona, se debe referir a ella con el pronombre que esta eligió. 

“¿Hasta dónde llega la transfobia, la homofobia y la misoginia en la cultura, la educación, la religión y las políticas públicas? Hay que desarraigarla a todos los niveles para que se pueda afirmar la dignidad de todas esas vidas”, continuó Butler.

Un poco de contexto

En febrero del pasado año, la policía de Puerto Rico describía el transfeminicidio de Alexa como la muerte de “un hombre con falda”. Mientras que algunos medios tradicionales e internautas repetían el error y se negaban a utilizar el término correcto.

El teniente coronel Rolando Trinidad, comisionado de la Superintendencia Auxiliar de Investigaciones Criminales, aseguró en un artículo publicado en la revista TodasPR que la policía solo clasifica como asesinato de mujeres a las víctimas que hayan completado los trámites de cambio de sexo en el Registro Demográfico.

Según la doctora Irma Lugo Nazario, coordinadora del Observatorio de Equidad de Género, en 2020 se registraron en Puerto Rico 60 feminicidios y seis transfeminicidios, más del doble de los transfeminicidios registrados en el 2019.

En lo que va de este 2021, se ha registrado 1 transfeminicidio y 11 feminicidios, incluyendo el caso de Jeanette Rodríguez Ramos quien fue asesinada con un arma blanca por su expareja, Heriel Elías Román.

Y aunque se utilicen los términos ‘feminicidios’ y ‘transfeminicidios’ para propósitos de este escrito, la realidad es que el Código Penal de Puerto Rico no reconoce ninguno de estos dos términos para referirse a dichos delitos. 

Sin embargo, el Proyecto del Senado (PS) 130, sometido por la senadora Migdalia González Arroyo, busca definir el feminismo y el transfeminicidio como conductas que constituyen un delito de asesinato en primer grado. También ordena la creación de un protocolo para investigar estos casos y la elaboración de un sistema de compilación y manejo de estadísticas de los crímenes. 

“Mientras no existan mecanismos confiables y comparables para la recolección de datos para cierto tipo de crimen, no existirán formas apropiadas para entenderlo ni estrategias efectivas para combatirlo”, lee parte del proyecto de ley.

El 22 de enero de 2021 -y como efecto de años de trabajo realizados por organizaciones feministas como la Colectiva Feminista en Construcción, Proyecto Matria, CABE y Taller Salud, entre otras- el gobernador Pedro Pierluisi emitió una orden ejecutiva que declara un estado de emergencia ante el aumento de la violencia de género en la isla.

Nueve días antes, un grotesco caso estremecía la opinión pública. Angie Noemí González Santos fue asesinada y lanzada al vacío por el padre de sus tres hijas, Roberto Félix Rodríguez Díaz. Al día siguiente, el asesino reportó a Angie, de 29 años, como desaparecida y mostró estar desesperado frente a su familia y allegados. Al salir del Tribunal de Primera Instancia de Aibonito, donde fue imputado de asesinato y destrucción de pruebas, el asesino confeso dijo:

 “Aunque yo hable o no hable, como quiera voy a ser el malo. Lo único que yo quiero es que mis hijas estén bien”. 

A lo lejos, la mamá de Angie le gritó:

“Yo sé que no fuiste tú, eso fue el diablo. Mira mi amor, sabes que te amo”.

Ilustración: Rosa Colón

La entrevista

La Ilustrada (LI):¿Cómo le explicarías a las personas arraigadas a la formación melancólica del género qué es la teoría queer y por qué deberían darse la oportunidad de conocer más sobre ella?

Judith Butler (JB):Algunas personas se describen a sí mismas como queer, pero otras sostienen que no es una identidad, sino un modo de pertenencia, una forma de vivir la vida que no sigue un camino recto. “Queer” es una palabra, un adjetivo, que describe una desviación, una forma de vivir la vida diferente a la que culmina en el matrimonio y la reproducción heterosexual. También es un modo de alianza, un nombre bajo el que la gente se une para luchar contra la homofobia. Las personas heterosexuales pueden ser queer y las personas homosexuales pueden ser bastante unqueer. Todo depende de si existe una alianza para afirmar una serie de formas de vivir y amar, formas de vivir en el propio cuerpo y encontrar el lenguaje que apoye esa vida.

LI: ¿A qué se refiere cuando habla del sexo como algo biológico y del género como algo que se construye socialmente?

JB: Durante el nacimiento, el personal médico o el de enfermería suele fijarse primero en las características sexuales primarias para decidir el sexo del niño o niña recién nacida. Pero sabemos que algunas personas que nacen con pene no se identifican como hombres y que algunas que nacen con vaginas no se identifican como mujeres. Así que tenemos que dar cabida a esa brecha entre un género asignado, médica o legalmente, sobre la base de la anatomía y un género que surge como una identidad propia y una forma de encarnación para las personas. El primero se suele llamar “sexo”, aunque sea impuesto socialmente por los regímenes médicos y el segundo es “género”.

LI: ¿Por qué hay quienes puedan entender el género como un acto performativo?

JB: No estoy segura de que el género sea siempre performativo. Solo significa que, al vivir el género como lo hacemos, producimos nuevas comprensiones de lo que puede significar el género. La categoría cambia con el tiempo; es histórica y nuestras prácticas pueden desafiar los marcos existentes y dar lugar a nuevos vocabularios.

LI: ¿En qué se basa la teoría queer y la deconstrucción de lo binario?

JB: La teoría queer a veces tiene relación con la deconstrucción, pero no siempre. Algunas personas trans afirman el binarismo y otras no. Algunas mujeres prefieren oponerse al binarismo y otras se entienden a sí mismas bajo el género queer, existiendo en un espectro. Creo que lo binario es importante para algunas feministas y personas LGBTQIA, pero para otras es una trampa. Por eso debemos tener una actitud abierta hacia esta cuestión.

LI:¿Qué recomendaría para que las entidades gubernamentales, judiciales y los medios de comunicación comiencen a respetar las identidades de género ya establecidas por ley y tomen medidas contundentes sobre la violencia de género desde una perspectiva feminista y queer?

JB: Es muy importante que las personas feministas, queer y trans formen alianzas contra todas las formas de violencia por razón de género y sexualidad. Estos tipos de violencia son esfuerzos por reafirmar la supremacía masculina, el patriarcado y hay que oponerse a ellas en nombre de la igualdad social radical y la no violencia. Los medios de comunicación los cubrirán como historias aisladas o escándalos, pero es crucial que se lleve a cabo un análisis social en los medios públicos. ¿Hasta dónde llega la transfobia, la homofobia y la misoginia en la cultura, la educación, la religión y las políticas públicas? Hay que desarraigarla a todos los niveles para que se pueda afirmar la dignidad de todas estas vidas.

LI: En “Bodies in Alliance and the Politics of the Street” hablas de cómo los cuerpos y movilizarse en conjunto son formas de hacer política en la calle. Tan pronto lo leí, pensé en América Latina y en los cuerpos que salen a las calles para defender sus derechos. Pero en ocasiones, la policía y los gobiernos a cargo han abusado de estos cuerpos a través de la agresión y la violencia. ¿De qué forma podemos seguir haciendo de nuestros cuerpos una herramienta pública y política?


JB: Creo que acabamos de ver en Argentina cómo Ni Una Menos fue capaz de inundar las calles para defender el derecho básico al aborto. Ganaron. Eran tantas que la policía no tenía poder sobre las personas que se manifestaban. Las manifestaciones contra el feminicidio y la violación en Chile relacionadas con Las Tesis también fueron abrumadoras y ganaron el derecho a que se reescriba la constitución y que se purguen los elementos de Pinochet que quedan en ese documento. Por supuesto, el año pasado hubo una violencia brutal en Chile, un recrudecimiento de las prácticas de tortura que no han desaparecido. Y entiendo que la situación de las mujeres en Honduras es terrible, con índices de feminicidio alarmantes. Esta es una de las razones por las que en América Latina es importante no sólo quedarse en el marco nacional o territorial, sino fortalecer las solidaridades regionales y transregionales.

LI:Como mencioné antes, hay quienes aseguran que los medios de comunicación y el gobierno de Puerto Rico ven el lenguaje inclusivo como una alternativa inasequible e imposible de implementar en la práctica diaria. ¿Cómo se justifica la teoría performativa del lenguaje?

JB: En Puerto Rico, las minorías sexuales y de género tienen todo el derecho de coexistir en sociedad. Sin embargo, los medios y el gobierno se niegan a reconocerles. Me pregunto si la lucha por la nación o por la soberanía política tal vez deberían estar conectadas con la lucha por la justicia de género y sexual. Sería importante ampliar las alianzas y lograr el apoyo de toda la izquierda a todos los reclamos legítimos para lograr reconocimiento social. Sí, es gramaticalmente incómodo revisar nuestra comprensión del género, pero no es solo un lujo lúdico. Se trata de reconocer las maneras profundas en las que se forma y se vive el género. Es una exigencia de reconocimiento social. Eso no puede ocurrir sin la voluntad de cambiar también el lenguaje. Es evidente que “no es imposible” respetar el pronombre y el nombre que alguien solicita. Negarse a hacerlo es un rechazo a su dignidad más básica.

LI: Desde que comenzó la pandemia, algunos grupos afirman que ha habido una mayor visibilidad internacional del feminismo con un enfoque mayoritario en la teoría queer y las identidades de género. ¿A qué cree que se deba esto?

JB: No estoy segura de que esto sea así. Creo que los movimientos feministas en América Latina han hecho coaliciones fuertes y amplias, incluyendo mujeres y otras personas aliadas dentro de una variedad de clases y religiones, vinculándose con la crítica al capitalismo, el colonialismo y el extractivismo. Esto las ha hecho enormemente poderosas. En Chile, tuve la sensación de que las personas feministas estaban produciendo el marco más inclusivo y dinámico para la izquierda latinoamericana.

LI: ¿Cómo influye el colonialismo en la perpetuación de posiciones de odio contra la diversidad de género y contra las mujeres?

JB: Es el colonizador quien trata al colonizado como dependiente. Albert Memmi escribió extensamente sobre esto. Y Fanon dejó claro que la ruptura con esa idea interiorizada de dependencia es uno de los primeros pasos hacia la emancipación. El problema no es el “carácter” de los colonizados, sino la forma en que éste ha sido tratado, explotado y amenazado. La emancipación de Puerto Rico será uno de los logros anticoloniales más importantes de nuestro tiempo. Junto con Palestina, Puerto Rico tiene que luchar para establecer el hecho de que es una colonia que ha sido explotada y a la que los Estados Unidos le ha negado los derechos políticos de autodeterminación. Pocas personas en los Estados Unidos se consideran colonizadores. ¡Pero debemos hacerlo! Si lo piensas bien, el movimiento feminista descolonial es uno de los más poderosos y en su mayoría se oponen al extractivismo y afirman la política queer y los derechos trans. 

LI: ¿Cómo sería la humanidad si dejáramos a un lado el discurso binario, la matriz heterosexual y las “normas” jerárquicas que rigen y se alimentan del poder?

JB: Tal vez la tarea sea trabajar juntos para crear un mundo en el que la gente pueda caminar por las calles sin miedo, sentirse respaldadas en sus formas de vivir y amar, sin la amenaza de la violencia, patologización o criminalización. Como he dicho, algunas personas quieren vivir en binario y deberían tener la libertad de hacerlo. Pero el binarismo entre hombre y mujer no puede funcionar para muchos que son del género queer y no binarios. Quizás el movimiento por los derechos LGBTQIA deba estar más íntimamente ligado a la lucha por la descolonización de Puerto Rico (y Palestina) y a la lucha por preservar las culturas indígenas y la tierra. El nuestro es un movimiento no violento. Lo que significa que queremos vivir en un mundo en el que manejemos los conflictos y las agresiones de forma artística y ética. Tenemos que hacer que ese mundo sea más persuasivo para los demás, y ellos tienen que aprender a ajustar la forma en la que ven al mundo para que puedan mirarlo desde otra perspectiva. El poder no es malo. Hay que oponerse a la dominación. ¿Qué formas poderosas podemos encontrar para oponernos a la dominación? Esa es la pregunta.


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NOTA PUBLICADA ORIGINALMENTE EN LA ILUSTRADA

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